La salida del euro dejó de ser tabú

Aurelia End
La salida de Grecia de la zona euro dejó de ser un tema tabú en Alemania, donde el prestigioso semanario Der Spiegel tituló en tapa esta semana "Adiós a la Acrópolis", el ministro de Finanzas habla abiertamente de esta posibilidad y los economistas calculan el costo que tendría para la economía alemana. Es un tabú que también cayó en Europa, donde se endurece el mensaje para que Atenas aplique la austeridad pese al descontento en la calle y el caos político en el que se encuentra el país desde las últimas elecciones (ver aparte). Tanto para los responsables alemanes como para los de la Unión Europea (UE), o incluso para el Banco Central Europeo (BCE) -el mayor defensor de una zona euro preservada con sus fronteras actuales-, el escenario de la salida ha dejado de constituir el cataclismo del que se hablaba hace sólo unos meses.

El jefe del Banco Central de Bélgica, Luc Coene, también planteó la posibilidad de un "divorcio amistoso" en el Financial Times. En su tapa, Der Spiegel, de centroizquierda, recogió hace unos días las declaraciones contundentes del ministro de Finanzas, el conservador Wolfgang Schäuble. El viernes, en una entrevista, cuando se le preguntó sobre los riesgos de una salida de Grecia del euro, respondió: "Europa no cae tan fácilmente", antes de subrayar que no puede "obligar a nadie" a conservar la moneda única.

Anteayer, cuando se lo consultó sobre los eventuales preparativos de Berlín para este escenario, Schäuble dijo al diario Die Welt que sería "curioso" que el gobierno de la canciller Angela Merkel "no se preparase para todos los escenarios posibles". Hasta ahora, sólo algunos diputados y economistas ultraliberales habían mencionado tal posibilidad. Pero ante el estancamiento político griego, el "Grexit" (término empleado por los mercados para evocar la salida de Grecia) es una idea generalizada.

La primera economía europea, también primera contribuyente a todos los planes de ayuda a Atenas, ya ha calculado la factura y la considera soportable, gracias a la solidez de su economía. Los expertos creen que el costo de una salida de Grecia, que supondrá el impago de las ayudas que corresponden a Alemania, sería de 86.000 millones de euros. Y podría elevarse a más de 100.000 millones, si se tiene en cuenta la parte de Alemania en el FMI, también un acreedor de Grecia, así como las pérdidas de los bancos públicos regionales.

La Comisión Europea, en tanto, afirmó ayer que desea que Grecia se mantenga en la zona euro, pero con la condición de que respeten los compromisos asumidos con sus acreedores. Su presidente, José Manuel Durão Barroso, fue elíptico: "No quiero hablar de un país específico, pero si un país no respeta las reglas, es mejor que se vaya del club"

La Nación - 15 de mayo de 2012

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