Los marxistas y la revolución venezolana

Alan Woods*
Hay marxistas de todo tipo: algunos leen mucho, otros no tanto. Algunos se han tomado la molestia de penetrar en la esencia del método marxista, estudian cuidadosamente la dialéctica, mientras que otros simplemente se quedan en la superficie, se limitan a un tipo de determinismo económico vulgar que podría ser útil para la agitación pero que realmente es ajeno al Marxismo. Al leer los escritos de este tipo de "Marxismo" siempre se tiene la impresión de entrar en el oscuro sótano de una biblioteca que ha permanecido cerrado por muchos años. Está lleno de pedacitos de conocimiento que no han sido digeridos, sin aire, polvorientos y estériles. Se trata de un Marxismo desnudo de dialéctica, es decir, despojado de su alma revolucionaria. Esta clase de "Marxismo" en esencia es bastante compatible con el reformismo y la pasividad, puesto que, a pesar de su terminología radical, nunca abandona el sillón y las pantuflas. [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] .Hugo Chávez / Ignacio Ramonet* .El amanecer de una Venezuela innovadora / Marcos Arruda* .Chávez: “sí, pero no.” / Atilio Borón* [/size]

"Aquellos que esperan ver una revolución social 'pura' nunca vivirán para verla. Esas personas prestan un flaco servicio a la revolución al no comprender qué es una revolución". (Lenin)

Esta desviación es particularmente común en Gran Bretaña, donde cuenta con un extenso linaje que se remonta a Hyndeman. En parte refleja la tradición británica del estrecho empirismo y la aversión hacia las generalizaciones teóricas de gran alcance, en parte también es fruto de la presión de las ideas reformistas y la rutina del movimiento obrero que nunca es capaz de ver más allá del bosque.

Un revolucionario debe "sentir" el movimiento de las masas y debe tener en su alma la revolución. En contraste, los pedantes estudiosos ven el proceso histórico como una cuestión de "fuerzas objetivas" que determinan todo por adelantado. Este tipo de personas no son revolucionarios sino eternos observadores cuyo punto de vista tiene más común con la noción calvinista de la predestinación que con la dialéctica revolucionaria del Marxismo.

La idea de la predestinación jugó un papel progresista en las primeras etapas de la revolución burguesa en Holanda e Inglaterra durante los siglos XVI y XVII, pero hoy en día es irrecuperablemente anticuada. La dialéctica marxista deja mucho margen de maniobra al papel creativo de los hombres y las mujeres en el proceso histórico. Pero también explica que los hombres y las mujeres nunca son completamente libres de las circunstancias objetivas del período histórico en el que viven.

Un revolucionario debe tener una comprensión del método dialéctico, que parte no de definiciones o axiomas abstractos, sino de la realidad viva, con toda su concreción, riqueza y contradicciones. Él o ella debe tomar el movimiento de masas tal como es, como se ha desarrollado históricamente y luchar con todos los medios a su disposición para entrar en contacto con él, establecer un diálogo con él y fertilizarlo con las ideas del Marxismo.

Un revolucionario que no está dispuesto a seguir a las masas a través de este proceso contradictorio y que en cambio intenta alabarlas desde los márgenes del movimiento no será en absoluto un revolucionario, sólo será un lamentable formalista. Una actitud mecánica y doctrinaria respecto al movimiento de masas descarta cualquier posibilidad de influir en él.

[i]El factor subjetivo[/i]

El Marxismo nunca ha negado el papel del individuo en la historia, y los individuos o grupos de individuos pueden jugar un papel absolutamente decisivo en determinadas coyunturas del proceso histórico. Lo que Marx explicó -y en esto tenía absolutamente razón- es que en última instancia la viabilidad de un sistema socioeconómico determinado depende de su capacidad de desarrollar las fuerzas productivas. La crisis general del capitalismo mundial en el momento actual refleja en el fondo la incapacidad del capitalismo de desarrollar las fuerzas productivas al mismo nivel que lo hizo en el pasado.

Este hecho innegable proporciona el amplio contexto histórico en el que se está desarrollando el gran drama de la política mundial. Determina absolutamente los procesos generales y también sus límites. Pero dentro de estos procesos generales puede haber todo tipo de encrucijadas, flujos y reflujos, donde el carácter de los individuos puede jugar, y lo hace, un papel decisivo. En realidad, la debilidad del factor subjetivo a escala mundial está teniendo un efecto decisivo, retrasando y distorsionando el movimiento hacia la revolución socialista.

El factor más importante hoy en día a escala mundial es la ausencia de una dirección marxista fuerte y con autoridad. La tendencia del genuino Marxismo ha retrocedido décadas y actualmente representa una pequeña minoría. Todavía no puede llevar a las masas a la victoria. Pero los problemas de las masas son atroces. No pueden esperar hasta que estemos preparados para dirigirlas. Intentarán por todos los medios cambiar la sociedad, lucharán por encontrar una escapatoria al callejón sin salida. Esto es particularmente cierto en los países ex-coloniales de África, Asia y América Latina, donde sobre bases capitalistas la sociedad no tiene ninguna posibilidad de avanzar.

En realidad, la segunda opción no existe. No hay compromiso posible con los enemigos de la revolución, de la misma forma que no se pueden mezclar el aceite y el agua. La lógica de la situación se mueve en dirección a un enfrentamiento abierto entre las clases. De la resolución de este conflicto depende el destino de la revolución.

¿Qué actitud deberían tener los marxistas ante esta situación concreta? ¿Deberíamos mantenernos apartados, argumentando que, como la revolución es "burguesa" entonces no tenemos nada que ver en ella? Pero eso equivaldría a mantenernos neutrales en la lucha entre la revolución y la contrarrevolución. Esta posición sería una traición a la revolución y la clase obrera. Esa posición desacreditaría a cualquier grupo o partido que la defienda. Deberían ser considerados -con toda justificación- desertores y traidores.

Para aquellos que constantemente nos recuerdan que los marxistas y la clase obrera deben mantener su independencia, les respondemos: Nos están recordando el ABC del Marxismo. Les agradecemos este recordatorio, pero también nos gustaría decir que después del ABC hay muchas otras letras en el alfabeto. Por supuesto es necesario que el proletariado mantenga su independencia de clase en todo momento y en cualquier circunstancia. Por eso decimos a los trabajadores de Venezuela que fortalezcan y construyan sus organizaciones de clase -sindicatos, comités de fábrica, control obrero, etc.

El mismo principio básico es válido para una tendencia Marxista. Estamos a favor de la colaboración con otras tendencias del movimiento revolucionario, pero la condición previa es: no a la mezcla de banderas, programas o ideas. En todo momento debemos mantener las ideas, la política y el programa del Marxismo, y luchar por ellos dentro del movimiento. Es decir, la única posición correcta es la siguiente:

1) Defensa incondicional de la revolución venezolana contra la oligarquía y el imperialismo.

2) Apoyo crítico a la democracia revolucionaria y a Hugo Chávez contra la oligarquía y el imperialismo.

3) Dentro del movimiento de masas general (el Movimiento Bolivariano) apoyamos al ala de izquierdas frente a los reformistas y socialdemócratas.

4) Dentro del ala de izquierdas los marxistas defenderán sus ideas, política y programa, y lucharán para ganar a la mayoría con el trabajo y la superioridad de nuestras ideas.

5) Dentro del movimiento, luchar por construir organizaciones del proletariado que sean fuertes e independientes y extender su influencia, empezando por los sindicatos.

[b]La necesidad de un partido marxista[/b]

"¡Debemos construir un partido! ¡Debemos construir un partido!" es lo que repiten los sectarios como si fueran pericos. Pero cuando preguntamos exactamente cómo es que los marxistas venezolanos construirán el Partido, los pericos callan repentinamente. "¿Cómo? ¡Declarándolo, por supuesto!" Esto es bastante divertido. Tres hombres y un perro (o un periquito borracho) se reúnen en un café de Caracas y proclaman el Partido Revolucionario. Bien. ¿Y después qué? "¡Llamamos a las masas a que se nos unan!" Excelente. ¿Y si las masas no se unen a ustedes y prefieren mantenerse dentro de las organizaciones bolivarianas de masas? "¡Bueno, ése es su problema!"

Estas personas tremendamente "inteligentes" que imaginan que la participación de los Marxistas en el movimiento bolivariano representa un abandono de la lucha por un partido marxista revolucionario, simplemente demuestran que no tienen la más mínima idea de cómo se construye tal partido, ni en Venezuela ni en ningún otro país. En esta idea no hay un átomo de liquidacionismo u oportunismo, sino sólo la aplicación de los genuinos métodos de Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Citemos un famoso pasaje del documento fundacional de nuestro movimiento, El Manifiesto Comunista. En el capítulo titulado "Proletarios y Comunistas" podemos leer lo siguiente:

"¿Qué relación guardan los comunistas con los proletarios en general? Los comunistas no forman un partido aparte de los demás partidos obreros.

"No tienen intereses propios que se distingan de los intereses generales del proletariado. No profesan principios especiales con los que aspiren a modelar el movimiento proletario.

"Los comunistas no se distinguen de los demás partidos proletarios más que en esto: en que destacan y reivindican siempre, en todas y cada una de las acciones nacionales proletarias, los intereses comunes y peculiares de todo el proletariado, independientes de su nacionalidad, y en que, cualquiera que sea la etapa histórica en que se mueva la lucha entre el proletariado y la burguesía, mantienen siempre el interés del movimiento enfocado en su conjunto.

"Los comunistas son, pues, prácticamente, la parte más decidida, el acicate siempre en tensión de todos los partidos obreros del mundo; teóricamente, llevan de ventaja a las grandes masas del proletariado su clara visión de las condiciones, los derroteros y los resultados generales a que ha de abocar el movimiento proletario". [b](Marx y Engels. El Manifiesto Comunista).[/b]

Se podría pensar que está lo suficientemente claro para que lo entienda un niño con una inteligencia media. Desgraciadamente, hay algunos marxistas "inteligentes" que no poseen este nivel de inteligencia. Después de haber leído con atención los escritos de algunos autodenominados marxistas, Carlos Marx protestó y dijo que si eso era Marxismo, entonces él no era marxista. Ahora comprendemos como debió sentirse. Pero Marx, Engels, Lenin y Trotsky realmente no tienen la culpa de las estupideces que se escribieron en su nombre, de la misma forma que no se puede culpar a Jesucristo por los actos de los obispos venezolanos.

La lógica de esta situación ya la describió hace mucho tiempo Shakespeare en su obra Enrique IV, Parte I, cuando el galés Owain Glyndower, un hombre con mucho coraje pero con tendencias místicas, intenta convencer al impulsivo inglés de sus poderes mágicos:

"G: "Yo puedo invocar a los espíritus del profundo abismo.
H: ¡Vaya, y yo, y cualquiera! ¿Pero acuden cuando los llamas?"

La propuesta de que es posible construir un partido revolucionario serio en Venezuela fuera del movimiento de masas es imposible tomarla en serio. Preferimos basarnos en los métodos elaborados por Marx y Engels hace más de ciento cincuenta años, métodos que, como todas las ideas fundamentales del Marxismo, hoy mantienen toda su validez. Es absolutamente necesario unir las fuerzas del Marxismo con el movimiento de masas.

La clase obrera en todo momento debe preservar y construir sus propias organizaciones de clase, sus sindicatos, comités de fábrica, etc., Al mismo tiempo, trabajará para construir un movimiento de masas que abarque a las capas más amplias de las masas no proletarias y semi-proletarias. El ala marxista del movimiento mantendrá su total independencia política (sus propios periódicos, revistas, libros y panfletos) y tendrá plena libertad para defender sus puntos de vista. Trabajará lealmente para construir el movimiento y arrastrar a las capas más amplias de trabajadores y jóvenes, y al mismo tiempo luchará para ganar a los elementos más avanzados para su programa, política e ideas.

No buscamos imponernos sobre el movimiento. No le presentamos ultimátum. Nuestro objetivo es construirlo, fortalecerlo y empujarlo hacia delante y al mismo tiempo armar a la capa dirigente con las ideas, el programa y la política necesarios que puedan llevar a la derrota de la oligarquía y el imperialismo, y limpiar el camino para la transformación socialista de la sociedad, como explica Lenin, una lucha consistente por la democracia inevitablemente llevará a la expropiación de la oligarquía y la transformación de la revolución democrática en una revolución socialista.

En la actualidad, esta idea puede que sea minoritaria. Eso no nos preocupa. Aceptaremos que estamos en minoría y actuaremos en consecuencia. Pero continuaremos defendiendo la expropiación de la oligarquía y el armamento de las masas como la única garantía de salvación de la revolución, y los acontecimientos nos darán la razón. Defenderemos nuestras ideas e invitamos a todas las demás tendencias a que hagan lo mismo. Sólo los estalinistas y los burócratas temen un debate abierto. Los Marxistas y los demócratas revolucionarios honestos no.

Nos basamos firmemente en el movimiento de las masas revolucionarias. Sobre la base de su experiencia las masas aprenderán lo correctas de nuestras ideas, consignas y programa. ¡Ese es el único camino para el éxito! Dejaremos la palabra final a ese gran Marxista y extraordinario teórico, Ted Grant, que escribió lo siguiente sobre las organizaciones de masas:

"Desde dentro de sus filas, entre los luchadores de la clase obrera surgirán las fuerzas del Marxismo leninismo. Fuera de las organizaciones de masas no se podrá crear nada de sustancia duradera"

[i]*Alan Woods (Swansea, Gales, 1944) es un político y escritor británico, dirigente de la Corriente Marxista Internacional. Catedrático de filologías rusa y eslava por las universidades de Sussex (Reino Unido), Sofia (Bulgaria) y Estatal de Moscú (Rusia). Participó en la lucha contra la dictadura franquista en España durante los años 70, y en el desarrollo de una corriente marxista en el seno del movimiento obrero hasta finales de los años 1980. Ha ofrecido infinitud de conferencias, participado en foros internacionales de debate de la izquierda, y publicado numerosos artículos y libros, algunos en colaboración con Ted Grant, entre los cuales, publicados en castellano, cabe citar los siguientes:

• Lenin y Trotsky, qué defendieron realmente (1969)
• Razón y Revolución: filosofía marxista y ciencia moderna (1995)
• Bolchevismo: el camino a la revolución (1999)
• El marxismo y la cuestión nacional (2000)

Actualmente es el máximo dirigente de la Corriente Marxista Internacional y editor de su página web: In Defence of Marxism.
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Fuente: [color=336600]Aporrea – 29.07.2007[/color]

Nota de redacción: Este artículo fue publicado originalmente en www.marxist.com con el nombre “Marxists and the Venezuelan Revolution” fechado el 4 mayo de 2004, Londres, Gran Bretaña.

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