Nueva versión de la carrera armamentista
En fecha reciente el director del Instituto de Estados Unidos y Canadá de la Academia de Ciencias de Rusia, Serguei Rogov, afirmó que Washington se equivocó al interpretar como una victoria el derrumbe del sistema socialista en Europa del este.
La Unión Soviética dejó de existir como adversario geopolítico, recordó el científico social, y la tarea de impedir que emergiera otro adversario similar pasó a ser la médula de la estrategia norteamericana.
Una alianza bilateral fue proclamada en medio de amenazas comunes como el terrorismo internacional y la proliferación de armas de destrucción masiva.
Pero en grado considerable esa colaboración se redujo a fraseología.
Se basa en las relaciones personales entre los mandatarios de ambos países y carece de institutos permanentes de cooperación político-militar, tales como el mecanismo de interacción entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN.
La presencia ucraniana en la alianza atlántica no reforzaría al pacto en lo militar, pero cerraría la salida de Rusia al mar por Occidente y le restaría la condición de gran potencia, al aislarla en Europa.
Si a este antecedente se añade el factor de las elecciones presidenciales en Estados Unidos y Rusia en 2008 y el inevitable cambio de los dos presidentes, es posible que para esa fecha suene el pitoletazo de arrancada oficial de una nueva guerra fría.
Moscú, por su parte, no se mantiene pasivo frente a estas amenzas.
El presidente ruso, Vladimir Putin, afirmó durante su reciente alocución anual ante el Parlamento que la seguridad de Rusia es una de las premisas principales del presente y del futuro.
Es necesario apoyar la capacidad combativa de las Fuerzas Armadas, subrayó el mandatario, y destacó que los gastos de defensa de la Federación rusa en correlación porcentual respecto al Producto Interno Bruto, se corresponderán con análogos parámetros de otras potencias.
En tal sentido, más de 200 agrupaciones castrenses rusas recibirán una inyección significativa de armamentos y medios técnicos como parte del programa de rearme de 2007 a 2015.
El vicepresidente de la comisión militar-industrial creada a instancias del gobierno en 2005, Vladislav Putilin, dijo que la dotación consiste en unas tres mil unidades de tecnología novedosa y cerca de cinco mil armamentos modernizados.
El monto global de financiamiento del programa gubernamental para los próximo nueve años se estima en cuatro trillones 939,4 mil millones de rublos (un trillón de rublos equivale a mil millones de dólares).
Se rearmarán más de 300 batallones de las tropas terrestres y de desembarco aéreo.
Asignaciones de armamentos llegarán igualmente a brigadas coheteriles, mientras que la Fuerza Aérea recibirá más de mil sistemas de combate.
La flota también será beneficiada con varias decenas de submarinos y modernas naves, incluidos cinco portadores misilísticos estratégicos.
Como aseguró Putin, continuará la política de fortalecer el sistema defensivo ruso con aviones de largo alcance, submarinos y plataformas de despegue, así como la capacidad de las tropas nucleares.
Nada tan parecido a la antesala de una nueva versión de la carrera armamentista.
*Periodista e investigador cubano
Fuente: [color=336600]Prensa Latina – 03.06.2007[/color]