Organizaciones criminales transnacionales, "espacios ingobernados" y la doctrina emergente / Bernardo Pérez Salazar*
[i]Orígenes de las organizaciones criminales transnacionales en el mundo moderno[/i]
El crimen transnacional generalmente involucra grupos o individuos asociados temporalmente, que operan bajo mecanismos autorreguladores. Su objeto es obtener lucro monetario ó comercial por medios parcial ó enteramente ilegales, a través de actividades que se realizan dentro de ámbitos territoriales bajo la jurisdicción de más de un Estado, y son complementadas y protegidas por el uso sistemático de la corrupción y los arreglos colusivos.
Algunos analistas no dudan en señalar que el origen de muchas organizaciones criminales de índole transnacional del presente, se remontan a los tiempos de la Guerra Fría, cuando los mercados internacionales de estupefacientes fueron utilizados por los gobiernos de las grandes potencias para financiar cuentas secretas, destinadas a sostener un sinnúmero de enfrentamientos abiertos entre sus aliados regionales en diversos escenarios mundiales al igual que frecuentes operaciones contrainsurgentes encubiertas .
Entre los casos de organizaciones criminales transnacionales que hoy operan y cuyos orígenes pueden rastrearse a la operación de mercados ilegales de estupefacientes, se destaca el imperio global de tráfico de drogas sintéticas, cuyo centro hoy opera desde el sureste asiático. Sus orígenes se remontan a los contrainsurgentes de Indochina, entrenados en los años 50 por la Agencia Central de Inteligencia de los EE.UU. -CIA-, que desarrollaron la producción y tráfico de heroína desde el "Triangulo de Oro" y sirvió para financiar muchas operaciones contrainsurgentes en Vietnam y Camboya durante los años 60 y 70. Hoy los herederos de los aprendizajes estratégicos obtenidos de esta experiencia histórica controlan la distribución anual de cerca de 800 millones de dosis de anfetaminas tanto en EE.UU. y Europa como en el Extremo Oriente, un mercado ilícito que las Naciones Unidas considera será entre los más dinámicos de la economía global durante los próximos decenios.
Otra condición que comúnmente se asocia con el surgimiento de organizaciones criminales transnacionales es la disolución y colapso de estructuras de gobierno central, condición que frecuentemente también se asocia con el debilitamiento de los Estados nacionales que enfrentan conflictos armados internos. En estas circunstancias es común que las organizaciones criminales asuman la prestación de servicios de protección, a la vez que aprovechen oportunidades de lucrarse de nuevas demandas de mercado lícitas ó ilícitas, muchas veces en colaboración con redes sociales "legales", a través de las cuales obtienen servicios y apoyos de recursos financieros, acceso a oportunidades de inversión, préstamos, contactos, asesoría técnica y legal y otros insumos.
Un caso paradigmático del surgimiento de organizaciones criminales transnacionales en este tipo de ambiente es el de la Mafiya rusa. Como es sabido, los primeros beneficiarios de las reformas de apertura impulsadas por Mijail Gorbachov en la antigua Unión Soviética fueron, en general, pequeñas bandas de criminales y de contrabandistas que en pocos años consolidaron una vasta red criminal informal. Entre las primeras y más rentables incursiones criminales de los "mafiosos rusos" se destacaron los esquemas extorsivos dirigidos hacía los "nuevos ricos" o clase emergente capitalista, por medio de los cuales se hacían "cobros de impuestos" a cambio de protección frente a la acción de otras bandas delincuenciales, al igual que para deshacerse de competencia indeseada y el cobro de deudas de difícil recaudo. Además, paralelo a la disolución del Estado soviético en medio de una apertura económica caótica, el hurto y venta clandestina de propiedades públicas pronto se convirtió en una de las empresas más lucrativas para la mafia rusa.
El escaso orden que se vivió durante este período de transición en la antigua Unión Soviética, lo garantizó un grupo de "padrinos" -conocidos como los bandidos en la ley - por medio de sus contactos e influencias con funcionarios corruptos de la "nueva Rusia". Así se consolidaron las actuales organizaciones rusas de crimen transnacional que, en primera instancia, se expandieron a Europa oriental y las antiguas repúblicas soviéticas para adueñarse de bancos que después utilizaron para el lavado de activos provenientes de actividades ilícitas, entre otras, el tráfico de estupefacientes. En un segundo momento, su actividad se extendió al continente americano donde incursionaron mediante la oferta de servicios de lavado de activos, al igual que el tráfico de armas pequeñas y livianas, estupefacientes y la trata de personas, entre otras.
Hoy, a principios del siglo 21, la resiliencia y solidez de las organizaciones criminales transnacionales en el mundo es evidente. Tanto así que los principales ejercicios de prospección de futuro, coinciden en que aquellas organizaciones y redes criminales que controlan los principales mercados e ingresos ilegales en América del Norte, Europa Occidental, China, Colombia, Israel, Japón, México, Nigeria y Rusia, continuarán en expansión en el mundo durante las primeras décadas del presente siglo .
Las estructuras típicas de las organizaciones criminales transnacionales modernas
En 1995 la Organización de las Naciones Unidas identificó 18 categorías de "delitos transnacionales" . Estos delitos son: 1) lavado de dinero; 2) actividades terroristas; 3) robo de arte u objetos culturales, 4) robo de propiedad intelectual; 5) tráfico ilícito de armas; 6) secuestro de aeronaves; 7) piratería marítima; 8) fraude a aseguradoras; 9) crímenes por medio de computadoras; 10) crímenes ambientales; 11) trata de personas; 12) tráfico en órganos humanos; 13) narcotráfico; 14) bancarrota fraudulenta; 15) infiltración de negocios legales; 16) corrupción; 17) soborno de funcionarios públicos; y 18) soborno de dignatarios de partidos políticos.
Como se desprende de esta lista, las más sofisticadas entre las organizaciones transnacionales del crimen exhiben una gran capacidad de gestión empresarial con un nivel superior de especialización, por medio de redes de contactos en capacidad de responder con flexibilidad a las oportunidades concretas y las condiciones específicas de cada "negocio". Así, tienen acceso privilegiado a fuentes de apoyo financiero con disponibilidad inmediata, al igual que una vibrante capacidad de respuesta para aprovechar oportunidades extraordinarias con tasas de retorno muy superiores al promedio. Muchas de estas oportunidades tienen que ver con diferenciales de precios en ámbitos internacionales, demandas insatisfechas o ventajas de costos derivadas del robo de propiedad tanto física -automóviles, obras de arte, objetos culturales, órganos humanos y material radioactivo enriquecido, entre otros- como intelectual. Además, oportunidades como estas facilitan a las organizaciones transnacionales el establecimiento de relaciones con agentes de la economía legal, sin que por ello tengan que renunciar a la opción de hacer uso sistemático de la violencia, el terror y la corrupción cuando sea conveniente.
Los investigadores que hacen seguimiento a las organizaciones criminales transnacionales destacan su gran fluidez y capacidad de adaptación. Estas organizaciones utilizan una diversidad de tipos de estructuras y redes basadas en aglomeraciones de diferentes tamaños, que pueden tipificarse con base en algunas categorías identificadas en un estudio realizado por la Oficina de las Naciones Unidas sobre las Drogas y el Crimen en el año 2002, a partir de un sondeo sobre 40 organizaciones criminales en 16 países.
Los "tipos" identificados van desde las organizaciones jerárquicas, donde hay una cabeza central y códigos estrictos de disciplina, hasta las redes criminales que se integran con ocasión de una "oportunidad de negocios" y luego se disuelven.
Entre las organizaciones jerárquicas, que usualmente se asocian con grupos que pertenecen a una misma identidad étnica, geográfica ó social, se distinguen aquellas que disponen de "estructuras regionales" (con cierto grado de autonomía frente a la jerarquía central) de las "jerarquías de aglomerados" (que reúnen a diversas organizaciones criminales con diferentes arreglos y estructuras internas, pero que se hallan subordinadas a una jerarquía central que las gobierna a todas).
En el otro extremo del espectro organizacional se encuentran los arreglos más flexibles y cambiantes, entre los que se encuentran los "grupos nucleados". Se trata de grupos que reúnen un número pequeño de individuos que se asocian de manera reiterada para explotar diversos frentes de actividad ilegal, para lo cual vinculan de manera puntual y temporal determinadas personas con conocimientos y destrezas especializadas. El arreglo más flexible de todos es la "red criminal", que usualmente gira en torno a la actividad de personas claves que permanentemente están involucradas en alianzas cambiantes y de corta duración. Estos individuos usualmente no se perciben a sí mismos, ni son percibidos por otros, como integrantes de una red criminal. Sin embargo, su ocupación rutinaria se basa en integrar coaliciones en torno a oportunidades que involucran la captura de mezclas de rentas legales e ilegales, aprovechando ámbitos estructurados por reglas inestables o auto-contradictorias, propensas a la influencia discrecional a favor de "intereses especiales".
[i]Tendencias modernas de las organizaciones criminales transnacionales en el mundo[/i]
Algunos expertos, entre ellos Alain Labrousse, señalan que la diversificación del portafolio de las actividades lícitas e ilícitas por parte de las organizaciones criminales transnacionales, es una tendencia que se consolida desde los años 90 en el mundo. Según Labrousse ésta sería una respuesta de ajuste a los embates judiciales dirigidos contra los grandes carteles y organizaciones criminales por parte de los cuerpos de represión internacionales y nacionales durante la primera mitad de esa década, que llevaron al desmantelamiento, auto-disolución o reorganización de un gran número de estas organizaciones.
En consecuencia, el tráfico de drogas se desplazó a una infinidad de pequeños grupos de mediana importancia, mientras que las organizaciones criminales de "más alto vuelo" se dedicaron a otros "delitos transnacionales", entre ellos, el lavado de dinero. Los estimativos del monto de dinero lavado en los circuitos financieros internacionales son del orden entre us$ 800 millardos (ochocientos mil millones) y us$ 2 billones (dos millones de millones) al año, el equivalente a entre 2 y 5% del producto bruto anual de la economía mundial. Otro frente de actividad ilícita de mucho interés tiene que ver con el acceso privilegiado a decisiones administrativas. La corrupción administrativa, cuyo costo anual para la economía mundial es del orden de los us$ 500 millardos, sería casi del mismo orden de magnitud que el del tráfico de drogas ilícitas. Rubros "menores" entre los delitos transnacionales incluyen: 1) la disposición ilegal de materiales tóxicos y riesgosos (us$ 10-12 millardos al año); 2) piratería de propiedad intelectual (us$ 10 millardos); 3) otro tanto en robo de automóviles en EE.UU. y Europa; 4) trata y tráfico transnacional de personas (us $ 7 millardos), y; 5) tráfico ilegal de armas (us$ 1 millardo), entre otros.
En resumen, el surgimiento de estas jugosas oportunidades de lucro ha llevado a muchos "operadores" a delegar las actividades criminales más riesgosas a aquellos grupos dispuestos a correr con riesgos de alto nivel. En muchos casos, estos grupos son ejércitos privados o insurgentes, que han desarrollado exitosamente estrategias de "guerra asimétrica" para combatir las fuerzas militares convencionales del Estado y controlar territorios estratégicos por fuera del control de los gobiernos centrales.
Estos "espacios ingobernados" son manejados como santuarios para el acopio, transporte y disposición de drogas ilícitas, personas tratadas, residuos tóxicos, mercancías robadas, al igual que para la comisión de otros ilícitos como el secuestro, la extorsión, la apropiación de transferencias de públicas a gobiernos locales y para la protección de toda suerte de prófugos expuestos a la judicialización en tribunales de terceros países. Por medio del control de "paraíso del crimen" como estos, en la práctica se logra una menor exposición a los riesgos típicamente asociados con la actividad criminal, lo cual convierte a los grupos que controlan estos espacios en socios estratégicos para las organizaciones de crimen transnacional.
Moises Naím sugiere varias consecuencias preocupantes que pueden derivarse de dinámicas asociadas con los "espacios ingobernados" en ámbitos locales en el mundo globalizado. Una de ellas es que la implantación de mecanismos electorales democráticos en ámbitos locales descentralizados, francamente favorece a las alianzas de organizaciones criminales transnacionales y empresarios locales de la violencia. Estas alianzas por lo general se encuentran en posición incontestable para manipular las contiendas electorales y apoderarse del aparato del Estado localmente, por medio de la corrupción de autoridades de policía y políticos ávidos de efectivo para financiar sus campañas electorales.
Otro efecto que poco se advierte y cuyas consecuencias son devastadoras, es el reducido presupuesto con el cual deben operar órganos de policía internacional como la INTERPOL para combatir las organizaciones de crimen transnacional. Se trata de una circunstancia que refleja la desconfianza entre las autoridades de gobierno y de policía de algunos países a la hora de compartir información con gobiernos y cuerpos de policía de otros países. Temen que las redes criminales que están combatiendo ya hayan logrado infiltrar tanto cuerpos de policía como gobiernos en esos países, como es el caso reseñado a título de ejemplo por Labrousse en relación con el gobierno mexicano bajo las administraciones de De la Madrid, Salinas de Gotari y Zedillo .
[i]Crimen transnacional, "espacios ingobernados" y la doctrina emergente: El caso colombiano[/i]
En una alocución realizada durante 2003 en la cual expuso sus puntos de vista acerca del camino a seguir en Colombia, el General James Hill, Comandante del Comando Sur de la Fuerzas Armadas de los Estados Unidos, describió en detalle los lazos transnacionales de los "narcoterroristas" que operan en Colombia:
Su mercado se expande globalmente. En Brasil, bandas urbanas financiadas con dineros del narcotráfico aíslan grandes sectores de Río de Janeiro de manera rutinaria. Patrones similares se registran en el caso de bandas criminales asociadas con estupefacientes a lo largo de toda Centro América. En Bolivia, traficantes manipuladores -en asocio con un partido político radical- intentan azuzar la frustración de los campesinos para socavar el gobierno electo. En Perú, Sendero Luminoso está emergiendo nuevamente -con base en el modelo de la FARC- protegiendo a contrabandistas de cocaína y cobrando impuestos sobre el comercio de la hoja de coca.
Indicó además la comunión en "métodos de negocios" utilizados por los narcoterroristas en Colombia y los grupos radicales islamistas que apoyan a organizaciones como Hamas, Jezbollah e Islamiyya al Gammat, los cuales se estarían insertando activamente en América Latina a través de células de apoyo logístico y financiero que se extienden desde las Islas Margarita en Venezuela hasta el área de la Triple Frontera entre Paraguay, Argentina y Brasil, dedicadas al lavado de dinero y el tráfico de estupefacientes y armas ilícitas a través de lo cual generan utilidades millonarias.
Estas células están conectadas con el Oriente Medio y extienden a este hemisferio la sofisticada estructura de apoyo global del terrorismo internacional.
Ante este panorama, que en Colombia se materializa en una sociedad donde confluye una larga trayectoria del crimen trasnacional vinculado con el tráfico de estupefacientes con un Estado endémicamente débil que ahora enfrenta una emergencia humanitaria continuada por años como consecuencia del masivo desplazamiento forzoso de la población rural, no es de extrañar que nuestro país esté entre los destinatarios de asistencia militar norteamericana más importantes en el mundo y que además, se este perfilando aquí una doctrina de "soberanía efectiva".
Según esta doctrina emergente, la seguridad nacional de los Estados Unidos estaría amenazada por la incapacidad de los gobiernos de América Latina de ejercer control sobre extensos "espacios ingobernados" dentro de sus fronteras. En este contexto doctrinario, mientras persistan "espacios ingobernados" persistirá un flujo continuado de asistencia militar norteamericana con la misión de "horizonte abierto" de mejorar la movilidad y cobertura del aparato militar para mantener presencia en áreas sin "soberanía efectiva", no sólo en la extensa cuenca amazónica sino también en áreas como la Misquitía en Centro América y los sectores de tugurios controladas por bandas criminales en las megaciudades latinoamericanas.
Un patrón subyacente a esta doctrina emergente que genera preocupación adicional, es el desplazamiento de la formulación de las prioridades de política exterior de Estado Unidos hacia América Latina, del Departamento de Estado hacia el Pentágono, y más particularmente, hacia el Comando Sur.
[i]Comentario final[/i]
Entre los efectos más visibles y duraderos de la Convención Única sobre Drogas Narcóticas de 1961, que inauguró el régimen internacional prohibicionista para combatir las sustancias psicoactivas, se destacan el crecimiento continuado del tráfico internacional de sustancias prohibidas y el florecimiento y robustecimiento de organizaciones criminales cada vez más poderosas, que previsiblemente continuarán expandiéndose y fortaleciéndose en el futuro en todo el mundo. Esta circunstancia combinada con la endémica debilidad de los Estados nacionales de América Latina para ejercer control efectivo sobre extensos territorios despoblados, ha convertido a este rincón del mundo en un objetivo claro para las organizaciones de crimen transnacional en el mundo. La respuesta doctrinaria emergente de Estados Unidos a esta mezcla explosiva de circunstancias, apunta hacia el propósito de copar militarmente los "espacios ingobernados" existentes.
Varios interrogantes surgen al considerar este "cóctel doctrinario" de la política exterior norteamericana. De una parte, la "doctrina prohibicionista" sostiene un precio de mercado para el tráfico internacional de estupefacientes que permite incentivar rentablemente su producción y tráfico, aún en los ámbitos geográficos y políticos más adversos. De otra parte, las misiones de "horizonte abierto" para copar militarmente extensos "espacios ingobernados" plantean de inmediato la cuestión de su sostenibilidad en el tiempo. ¿Cómo se va a financiar la presencia militar continuada en espacios convertidos en "teatros de guerra", donde el esfuerzo principal apunta a acabar con la base económica de un "enemigo" que controla estos territorios apuntalado sobre las redes globales operadas por el crimen organizado transnacional?
Previsiblemente este dilema eventualmente conducirá a considerar con "buenos ojos" alternativas de gobernabilidad local basadas en el control territorial de vastas regiones por medio de "organizaciones paramilitares legales" que garanticen la "estabilidad y seguridad" local, a través de la propiedad de la tierra y de las estructuras locales de gobierno. ¿Será este el modelo de gobernabilidad regional que emergerá a partir de los acuerdos de desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia -AUC-?
Actualmente el gobierno de EE.UU. aparentemente se opone a que esto suceda, particularmente en aquellos ámbitos territoriales que ya están firmemente bajo el control de las cabezas visibles del las AUC, entre otros, las zonas de plantaciones agroindustriales y de ganadería de exportación en la Costa Caribe, la zona cafetera de valorización más alta en el centro del país y las áreas donde coinciden la producción de cultivos de uso ilícito y de extracción de recursos minero-energéticos. Desde muy temprano en las negociaciones entre la administración Uribe y el "Estado Mayor del las AUC", la posición de EE.UU ha sido presionar para que sean enjuiciados estos cabecillas de las AUC vinculados judicialmente a actividades de tráfico internacional de estupefacientes.
No obstante, la posición de Washington es ambigua en relación con el papel que quisiera que cumplan en su nueva condición de desmovilizados, aquellos paramilitares que no queden judicialmente vinculados el tráfico internacional de estupefacientes. La doctrina emergente de "soberanía efectiva" sugiere que el Comando Sur favorecería la implantación de modelos de gobernabilidad local apuntalados sobre alguna forma de "paramilitarismo legal", que garantice la estabilidad en ámbitos locales en espacios susceptibles de convertirse en "ingobernados". El atractivo principal de este planteamiento doctrinario es que permite consolidar el control territorial obtenido a través del esfuerzo militar contrainsurgente.
Pero este planteamiento doctrinario parece ignorar que el régimen prohibicionista le da valor económico a "espacios vacíos" en tanto puedan se utilizados como retaguardias estratégicas, en las cuales se pueden realizar las operaciones críticas de alto riesgo para las organizaciones de crimen transnacional. Por consiguiente no puede descartarse que los modelos de gobernabilidad local basados en "estructuras paramilitares desmovilizadas" serán altamente permeables por parte de intereses vinculados al crimen transnacional. ¿Se estará configurando un escenario doctrinario en el cual se tolera la actividad criminal transnacional, e incluso el control de estructuras locales de gobierno por parte de agentes de las organizaciones criminales transnacionales, a costa de que éstas colaboren con el propósito contrainsurgente de aislar, cercar y aniquilar toda "expresión radical" que potencialmente pueda recurrir al uso del terror?
Quizás esté próximo el momento de revaluar algunos de los bastiones doctrinarios de la política norteamericana, dejando a un lado los argumentos morales que secularmente han cimentado las posiciones política y militarmente hegemónicas, para valorar sus resultados concretos. Las organizaciones criminales transnacionales han demostrado ser las que mejor se han adaptado al ambiente global de política vigente, mientras que paradójicamente los Estados débiles no han superado su condición en ese mismo ambiente. Este es un mal augurio en relación con el tipo de escenario mundial hacia el cual puede conducir la globalización durante la primera mitad del siglo 21.
*Director del Observatorio del Manejo del Conflicto, Facultad de Economía, Universidad Externado de Colombia, Bogotá
Fuente:[color=336600]Gobernabilidad y seguridad sostenible, ISSN 1695-1115, Nº. 31, 2007[/color]