Orhan Pamuk: Premio Nóbel de Literatura
La Academia Sueca que otroga este prestigioso premio año a año dijo del ganador: "En la búsqueda del alma melancólica de su ciudad natal, Pamuk ha descubierto nuevos símbolos para el choque y la interrelación de culturas".
El novelista turco Orhan Pamuk, conocido también como un encendido analista social, ganó este jueves el Premio Nobel de Literatura 2006.
En su mención para el premio de US$ 1.360.00, la Academia Sueca dijo: "En la búsqueda del alma melancólica de su ciudad natal, Pamuk ha descubierto nuevos símbolos para el choque y la interrelación de culturas".
Pamuk fue el primer autor en el mundo musulmán en condenar la "fatwa", o pronunciamiento legal en el Islam emitido por un especialista en ley religiosa, contra Salman Rushdie.
La Academia dijo que su irrupción internacional llegó con su tercer libro, Beyaz Kale (El castillo Blanco), una novela histórica sobre la relación de un esclavo veneciano con el joven erudito que lo compra y la gradual difusión de sus identidades.
La Academia Sueca dijo que en sus textos, Pamuk usualmente juega con la noción de uno mismo y de dobles, un tema que aparece en un trabajo posterior, Kara Kitap (El Libro Negro), en el que el personaje principal busca en Estambul a su esposa y el medio hermano de ella, con quien luego intercambia identidades.
Pamuk, cuyas novelas éxitos de ventas incluyen My Name is Red y Snow, enfoca su trabajo en el choque entre el pasado y el presente, Oriente y Occidente, secularización e islamismo.
En enero, una corte turca desestimó cargos criminales contra Pamuk que había sido acusado bajo el artículo 301 de un nuevo código penal, el cual prohibe ofender la identidad turca.
Pamuk causó molestia entre nacionalistas al decir a un periódico el año pasado que nadie en Turquía se atrevió a mencionar la matanza de un millón de armenios durante la Primera Guerra Mundial o la de 30.000 kurdos en décadas recientes.
Fragmento de la novela "Nieve"
Antiguamente aquí éramos todos hermanos —le dijo Serdar Bey como si le contara un secreto—. Pero en los últimos años todo el mundo comenzó a decir que si era azerí, que si era kurdo o que si era terekeme. Por supuesto aquí hay gente de todos los pueblos. Los terekemes, también los llamamos karapapak, son hermanos de los azeríes. Los kurdos, nosotros decimos que son una tribu, antes no sabían lo que era ser kurdo. En tiempos de los otomanos ningún ciudadano iba por ahí diciendo orgulloso "Soy de tal sitio". Turcomanos, posofos, alemanes desterrados de Rusia por el zar, había de todo y nadie se enorgullecía por lo que era. Todo ese orgullo lo extendieron las radios comunistas de Erivan y Bakú, que querían dividir Turquía y destruirla. Ahora todo el mundo es más pobre pero más orgulloso.
Cuando decidió que había impresionado a Ka lo suficiente, Serdar Bey pasó a otro tema: —Los fanáticos religiosos van de puerta en puerta, se meten en grupos en nuestras casas, les dan a las mujeres cazos, sartenes, exprimidores de naranjas, jabones por cajas, trigo y detergente, se crean amistades rápidas en los barrios pobres, se hacen íntimos de las mujeres, ponen moneditas de oro con un imperdible en el hombro de los niños. Votad al Partido de la Prosperidad, al que llaman el Partido de Dios, les dicen, toda esta pobreza, esta miseria en la que nos encontramos es porque nos hemos alejado del camino de Dios, les dicen. Con los hombres hablan hombres, con las mujeres, mujeres. Se ganan la confianza de desocupados furiosos con el orgullo herido, alegran a las esposas de los desempleados que no saben qué van a poner a hervir esa noche en la cazuela y luego, prometiendo regalos, les hacen jurar que votarán por ellos. Se ganan el respeto no sólo de los desocupados más pobres, humillados de la mañana a la tarde, sino también de estudiantes universitarios en cuyos estómagos apenas entra una cucharada de sopa al día, de ordenanzas, incluso de los comerciantes y artesanos, porque son más trabajadores, honestos y humildes que nadie.
El propietario del Diario de la Ciudad Fronteriza le dijo que el asesinado alcalde anterior era odiado por todos no porque hubiera decidido quitar de las calles los coches de caballos con la excusa de que no eran "modernos" (de hecho, el intento se quedó a medias porque fue asesinado), sino porque era un corrupto que aceptaba sobornos. Pero los partidos republicanos de izquierda y derecha, que habían iniciado una competencia destructiva y que estaban divididos por antiguos ajustes de cuentas familiares, el separatismo étnico y el nacionalismo, eran incapaces de presentar candidatos sólidos a la alcaldía.
Fuente: Clarín / Rebelión