Periodismo: sobre el poder del público
La discusión acerca del poder que ejerce la prensa sobre la opinión pública fue el eje de la clase magistral que el sociólgo Manuel Mora y Araujo ofreció el 20 de diciembre pasado en la ceremonia de graduación de los alumnos del Máster de LA NACION y la Universidad Torcuato Di Tella.
La relación entre la opinión pública y los medios de prensa es uno de los temas más debatidos de nuestro tiempo. Muchos piensan que la prensa es en buena medida responsable de los cursos caprichosos que sigue la opinión pública en su continuo devenir, lo que refuerza la mirada escéptica sobre la opinión pública. Otros tendemos a ser más optimistas acerca de esa relación.
La prensa escrita apareció en la historia a comienzos del siglo XIX. Desde el siglo XVIII se publicaban algunos diarios, pero con máquinas primitivas que no permitían tiradas de más de unos pocos cientos de ejemplares. En el siglo XIX se desarrolló la imprenta moderna, capaz de tirar varios miles de copias en unas pocas horas. Así apareció el medio de prensa masivo. [...]
Los primeros diarios eran básicamente editoriales; contenían escasa información (excepto la local) y nada de entretenimiento. Posteriormente, el telégrafo permitió disponer de contenidos informativos de alcance universal. Paralelamente llegaron los contenidos de entretenimiento, incluida la publicación de folletines -algunos de los cuales con los años pasaron a la historia como grandes obras literarias-. Pero el gran desarrollo del contenido de entretenimiento en los medios de prensa se debió al cine, cuya lógica fue absorbida, muchas décadas más tarde, por la televisión. [...]
Hoy podemos ver retrospectivamente el invento de la imprenta como una de las cosas más extraordinarias que le ocurrió a la humanidad. Desde luego, esa no fue la percepción dominante en la época en que el invento comenzó a hacerse un lugar en la vida social. De hecho, a mediados del siglo XIX Victor Hugo dijo de la imprenta moderna: "la invención de esta máquina diabólica puede destruir reinos. Cualquiera podrá escribir un libro. La opinión de uno cualquiera podrá ser tan importante como la de otro". (Eso fue lo que efectivamente ocurrió; pero no fue tan diabólico).
Las imágenes vigentes en cada tiempo pasan, pero los recursos técnicos perduran y se transforman, transformando a la vez la vida social. Raramente alguien anticipa el uso que la sociedad aprenderá a darle a cada nuevo recurso ni el desarrollo posterior de un recurso.
Hay dos visiones sobre estos procesos. Una ve los cambios técnicos y su impacto en la cultura como el producto de un esquema vigente de dominación social, de los intereses y las visiones de una clase dominante, la "ideología de la clase dominante". Otra ve esos procesos como productos espontáneos de la vida social -que eventualmente pueden servir a proyectos de dominación- y que también muchas veces los neutralizan o contrabalancean.
Del mismo modo, hay dos perspectivas desde las cuales la opinión pública es vista y analizada. Una visión atribuye a la ascendente burguesía de la Europa de la Ilustración haber inventado tanto la opinión pública como la prensa; la opinión pública para poder infiltrarse hasta en la alcoba del rey (al decir de Rousseau); la prensa para alimentarla. En otra visión, la opinión pública no es un invento de nadie sino un elemento constitutivo de la vida social. En esta perspectiva, la opinión pública siempre existe y por cierto existía antes de la aparición de la prensa, aunque se admita que los medios de prensa influyen en la conformación de la opinión pública en cada momento.
Comparto este último punto de vista, lo que me lleva a tratar de entender cómo funcionaba la opinión pública antes de la aparición de la prensa. Un ejemplo histórico basta para concebirlo. Después de derrotar a Ricardo III (York) en Bosworth, en 1485, Enrique VII (Tudor) sintió la necesidad de consolidar su reino, amenazado por la contrainsurgencia de los York o de sus presuntos sucesores. Hay quien pone en duda que Ricardo III efectivamente haya sido un usurpador que asesinó a sus sobrinos y a otros legítimos aspirantes a la corona. Aunque presumiblemente fue así, a Enrique no le bastó con difundir esa historia en la corte. Para vapulear la imagen de su derrotado, ordenó que todos sus retratos fuesen cambiados por la imagen de un hombre jorobado y deforme. Un siglo después, Shakespeare inmortalizó esa imagen para siempre. Si Enrique Tudor temía a los intrigantes, le bastaba con eliminarlos, lo que hizo sin vacilaciones; si necesitó cambiar la imagen de Ricardo, hasta retocando sus expresiones gráficas, es porque temía, tanto como a los York, a la opinión pública. [...]
¿Cuál es entonces hoy la relación entre la prensa y la opinión pública? ¿Es la prensa tan dominante como muchos piensan o es la opinión pública tan autónoma como otros pensamos? Dado que la opinión pública existe desde que hay sociedades humanas y la prensa existe desde hace dos siglos, me parece que alguna autonomía debemos atribuir a la opinión pública, al menos frente a la prensa. Con todo, no quiero minimizar la influencia de la prensa, del mismo modo que en otros tiempos puede haber habido otros factores fuertemente influyentes.
Ideología dominante
Empecemos por definir qué es la prensa. Si es el conjunto de los medios de prensa, partimos del hecho de que en la mayoría de los países del mundo actual estos son muchos, a veces muchísimos; "la prensa" es un conjunto muy diverso y heterogéneo de medios. Estos circulan en distintos soportes técnicos: papel, radio, TV, Internet. Hablar de "la prensa" parece suponer que hay algo que los une, una relación de propósito, de voluntad compartida, entre todos ellos. En la imagen más difundida popularmente -y que muchas personas de las elites comparten- existe una suerte de colusión oligopólica en la generación de contenidos: en algún lugar, cada día, se supone que se coordinan acciones para definir los contenidos que inundarán al planeta horas después a través de los distintos medios de prensa. O, alternativamente, se supone que la coordinación es por así decirlo automática, como la "ideología dominante", que no necesita que nadie la elabore para existir cada día e imponer a millones de personas conceptos, ideas, imágenes y, sobre todo, códigos de significados.
De tal manera, si los medios comparten algunos contenidos o algunos símbolos, estamos ante dos hipótesis alternativas: hay colusión -o un mecanismo automático equivalente a una colusión- que unifica el contenido de los medios; o hay algún factor que influye en los medios desde afuera de ellos. Yo pienso que el factor que ejerce una influencia generalizada sobre la prensa es el público. Este influye tanto en el contenido de los medios como los medios en sus opiniones; la demanda influye tanto en la oferta como ésta en la demanda. Para decirlo con palabras de Umberto Eco, no sólo hay que entender qué le hacen los medios al público sino también qué hace el público con los medios.
Esto nos deja con la tarea de explicar cómo se forma esa demanda.
Cada medio de prensa de nuestro tiempo consiste en una cadena de valor extremadamente compleja. Numerosos actores, independientes unos de otros, agregan valor en algún eslabón. La producción es el conjunto de esas contribuciones. En primer lugar, las noticias salen de algún lado cada día. Las más universales se diseminan continuamente por medio de las agencias internacionales de noticias y por algunos medios de alcance muy global. Esas noticias las generan los gobiernos, los opositores a los gobiernos, las consultoras de relaciones públicas y, a veces, la gente común que reporta hechos comunes. Eso mismo ocurre en el nivel nacional o local.
En segundo lugar, cada medio particular adapta esas informaciones a su formato y a su público, sin duda, teniendo en cuenta también los distintos intereses involucrados. Estos intereses involucrados son múltiples: accionistas, financiadores, avisadores, actores poderosos relevantes (gobiernos en primer lugar), etcétera.
Además, cada día, algún gerente debe reportar los resultados. Casi siempre se apoya en investigaciones de mercado, que le dicen lo que el público piensa de los contenidos que el medio le ofreció. En este punto, cada día hay un conflicto entre los intereses involucrados y las demandas del público. El poder de éste es extraordinario: tiene un control remoto en la mano o una moneda delante del quiosco; en gran medida, con esos pequeños recursos decide la suerte de muchos medios.
Todo esto es aún más complejo, porque cada medio es en realidad una amalgama de distintos tipos de informaciones, destinadas a distintos públicos que compran el mismo medio. Algunas son editoriales, otras informaciones, otras entretenimiento. Todas forman opinión; asimismo, todas están influidas por las opiniones y preferencias del público [...].
La responsabilidad del periodismo
Está fuera de discusión que la prensa influye. Un tema es cuánto. Otro es cómo. Peter Drucker pensaba que los lobbies modernos no existirían sin la prensa y que ellos distorsionaron el sentido de una prensa realmente informativa. Pienso que es un punto de vista exagerado. Pero no tengo dudas: la prensa construye la realidad, los hechos cotidianos que la conforman, los temas sobre los cuales puede y debe opinarse. La prensa es constructora de la agenda pública.
En esa función, la prensa informa tanto como desinforma. Se habla mucho de la supuesta influencia de la prensa sobre los valores y las costumbres; no estoy muy preocupado por ese problema, porque creo que en ese plano la sociedad influye más sobre la prensa que ésta sobre la sociedad. Si en ese plano hay un problema, éste es de la sociedad, no de la prensa. No estoy demasiado preocupado por el contenido de entretenimiento de los medios de prensa, ni por sus tendencias editoriales. En cambio, me siento más preocupado por la calidad de la información. Soy optimista porque veo tendencias muy abiertas en el mundo actual, y veo que Internet es la mayor vía por la cual esa apertura se desarrolla. Pero reconozco un problema en este plano.
Las tendencias abiertas del mundo actual se expresan en esta percepción de Nicholas Negroponte, en su libro Ser digital: "Prodúzcalo y los consumidores tal vez aparecerán. Si aparecen, formidable; si no aparecen, mala suerte [?]. Las empresas de medios, en el futuro, se jugarán mucho más que hoy. Pero también habrá apostadores menores, que se jugarán menos pero recibirán parte de la participación de la audiencia".
Pero no por eso dejo de pensar que una prensa responsable es un bien público, un bien que aumenta la calidad de vida de cualquier sociedad. Ese es el mayor desafío que los jóvenes periodistas encontrarán en su actividad profesional: ejercer el periodismo con profesionalidad y responsabilidad. No porque deban aspirar a ser poderosos, ni porque vayan a serlo, sino porque su misión debe ser contribuir a mantener informada a la opinión pública.
Fuente: La Nación