¿Por qué los ricos "caen" en la escuela privada?
Las investigaciones que exploran cómo las familias de distintos sectores eligen colegio para sus hijos revelan la persistencia de una frontera social que la escuela subraya.
El sistema educativo argentino es fuertemente desigual. Desde el retorno a la democracia, la investigación educativa viene documentando la profunda fragmentación que lo caracteriza. Sin embargo, los análisis coinciden en destacar que la divisoria no pasa por "esta escuela estatal" y "esas escuelas privadas", sino entre el conjunto -privado y público- de escuelas para los sectores más empobrecidos y las destinadas a la escueta franja del estrato superior. Sería erróneo, señalan, pensar que en nuestro país el sector de educación privada es monolítico y que se dedica a los más favorecidos de nuestra sociedad.
Las escuelas de gestión privada en la Argentina atienden a menos del 30% de los alumnos del sistema, entre los que hay niños de todos los niveles económicos. Sin embargo, su presencia es dispar a lo largo del territorio nacional. En la ciudad de Buenos Aires se encuentra, aproximadamente, un 50% de la matrícula en este subsector, un 33% en la provincia de Buenos Aires y un 9% en Formosa y Chaco. Con excepción de la CABA, nuestro sistema sigue siendo predominantemente de gestión estatal.
Asimismo, la oferta dentro del sector es muy diversa. Existen instituciones sin subvención estatal donde el costo de la cuota excede los mil dólares mensuales según el nivel educativo (primario o secundario) y otras con subvención total o parcial, algunas de las cuales llegan a ser casi gratuitas. Las escuelas privadas surgen a partir de una multiplicidad de experiencias. Existen escuelas creadas por órdenes religiosas, también por docentes a partir de una necesidad específica de la comunidad, otras que nacen fruto de demandas de los mismos padres al Estado, las hay con fines de lucro y otras con fines sociales, entre otras posibilidades.
¿Es la escuela privada mejor que la pública? Las investigaciones que examinaron las brechas en el rendimiento académico señalan que el desempeño diferencial de la escuela privada se explica por diferencias en el entorno social de los alumnos. Es el nivel socioeconómico del alumnado y no el tipo de gestión de la escuela lo que incide en los mejores resultados que obtienen las instituciones de educación privada.
Por su parte, los adultos a cargo de niños en edad escolar también discuten, analizan y conceptualizan de formas heterogéneas lo que entienden por "calidad". La etnografía educativa mostró con detalle cómo los sectores populares y medios evalúan y seleccionan cuidadosamente las instituciones que eligen para sus hijos. La calidad de la enseñanza a veces se entiende como más días u horas de clase, grupos más reducidos de aprendizaje, mejores condiciones edilicias, entre otros. Algunas familias sobreentienden que sólo las escuelas privadas garantizan esa calidad. Muchas asocian el pago a la posibilidad de exigir un mejor servicio. Sin embargo, otros adultos la impugnan, pues le atribuyen una orientación mercantilista, o bien vinculan la educación de gestión estatal con "lo común" y destacan ese valor en detrimento de la "burbuja" a la que estarían confinados los niños en la escuela privada.
Aun así, los adultos a cargo de niños seleccionan, evalúan las escuelas y refrendan sus elecciones a diario. Es frecuente encontrar que las trayectorias educativas reales, lejos de separaciones dicotómicas, combinan el pasaje por instituciones públicas y privadas en diferentes momentos de la vida de los niños y debido a una multiplicidad de motivos y valores.
Crecimiento sostenido
Es innegable que la elección de la escuela privada se inscribe hoy en una configuración compleja que incluye la dinámica de desfinanciamiento de la escuela estatal de los últimos cuarenta años. También se relaciona con los procesos de individuación contemporáneos y las dinámicas de expansión y diversificación de los tipos de bienes y servicios consumidos por los distintos grupos sociales. Pero la expansión del sector no es reciente. Los análisis estadísticos discuten los discursos alarmistas presentes en la prensa o incluso en estudios académicos acerca de la huida de ciertos sectores de la escuela pública en el período reciente y documentan la hipótesis de una evolución creciente y sostenida del sector desde 1940 hasta la actualidad. Crecimiento que diversos estudios explican por el liderazgo del Estado en la generación de las condiciones para la expansión del sector privado a través de subsidios y políticas de desregulación.
Ahora bien, este panorama no sería completo si no mencionáramos el hecho de que entre los sectores con mayores ingresos de la población la elección de la escuela privada es significativamente más elevada que la pública. ¿Por qué los más ricos caen en la escuela privada?
Muchos de sus motivos coinciden con los de otros grupos sociales. Sin embargo, para una franja importante de los sectores más acomodados, la elección de la escuela privada se relaciona con la reproducción del privilegio de "pertenecer". En efecto, desde fines del siglo XIX y principios del XX, las familias de las clases más altas de nuestro país han elegido instituciones que les garantizan una socialización entre "conocidos". La investigación social muestra que estas escuelas -por lo general católicas, pero también laicas y bilingües- han sido las tradicionalmente elegidas por varias generaciones dentro de ese grupo social porque son las de "su clase" y porque allí "todo el mundo se conoce". Las instituciones conforman entonces un espacio en donde niños y adultos (re)crean y tejen vínculos y solidaridades que prolongan la sociabilidad de sus familias. Diferenciándose de quienes necesitan los títulos escolares para garantizar o mejorar su subsistencia, estos sectores tienden a elegir ciertos colegios privados que les brindan la posibilidad de participar de determinados círculos de sociabilidad que luego serán prueba de distinción social y les permitirán el acceso a posiciones de poder.
¿Son estas escuelas las mejores escuelas a las que podrían ir? Ellos dicen que no. Abuelos, padres y nietos coinciden en que estos colegios, aun con sus cuotas elevadísimas, no se eligen en función de un supuesto nivel académico. Por el contrario, estar entre iguales en un espacio lindo, rodeado de verde, donde los niños son formados en "valores" (en general vinculados al ideario religioso católico), son las razones más esgrimidas. Es interesante señalar que, a diferencia de lo que suele pensarse (que tener mayores recursos económicos conlleva una mayor y mejor elección), los sectores más acomodados no eligen entre un abanico diverso de instituciones sino que muchas veces sólo consideran la escuela a las que fueron sus mayores.
Reforzar la idea de que la calidad educativa es patrimonio de la escuela privada es desconocer la evidencia científica que documenta que no es el tipo de gestión escolar lo que explica los resultados educativos de los alumnos. También, es una política de aliento al sector, mediante un olvido manifiesto de la valoración social que tiene la escuela pública en nuestro país.
Pensar que "todo aquel que puede" elige la escuela privada es, además, desconocer la complejidad del proceso de elección de la escuela que realizan los adultos. Finalmente, es callar aquello que la política educativa debería atender: los problemas comunes que enfrentan ambos tipos de gestión, uno de los cuales -donde la escuela privada lleva ventaja- es la selección social detrás de la elección escolar de padres e instituciones, que redunda en una frontera social entre quienes asisten a ciertas escuelas y quienes no y consagra privilegios dentro de un sistema que se dice abierto e igualitario.
- Victoria Gessaghi, antropóloga e investigadora del Conicet. Escribió La educación de la clase alta argentina (Siglo XXI)
La Nación - 23 de abril de 2017