El “impuesto Tobin”
En contra de los principios neoliberales
La adjudicación de los premios Nobel, especialmente los de literatura, economía y paz, suscita adhesiones y enojos. También suspicacias acerca de las supuestas motivaciones políticas y presiones que pesarían sobre quienes seleccionan a los ganadores. Este año el galardón correspondió al profesor indio Amartya Sen, por sus estudios sobre los motivos y consecuencias de la pobreza y las hambrunas en el mundo.
El premiado afirmó al conocer la noticia “siempre me preocupé por los económicamente débiles, los pobres, los hambrientos y los desocupados”.
Bienvenida entonces la distinción. Sin embargo, los malpensados de siempre, creen que el premio -además de su justicia académica y humana- vino a lavar la imagen de la Real Academia Sueca de Ciencias que el año anterior había distinguido a Robert Merton y Miron Scholes, quienes pusieron su versación científica al servicio de la especulación financiera, como asesores del fondo de inversión estadounidense Long Term Capital.
Azotado por los vientos de la crisis financiera mundial el LTC se encaminaba a la quiebra; la Reserva Federal de Estados Unidos, dejando de lado “el libre juego de las fuerzas del mercado”, impidió - mediante el auxilio del estado- la debacle del multimillonario fondo especulativo.