Primer panel: "Crisis global y actividades extractivas. La minería en un contexto latinoamericano cambiante"
En el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico estamos particularmente satisfechos, porque esta Jornada ha sido pensada y motorizada por un colectivo, como se dice ahora, “sub-30”, el grupo de estudios del IADE, que es un espacio de participación, una instancia, que le da una bocanada de aire fresco a nuestro Instituto, que conoció, como se sabe, figuras señeras del pensamiento nacional; entre ellos, cómo no recordarlo, Arturo Sampay, Adolfo Dorfman y a nuestro querido Horacio Giberti, que nos acompañó hasta hace poco.
Nuestro objetivo es escuchar voces que, aunque sean disonantes, permitan el debate sobre la minería, que pretendemos publicar en nuestros medios y en nuestra nave insignia, que es Realidad Económica, que está transitando su 40º aniversario, con el único requisito del respeto ante la diversidad de opiniones. Quisimos promover el debate sobre el desarrollo con el tema minero. Más de 4000 km de cordillera y una extensión envidiable hacen de la Argentina blanco de numerosos proyectos mineros, pero se sabe que no ha sido solo por la existencia de recursos, sino cambios normativos del Estado neoliberal de los noventa lo que posibilitó el interés de las multinacionales mineras en la Argentina y en América Latina. Se sabe que dichos cambios normativos fueron incubados, pensados y promovidos en el seno de esas multinacionales, con gobiernos que fueron permeables, y así tenemos una cordillera enajenada, en donde los poderes estatales pierden jurisdicción. Me impresiona particularmente el caso peruano, donde tenemos 50 millones de hectáreas concesionadas a una petrolera, o el caso mexicano, del cual seguramente nos hablará Giancarlo Delgado Ramos; el caso hondureño, donde un golpe de Estado abortó el aumento del canon minero a un 15%, que viene del derecho romano. En la Argentina es un 3% y con los descuentos queda en un 1%. Mientras más se indaga en el asunto, más se revela el accionar de corporaciones que son más fuertes que nuestros Estados nacionales.
El tema es que esta riqueza se va a otras arcas, y la megaminería es altamente contaminante, es desarticuladora de otros procesos productivos domésticos, es altamente consumidora de agua y energía, y uno se pregunta para qué. Hay seguramente varias respuestas a esta pregunta: hoy destacamos una, y en el resto de la jornada se escudriñarán otras, que es la necesidad de satisfacer cierta voracidad de la producción de mercancías, con procesos que acortan el ciclo de vida de los productos y así potencian las ganancias de las corporaciones. Yo recuerdo que mi abuela tenía un paraguas que todavía anda por ahí y tiene 50 años. Hoy es imposible pensar en un paraguas que dure 50 años.
Nos parece necesaria una revisión de la política minera en nuestro país, una política que debería privilegiar el rol del Estado, que mire cada proyecto en su impacto en la comunidad y en los recursos naturales, y que decida en consecuencia sobre la explotación del mineral. Si el balance es positivo, adelante, y si no, apreciemos la roca que tenemos bajo nuestros pies, a la espera de una sociedad más altruista y menos consumista.
Damos por iniciada nuestra Jornada, que no nos ha costado sangre pero sí sudor y algunas lágrimas, y agradecemos nuevamente a ustedes y a los panelistas.