El triángulo de Sabato
El recordado triángulo del físico y tecnólogo Sabato (Jorge A.) modelaba el desarrollo tecnológico del país con la interacción entre el Estado, el sistema nacional de ciencia y técnica y las empresas. Hoy se está desplegando en desarrollos tecnológicos de avanzada en el país.
Desde 1976 hasta 2003 el sentido común dominante en la sociedad establecía que nuestro país debía dedicarse a producir productos primarios y algunas pocas commodities industriales e importar todos los productos manufacturados, desde pastas o latas de choclo hasta los productos de “alta tecnología”, muy especialmente estos últimos.
El presente sombrío y el futuro misterioso
Lo que recorre este trabajo es el tema complejo de la fenomenología de la incertidumbre humana. La cuestión de la incertidumbre humana en este siglo es obvia, incluso, para los historiadores que suelen sentirse más cómodos con la familiaridad de los pasados de la humanidad que con el presente sombrío y el futuro misterioso. Becker (1994: xii-xiv) explicó que la “fenomenología de la incertidumbre” está caracterizada por manifestaciones de convergencia e intersección de épocas que causan inestabilidades y dudas acerca de las adecuaciones del orden normativo existente de la vida, falta de confianza en las cosmovisiones existentes, fragmentación de identidades, ruptura de los valores conocidos de sociabilidad y civilidad, y signos visibles de la vacuidad de las nociones sobre el Estado nación.
Por un país justo, democrático y soberano
El de 16 de agosto de 1953 se conformó la Confederación General Económica (CGE), presidida por José Ber Gelbard, que logró agrupar a una parte significativa de los empresarios nacionales de la ciudad y del campo en pos de proyecto nacional independiente del poder económico y las multinacionales.
Después del neoliberalismo: Estado y procesos políticos en América Latina.
La aparición de un libro de Carlos Vilas constituye siempre un acontecimiento para celebrar. Cuando lo leemos comprobamos una vez más que defiende el interés nacional y las conquistas populares, y que lo hace con seriedad, rigor técnico y muy buena prosa.
Jean Touchard, legendario director del Instituto de Estudios Políticos de la Universidad de Paris, solía recordar en su cátedra, que a escala internacional existían dos grandes escuelas de ciencias políticas: la norteamericana y la francesa. El rasgo distintivo de cada una -sostenía- era que la norteamericana estudiaba a fondo, exhaustivamente y con gran rigor en el método, problemas irrelevantes, que importaban a muy pocos. En cambio, la escuela francesa estudiaba con superficialidad temas fundamentales.