Reseña: "Las Cosechas son Ajenas. Historia de los trabajadores rurales detrás del agronegocio". De Juan Manuel Villulla.
Y la culmina ayudándonos a descubrir que se trata de una nueva generación de obreros asalariados, invisibilizada por el aislamiento y la dispersión en que realizan sus tareas, por su desarticulación político-sindical, y por la construcción de un ideario dominante que identifica al “campo” con un todo homogéneo, sólo poblado de productores o empresarios, sin procesos de concentración económica ni relaciones de explotación en su interior.
Desde el punto de vista estructural, entonces, el libro de Villulla propone un ajuste importante en el imaginario social y académico acerca de los actores que motorizan la producción agrícola pampeana, usualmente atribuida a distintos tipos de productores o contratistas. En ese sentido, apela a distintas fuentes estadísticas y documentales para detallar que las proporciones fundamentales de los granos son sembrados, cuidados y cosechados por obreros asalariados. Es decir, actores que no deciden qué se produce, cómo hacerlo, ni para qué destino. En línea con ello, el estudio ofrece por primera vez cálculos realistas –basados no sólo en la formalidad de las estadísticas, sino en un exhaustivo relevamiento en el terreno- sobre la parte ínfima de la facturación que queda en manos de los trabajadores respecto a la que se apropia la cúpula empresaria del sector. En una palabra, Villulla justifica el título de su libro demostrando por qué para la mayoría de sus productores directos, las cosechas récord fueron cosechas ajenas.
Por otro lado, es un lugar común atribuir los progresos recientes de la agricultura a las nuevas tecnologías, o a la organización de “redes” de distintos tipos de empresarios. En su libro, Villulla también propone otra mirada y analiza cómo, en última instancia, el contenido de los cambios técnicos apuntó a reducir los costos laborales y a aumentar la productividad del trabajo. Es decir, a lograr un aumento en la explotación obrera como condición para las ganancias empresarias. De ahí que a pesar de la reducción sustancial de los tiempos de trabajo socialmente necesarios para producir una hectárea de soja o maíz, la jornada laboral de los operarios de maquinaria haya tendido a prolongarse, redundando en desocupación para buena parte de los viejos peones asalariados; y en precariedad laboral para los que mantuvieran sus puestos, con una empleo estacional cada vez más breve –combinado con changas e ingresos varios-, o trabajando durante meses pero sin un punto fijo, a muchos kilómetros de sus hogares. En fin, transformaciones que tuvieron como efecto el deterioro de las condiciones de trabajo y de vida de los sujetos que hacen girar una de las ruedas maestras de la economía nacional.
La percepción de estos efectos sociales ha fomentado cierta crítica fetichista a los últimos cambios técnicos en la agricultura. En esta visión, el empeoramiento de las condiciones laborales o la desocupación de los trabajadores estarían generados por “las máquinas”. Las cosechas son Ajenas escapa a esta mirada cosificante y ofrece un ajuste conceptual para interpretar estas transformaciones regresivas: la realidad social detrás de las cosechas récord no es la mera consecuencia de cambios tecnológicos, sino de su rol en el marco del capitalismo, y dada una determinada correlación de fuerzas políticas. En este sentido, subraya que “los liderazgos más combativos del sindicalismo obrero rural fueron perseguidos y derrotados por la última represión dictatorial, intervenidas sus organizaciones, y echada por tierra toda la legislación conseguida por su movimiento en el siglo XX. […] La herencia legal instaurada por la Junta Militar fue convenientemente conservada por todos los gobiernos democráticos hasta 2011, y defendida por las entidades patronales en todas las instancias que existieron, invocándola como escudo de sus intereses cuando se quisieron poner en debate nada menos que los salarios y la duración de la jornada”. Por otra parte, el libro señala cómo luego de la década de 1990 el sindicato de los obreros rurales se reconstruiría, pero al precio de asociarse a sectores del poder político y económico, incluyendo a la cúpula de los empleadores rurales. Es decir, abortando la traducción de ese fortalecimiento estructural en una mejora sustancial para los trabajadores tranqueras adentro. Esta perspectiva repolitiza el estudio de la economía y la sociedad en el capitalismo agrario pampeano, y devuelve a los obreros el rol de protagonistas de su propia historia, a la vez que los recompone como sujetos de lucha, y los rescata de las concepciones estructuralistas que –conservadoras o progresistas- representan al trabajo como un mero factor pasivo de la producción o la estructura social. En este registro, Las cosechas son Ajenas tiene el valor extra de saltar las mediaciones institucionales o de fuentes documentales, y plasmar decenas de testimonios de los propios trabajadores, desde sus casas o sobre las cabinas de tractores y cosechadoras, que fueron entrevistados por el autor a lo largo de 13 localidades agrícolas de la zona pampeana en Santa Fe, Córdoba y Buenos Aires, junto a decenas de maestros y médicos rurales, ingenieros agrónomos, contratistas y productores, completando así casi 100 testimonios. Así, el libro deja ver cómo esta nueva generación de asalariados rurales se percibe a sí misma y a cada una de sus problemáticas, al agronegocio y al país en su conjunto. Allí emergen también sus diversas formas de resistencia silenciosa, puestas en juego para defenderse de las estrategias de disciplinamiento de sus empleadores en sus lugares de trabajo y en sus pueblos, con independencia –hasta ahora- de las estructuras gremiales o partidarias clásicas.
En síntesis, se trata de un aporte fundamental para la comprensión de la “cuestión agraria” en la Argentina contemporánea, en un terreno que hasta el momento había sido no inocentemente invisibilizado en el ámbito académico. El abordaje de Villulla de la situación de los obreros pampeanos logra dar cuenta de la complejidad del fenómeno bajo análisis, al tiempo que permite arribar a conclusiones originales respecto de las dinámicas particulares que el capitalismo dependiente adquiere en el agro argentino, y que implican un crecimiento cada vez mayor en los niveles de explotación de quienes en definitiva producen con su trabajo las riquezas del sector.