Salarios, desigualdad y sector externo bajo distintos regímenes macroeconómicos

[b]Realidad Económica 196[/b] [b]Rosalía Cortés*[/b] [b]Adriana Marshall**[/b] Diferentes estrategias económicas implementadas en la Argentina atribuyeron a los salarios un papel importante en obstaculizar el crecimiento económico y las políticas salariales diseñadas en cada etapa se apoyaron sobre esas concepciones. Durante el período de industrialización sustitutiva para el mercado interno reiteradamente se sostuvo que los aumentos de salario eran incompatibles con el crecimiento porque exacerbaban los desequilibrios en la balanza comercial. En la década de los '90 que se caracterizó por la combinación de apertura del comercio internacional y tasa de cambio baja se planteó en cambio que el supuestamente excesivo costo salarial impedía que las exportaciones argentinas fueran competitivas en el mercado internacional. En la etapa más reciente que comenzó en 2002, en la que los salarios han retrocedido a un bajísimo nivel y representan una reducida proporción de los costos de producción, aún no está claro cómo se visualizará su papel en relación con el sector externo. Para aportar algunos elementos al futuro debate acerca de este punto, en este trabajo se examinan las relaciones salarios-sector externo bajo distintos regímenes macroeconómicos, colocando el énfasis en la década de los '90. Estas relaciones experimentaron modificaciones en las diferentes etapas por las que atravesó la economía argentina, al variar tanto la incidencia de exportaciones e importaciones en el nivel del salario real como la influencia de los salarios sobre el volumen y composición de exportaciones e importaciones. En primer lugar se presenta sucintamente el marco de análisis. Después se discute la relación entre salarios, empleo y demanda de bienes transables en las distintas etapas económicas. Por último se analiza el papel de la pauta distributiva en relación con la restricción externa focalizando en la demanda de importaciones.

Modelo de análisis
Los modelos que describieron el funcionamiento de la economía argentina en la etapa de industrialización sustitutiva centrada sobre el mercado interno enfatizaban el "cuello de botella" derivado de los recurrentes déficit de la balanza comercial que frenaba el crecimiento (Braun y Joy, 1968; Díaz Alejandro, 1969; Canitrot, 1983). Además, estos modelos, que denominamos "standard" (Cortés y Marshall, 1986), atribuyeron un papel central al consumo interno, apuntando especialmente al de los asalariados, en determinar el volumen de bienes primarios disponibles para la exportación, así como la magnitud de las importaciones. En consecuencia, sostenían que los aumentos del consumo asalariado intensificaban el desequilibrio de la balanza comercial que impedía el crecimiento. A partir de estos modelos macroeconómicos hemos identificado un conjunto de variables que inciden sobre el salario real y la relación entre consumo asalariado y balanza comercial, y las hemos agrupado en cuatro categorías, cuyas variables están interrelacionadas:
1. nivel y tasa de variación del producto, del empleo asalariado y del salario nominal;
2. elasticidad de la oferta de exportables (que depende de la productividad de los sectores exportadores de bienes primarios e industriales), composición de las exportaciones, precio internacional de los bienes exportables, impuestos a las exportaciones, demanda externa para los bienes domésticos exportables, precio interno de los exportables (que depende, entre otros factores, de la tasa de cambio) y otras variables que influyen la demanda interna de exportables.
3. normativa (tarifas, cuotas) que regula las importaciones (bienes de consumo, intermedios, de capital), tasa de cambio, productividad en los sectores que producen bienes salario manufacturados y otros factores que afectan el precio relativo doméstico/importado;
4. pautas de distribución del ingreso asalariado, del ingreso del conjunto de los ocupados y del conjunto de los perceptores; propensión promedio y por estratos de ingreso al consumo (elasticidad gasto-ingreso) de bienes domésticos e importados; tasa de inflación, disponibilidad de crédito para el consumo, subsidios e impuestos al consumo de bienes y servicios y otros factores que inciden sobre el ingreso disponible y el volumen y distribución del consumo.
Respecto del primer grupo de variables, dado el comportamiento del producto, las variaciones del empleo asalariado y del salario dependerán de la elasticidad empleo producto (afectada por la tasa de variación de la productividad y sus determinantes) y de los determinantes del salario nominal, como contexto regulatorio y papel de los sindicatos. Estas variables inciden directamente sobre el nivel del consumo asalariado. Las del segundo grupo tienen un papel determinante sobre el volumen disponible para el mercado interno de los bienes salario exportables y su precio y, por lo tanto, afectan el salario real y la demanda interna de estos bienes. Las del tercer grupo definen la oferta de bienes importados y su precio relativo respecto de los producidos localmente, incidiendo sobre el salario real y la demanda de bienes domésticos e importados. Por último, las variables incluidas en el cuarto subconjunto influyen significativamente sobre el volumen y composición de la demanda de consumo en general y de bienes transables en particular.
En las secciones siguientes se analizan las relaciones entre estas variables en la etapa sustitutiva y cómo se fueron transformando durante la década de los '90, una vez implementado el programa de liberalización económica.

Salarios, empleo, consumo y demanda de bienes transables
A partir de la década de los '30 se delineó el modelo de crecimiento basado sobre la producción manufacturera para el mercado interno, que se afianzó más tarde perdurando, con algunas transformaciones, hasta fines de los '80, sólo interrumpido por un breve lapso de apertura comercial. De acuerdo con el modelo "standard" sobre la operación de la economía argentina durante el período sustitutivo, el crecimiento salarial tenía un efecto negativo sobre el volumen de exportaciones porque los bienes exportables eran también bienes salario (predominantemente carne y trigo) y su producción inelástica. Con respecto a las importaciones, se sostenía que los incrementos salariales generaban un aumento de la demanda de bienes de consumo que, a su vez, inducía una demanda derivada de importaciones de bienes intermedios y de bienes de capital. Dadas la escasez estructural de divisas, la inelasticidad de la producción primaria y la alta elasticidad gasto-ingreso en el caso de bienes con contenido importado, los aumentos en el salario real necesariamente generaban desequilibrios en la balanza comercial poniendo un freno al crecimiento (la "restricción externa"). Sin embargo, esta concepción minimizaba el papel del consumo de los sectores de altos ingresos y, en consecuencia, sobreenfatizaba el que históricamente había desempeñado el de los asalariados con ingresos medios y bajos (Cortés y Marshall, 1986). Esta visión sustentó frecuentemente la implementación de políticas de control del salario frente a las crisis de la balanza de pagos.
A partir de mediados de los sesenta aumentó la productividad en el sector agroexportador que, por lo tanto, estuvo en condiciones de responder a la demanda externa con aumentos en la producción, al tiempo que, entre las exportaciones agropecuarias, las agrícolas iban representando un segmento cada vez mayor frente a las ganaderas, debido a la creciente demanda externa de cereales y oleaginosas y a las barreras al ingreso de carnes argentinas en los mercados internacionales. A raíz de estas transformaciones el modelo "standard", aunque manteniendo aún sus rasgos básicos, pasó a tener una aplicabilidad limitada. De todos modos, ya desde la etapa anterior, la demanda internacional determinaba la disponibilidad y precio interno de la carne, incidiendo sobre el nivel de consumo interno (Cortés y Marshall, 1986). En realidad, no hay asociación entre variaciones de los salarios o del ingreso asalariado (masa salarial) y variación de las exportaciones de carnes para el período 1953-731.
En el largo período que transcurrió de los años '50 a los '70 los salarios, el empleo, el ingreso asalariado y el consumo privado estuvieron asociados positivamente con el nivel de actividad (cuadro Nº 1)2. Los aumentos de empleo y de los salarios expandían la masa salarial (cuadro Nº 1) contribuyendo a incentivar el consumo de bienes industriales producidos localmente, así como la demanda derivada de importaciones, tanto más cuando, en algunos períodos, los precios de bienes y servicios básicos estuvieron subsidiados a través de retenciones a las exportaciones de bienes primarios y control de precios de alimentos, transporte, alquileres, etc3. Si bien los sectores (asalariados y no asalariados) de altos ingresos explicaban la mayor proporción del consumo de bienes manufacturados con contenido importado (Cortés y Marshall, 1986), dado que los aumentos salariales se extendían al conjunto de los asalariados, aquellos con ingresos bajos también participaban en la demanda inducida de importaciones. Las sucesivas devaluaciones, implementadas en este período para equilibrar la balanza comercial, se trasladaban a los precios internos, recayendo sobre los salarios e iniciando una puja distributiva que desembocaba en espirales inflacionarias. Estas tendencias de largo plazo fueron interrumpidas por la apertura externa de 1976-81 (más profunda en 1979-81) y la sobrevaluación del peso de 19804, que provocaron un vertiginoso crecimiento de las importaciones de bienes de consumo final; éstos, de un 5% del total de las importaciones en 1970, pasaron a representar un 18% en 1980. En este período, dado que a partir de 1976 se implementó un congelamiento salarial que se tradujo en una fuerte caída del salario real, el ingreso asalariado tuvo escaso papel explicativo en el aumento de las importaciones.

Cuadro Nº 1. Relaciones entre producto, salario, empleo, masa salarial, consumo privado e importaciones, 1953-2001

Fuente: estimaciones propias sobre EPH, total urbano, octubre.

Notas
* FLACSO-CONICET rcortes@fibertel.com.ar
** CONICET-IDES marshall@mail.retina.ar

1 Para el período 1958-1980 la relación inversa entre estas variables es estadísticamente significativa debido a lo ocurrido en 1974-80. En este último período la relación salario real-exportaciones de carne es negativa, pero la correlación tiene un carácter espurio, porque el movimiento del volumen físico de las exportaciones estuvo influido por otros factores, como el cierre de mercados internacionales y consecuente abaratamiento del precio de la carne (además de otros factores, ver Cortés y Marshall, 1986), que a su vez incidió positivamente sobre el monto del salario real.
2 En el cuadro Nº 1 se presentan sólo los coeficientes de Pearson; el análisis de regresión, factible para estas series de largo plazo, apoya los resultados de las correlaciones.
3 Por ejemplo, entre 1943 y 1959 los alquileres fueron repetidamente regulados, y los precios de algunos alimentos estuvieron controlados hasta 1975 (ver Marshall, 1981).
4 Sobre este punto, véase Gelbard (1990).
5 Este proceso fue común a algunos países latinoamericanos, por ejemplo México en 1988-94 (ver Moreno-Brid, 1998).
6 Sobre la base de datos (en dólares estadounidenses) en www.indec.mecon.ar.
7 Ver Schvarzer (1997) y Giosa (2000). Así como se sustituyó producción local por importada en el caso de los bienes de consumo, el precio relativo de los insumos intermedios y bienes de capital importados contribuyó a sustituir su producción local.
8 Según Moreno-Brid (1998) la restricción originada en el endeudamiento sería una versión revisada del modelo de la restricción de la balanza de pagos.
9 Véase por ejemplo Schvarzer (1997).
10 Véase Cortés y Marshall (1986) sobre la etapa sustitutiva y la liberalización de fines de los '70.
11 Acerca de los efectos de las políticas económicas sobre la distribución del ingreso desde 1976, ver Marshall (1998).
12 Si bien 1974 fue un año singular en muchos aspectos, la literatura coincide en señalar un aumento de la desigualdad a partir de 1976 respecto de períodos previos.
13 En 1996 los primer y segundo quintiles asignaban un 73% y el 68% del gasto, respectivamente, a alimentos, vivienda y transporte; a salud y educación, un 7% y 9%; en total, un 80% y 77%, respectivamente, se destinaba al consumo de bienes y servicios básicos. El gasto en servicios públicos privatizados (excluido transporte) representaba un 7% y 8% adicional, respectivamente (Arza, 2002).
14 La masa salarial de ambos segmentos de ingresos, en las dos estimaciones, se calculó aplicando la estructura de ingresos de los asalariados ocupados de cada año (según EPH) al número de asalariados, estimado sobre datos de www.observatorio.net.
15 Debido a las características de los relevamientos, los sectores medios y altos a los que se hace referencia no incluyen a los asalariados con más altos niveles de ingreso. Tampoco hay información sobre los sectores de más altos ingresos no asalariados.
16 Un ejercicio basado sobre las elasticidades gasto-ingreso por tipo de bien para cada estrato y volumen consumido por cada estrato en 1996 (ENGH) podría aportar indicios para resolver este interrogante, si se admitiera que es posible extrapolar dichos resultados a los que hubiera tenido una pauta distributiva menos desigual que la que efectivamente caracterizó a este período. Otro ejercicio que podría aportar información sería una encuesta panel de gasto de los hogares. Estas opciones quedan abiertas a la investigación.

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