El año del satélite
El lanzamiento del Arsat-1 es un hito de la historia argentina. Uno de los protagonistas de su desarrollo, el gerente general de Invap, Héctor Otheguy, explica la importancia de la visión política para respaldar estos proyectos tecnológicos.
El triángulo de Sabato
El recordado triángulo del físico y tecnólogo Sabato (Jorge A.) modelaba el desarrollo tecnológico del país con la interacción entre el Estado, el sistema nacional de ciencia y técnica y las empresas. Hoy se está desplegando en desarrollos tecnológicos de avanzada en el país.
Desde 1976 hasta 2003 el sentido común dominante en la sociedad establecía que nuestro país debía dedicarse a producir productos primarios y algunas pocas commodities industriales e importar todos los productos manufacturados, desde pastas o latas de choclo hasta los productos de “alta tecnología”, muy especialmente estos últimos.
Cuna de satélites: Invap tiene la fórmula del éxito
"¡Todo según lo esperado, todo! ¡Cada paso es un aplauso!"
Desde Benavídez, la voz de la joven ingeniera Ana Caumo, que el 16 de este mes fue la encargada de dar el OK de su equipo para el lanzamiento del primer satélite geoestacionario argentino, vibra de entusiasmo.
En una pausa de la vigilia de 10 días, en los cuales cumplió turnos alternados con sus colegas para controlar durante las 24 horas las maniobras que culminaron exitosamente ayer, destinadas a ubicar el paquete de tres toneladas a 36.000 km de altura, confiesa que nadie quiso perderse ni un detalle.
Argentinos en órbita
El triunfo tecnológico de esta semana es la culminación de un cambio enorme en las prioridades del sector. El insólito negocio de Nahuel 2, las demoras para lanzar el segundo satélite y la intervención de Néstor Kirchner para crear uno íntegramente argentino.
Para poder poner un satélite en el espacio, los países del mundo se reparten las órbitas. Es decir, hay un organismo especializado de las Naciones Unidas, llamado Unión Internacional de Telecomunicaciones (UIT), que distribuye las “cajas espaciales”. La Argentina tiene asignadas dos 1). Una está a 72 grados de longitud Oeste. La otra, corresponde a 81 grados Oeste. Ambas posiciones orbitales se miden con respecto al meridiano de Greenwich. El Arsat-1, lanzado el jueves, ocupará la de 72 grados. ¿Por qué ser tan específico con estos datos? Sígame por acá y verá.
La actividad espacial en el desarrollo nacional
Mañana está previsto el lanzamiento desde la base Vanderberg de la Fuerza Aérea norteamericana en Lompoc, California, del satélite argentino más grande y complejo que se haya diseñado en nuestro país, el SAC-D Aquarius, en el marco del Plan Espacial Nacional cuya revisión 2004-2015 fue aprobada por el ex presidente Néstor Kirchner a poco de asumir. El SAC-D es un destacado logro científico de nuestro país desarrollado por la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) –que depende de la Cancillería argentina–, en cooperación con la NASA de los Estados Unidos, con la participación de entes del Sistema Nacional de Ciencia y Tecnología y empresas del sector. Unas dos horas luego de su lanzamiento podremos saber si el satélite, que superó durante meses todas las pruebas y revisiones previas, alcanzó con éxito el objetivo de la puesta en órbita.
Un país invitado para quedarse
¿Qué sabe usted de la Conae? Seguramente, si hiciéramos una encuesta en la calle y preguntáramos sobre dos siglas: NASA y Conae, Ud., ¿qué contestaría? Me atrevo a decir que más del 90 por ciento de la gente diría que sabe muy bien lo que es la NASA, pero que nunca escuchó hablar de la Conae. Sin embargo, la Conae es “nuestra” NASA. En un hecho inédito para la Argentina, la NASA poco menos que “invitó” a la Conae a que se presente con un proyecto para fabricar el satélite que llevaría a bordo –entre otros instrumentos– al Aquarius. Los norteamericanos “necesitan” que el Aquarius esté orbitando la Tierra lo antes posible para monitorear la concentración de sal en los océanos. Y no es que ellos mismos no puedan fabricar el satélite, es obvio que sí, pero la sociedad con la Argentina provee también algunos factores extras no sencillos de conseguir: más de 200 científicos entre ingenieros, astrónomos, físicos, matemáticos, especialistas en estadísticas, en computación, en desarrollo de software, técnicos de primerísima calidad. Y todos juntos en el mismo país: la Argentina.