El “neo-desarrollismo” suramericano, entre esperanzas y resistencias populares

No es el panorama ni el curso histórico que muchos analistas previeran para Suramérica hasta un par de años atrás. Pero es al que tienden crecientemente en su evolución, de una u otra manera, la mayoría de los países de la subregión: la adopción de proyectos de crecimiento de más amplia base, que liderados desde el estado pretenden dinamizar la actividad económica al mismo tiempo que superar la pobreza y la desigualdad. Una búsqueda que se apoya en las tendencias que se verifican en la realidad política y económica internacional de los últimos años, en las estructuras políticas, económicas y sociales con que se cuenta en cada país y en las correlaciones de fuerzas sociales y políticas que se han ido creando.

Una opción “neo-desarrollista” que, por lo mismo, no cuenta con las mismas perspectivas ni significado para cada uno de los países suramericanos, dada la muy diversa complejidad estructural que tienen en lo económico-social, por una parte, y la diversidad de su desarrollo político-institucional, por otra. Pero que en lo inmediato se presenta favorecida para todos, por los influjos que hacia la sub-región llegan desde los ajustes que experimenta el sistema capitalista internacional en su actual fase de crisis y por el posicionamiento que en esa situación ha ido tomando Brasil, convertido no sólo en la séptima economía industrial del planeta, sino en la potencia hegemónica y articuladora de lo que empieza a proyectarse políticamente como un bloque regional.