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El zapatismo es uno de los movimientos populares contra el neoliberalismo más importantes del mundo, y si logra vincularse con otros grupos sociales a nivel internacional "podrá cambiar el curso de la historia contemporánea", consideró el intelectual estadunidense Noam Chomsky. En vísperas de la llegada de la caravana del EZLN a la ciudad de México, Chomsky afirmó en entrevista con La Jornada que "este es uno de los movimientos populares más importantes que se han desarrollado por todo el mundo durante lo que, esencialmente, ha sido el periodo neoliberal".
A lo largo de ese tiempo, señala, comenzaron a surgir expresiones sociales que incluyen a los zapatistas en México, los Sin tierra de Brasil y los movimientos campesinos de India, y también la creciente oposición popular a la globalización empresarial que se ha expresado en el Norte, y que se evidenció en Seattle y otros lugares del mundo industrializado.
"Todo es una respuesta, desde varios frentes, esencialmente a la misma cosa: un arreglo de políticas sociales y económicas que fueron conscientemente instituidas desde los 70 y que han reducido drásticamente las tasas de crecimiento por todo el mundo, han llevado al estancamiento o disminución de salarios e ingresos para la mayoría de los trabajadores", agregó el profesor del Massachussets Institute of Technology. "Ha habido un crecimiento, claro, pero ha sido muy concentrado en sectores restringidos".
El reconocido catedrático de lingüística, considerado uno de los intelectuales más importantes del mundo, dijo que el zapatismo, su marcha a la ciudad de México y los vínculos que se están forjando internacionalmente entre estos movimientos son actos "esperanzadores".
"La cosa más importante sería si estos diversos movimientos dispersos por todo el mundo logran construir vínculos de solidaridad y apoyo", señaló Chomsky. "Si es posible que se vinculen, y si logran apoyarse entre sí, podrán cambiar el curso de la historia contemporánea".
Es este potencial de solidaridad y apoyo mutuo lo que espanta a las cúpulas en Estados Unidos y otros países, indicó. "El mundo empresarial y político está intentando hacer todo para evitar que eso suceda". Como ejemplo señaló la reducida cobertura de la marcha zapatista que han hecho los medios masivos de comunicación en Estados Unidos; esto, dijo, es una decisión consciente para evitar el desarrollo de estos vínculos. "Les gusta caracterizar a estos movimientos como ONG marginales enloquecidas, pero saben muy bien que eso no es verdad", comentó.
Son los movimientos sociales que no participan en los canales institucionales de la política -llamados extraparlamentarios- los que generan los cambios políticos, subrayó. Por ejemplo, indicó, si se logra la aprobación y aplicación de los acuerdos de San Andrés dentro del circuito parlamentario, será el resultado de una lucha social que promovió este cambio desde fuera de ese circuito político institucional.
EZLN, clave porque lucha por una democracia efectiva
Movimientos como el zapatista son clave en la coyuntura actual precisamente porque luchan por una democracia efectiva, ya que el marco neoliberal permite sólo una democracia electoral formal. "El marco neoliberal entero, después de todo, está diseñado para minar la democracia", sostuvo.
"Uno puede ver esto de forma dramática en América Latina durante los últimos 20 años. Puede tener, ciertamente, una democracia formal. Eso es, uno puede permitir a la gente acudir a las urnas y seleccionar a uno u otro representantes del mundo empresarial. Eso es posible. Pero qué tanta democracia efectiva existe en verdad, es otro asunto".
Señaló que las encuestas demuestran que "la gente está más y más desilusionada con la democracia, aunque no se opone a ella".
Y existe un nombre para este tipo de sistema político formal en la literatura de las ciencias políticas, apuntó el intelectual estadunidense: "se llama policracia; allí se le asigna al público el papel de espectador, no de participante. Su función en un sistema democrático formal es presentarse de vez en cuando, marcar una boleta -lo que en la práctica es seleccionar entre sectores de las clases ricas privilegiadas- y regresar a casa".
Un ejemplo de la policracia, explica Chomsky, se produce en Estados Unidos. "Esa es la manera en que se construyó el sistema constitucional estadunidense".
La Constitución original otorgó el sufragio sólo a los dueños de propiedad, y Chomsky señala que uno de los redactores del documento, y también uno de los "padres" de la nación, James Madison, declaró que la intención de este marco legal para el nuevo país era "proteger de la mayoría a la minoría opulenta". Desde entonces, los ciudadanos comunes, los negros y las mujeres han ganado el derecho al voto, pero Chomsky señala que sólo "como resultado de la lucha popular".
Hoy, la desilusión con la democracia formal que se expresa en América Latina también se registra en Estados Unidos. "En las últimas elecciones se realizaron encuestas muy cuidadosas porque el empresariado deseaba saber lo que estaba pensando el pueblo", refirió Chomsky. "Fue notable: 70 por ciento de la población no considera que se celebró una elección. Percibió esto como algo totalmente ajeno a ellos, un juego de gente rica, candidatos seleccionados por la industria de relaciones públicas que carecen de toda credibilidad". Como resultado, dijo, la gente no votó o decidió emitir un sufragio no sobre los temas, sino sobre las personalidades de los candidatos.
Por eso, reiteró Chomsky, estos movimientos, tanto en el Sur como el de los zapatistas, así como sus expresiones en el norte del planeta, son " muy esperanzadores".