Textos relacionados - Marx más allá de Marx
INTRODUCCIÓN [· ]
Por Harry Cleaver
Primero y principal: Marx más allá de Marx de Toni Negri es un libro para militantes revolucionarios. Formalmente, el libro es una lectura de los Grundrisse de Marx- una amplia reinterpretación de los cometidos centrales y desarrollos particulares de los manuscritos de 1857 de Marx. Pero es más que eso. Marx más allá de Marx es, por sobre todo, una apasionada obra política destinada a presentar una alternativa a las interpretaciones ortodoxas de Marx, al demostrar como los Grundrisse contienen una visión científica marxista de la lucha de clases y la revolución en acción. Para cumplir este objetivo, Negri entreteje una feroz polémica y un detallado examen y reinterpretación del texto. Marx más allá de Marx es un libro difícil, y su dificultad crea el peligro de que su estudio se limite a los marxistas académicos. Esto sería trágico. Hemos editado y traducido este libro no para agregar otro volumen a las estanterías de los marxistas anglo parlantes, sino para poner una nueva y excitante arma en las manos de los militantes de la clase trabajadora. Por complejo que pueda ser Marx más allá de Marx –y su dificultad deriva tanto de las complejidades básicas de los Grundrisse como del propio lenguaje teórico de Negri- su estudio merece el esfuerzo de todo militante que busque nuevas vías para comprender y utilizar al marxismo para la lucha de la clase trabajadora en la crisis actual.
Para Negri, los Grundrisse representan la "cima del pensamiento revolucionario de Marx"- una cima que puede proveer una poderosa fundamentación para la práctica política revolucionaria. Negri contrasta los Grundrisse con El Capital, el que, señala correctamente, ha sido con frecuencia interpretado de un modo objetivista y determinista para justificar políticas reaccionarias. Negri sostiene que es más difícil hacer esto con los Grundrisse. En estos manuscritos descubrimos a un Marx menos pulido pero más apasionado, escribiendo febrilmente en las noches de la crisis de 1857. Los Grundrisse no son un preludio a El Capital, ni tampoco un bosquejo de una obra posterior, más madura.
En realidad son los Grundrisse la obra más amplia y profunda, y es aquí donde podemos encontrar la más completa y rica elaboración de los conceptos marxistas sobre la lucha de clases como constitutiva y –finalmente- destructora del capitalismo. En esto, Negri difiere de otros intérpretes de los Grundrisse, tales como E. Hobsbawm o Roman Rosdolsky, muchas de cuyas posiciones desafía en el transcurso de este libro.
Negri inicia su comentario sobre los Grundrisse observando como la disección que efectúa Marx sobre la teoría del dinero de Alfred Darimon fue un pretexto utilizado para explorar las relaciones entre dinero y crisis, entre dinero y lucha de clases. Muchos de los que lean a Negri escribiendo acerca de Marx podrán objetar que su interpretación de los Grundrisse es, a veces, también un pretexto para desarrollar su propio análisis acerca de la lucha de clases. Él-pueden protestar- toma de Marx sólo lo que le sirve. Mientras trabaja sobre los manuscritos de Marx,-desdeñando un poco de análisis aquí (sobre el trabajo productivo), lamentando la ausencia de análisis allí (la ausencia de un capítulo dedicado al salario y la subjetividad de la clase trabajadora), disculpando otras muestras de lapsus filosóficos (la ley general del desarrollo histórico), y marcando numerosas instancias de ambigüedad y limitación analítica- resulta obvio que Negri ha armado una interpretación de las principales líneas argumentales de Marx utilizando su propio proceso selectivo. Pero no debe asustarnos el elegir y hurgar entre las ideas de Marx. Esto es lo que siempre han hecho los marxistas, ya sea que se den cuenta o no. Los marxistas tradicionales han enfocado siempre los elementos objetivistas de Marx, porque se ajustaban mejor a sus necesidades políticas. La teoría crítica parece haber ignorado la teoría de Marx acerca de la clase trabajadora como sujeto, tal vez por un profundo pesimismo adquirido en períodos de crisis. Aquellos de nosotros que compartimos el compromiso de Negri con la renovación constante de la práctica revolucionaria, podemos buscar aquellos elementos de Marx que nos posibiliten el análisis de nuestras propias luchas. Muchas generaciones de marxistas nos han transmitido el hábito de percibir los mecanismos de la dominación. Lo que ahora necesitamos es usar a Marx para descubrir los mecanismos de la liberación. Podemos dejar a los Marxólogos el debate acerca de si Negri interpreta exactamente lo que Marx quería decir. Podemos leer a Negri por Negri, y juzgar por sus propios méritos la profundidad de sus observaciones. Cuando al final del capítulo 5 Negri cuestiona la exactitud de su interpretación, estamos tentados de decir "no importa." Si Marx no quiso decir lo que Negri dice, peor para Marx. Este es, me parece, el único impulso que nos puede conducir por el sendero de Marx de tal modo que podamos llegar "más allá de Marx."
La lectura que Negri efectúa de los Grundrisse es lo que yo denomino una lectura política, en tanto su trabajo consiste en mostrar como cada categoría y relación examinada por Marx "se relaciona y clarifica la naturaleza antagonística de la lucha de clases." Al mismo tiempo-y aquí está el campo de su polémica- examina el sentido de este análisis para la estrategia política de la clase trabajadora. Desde los primeros capítulos de Marx mas allá de Marx, en su investigación de los análisis de Marx acerca del dinero como una crítica del poder, reconocemos que para Negri no existe una esfera "política" separada en Marx. Entendida como el escenario de la lucha de clases, la política es omnipresente; todas las categorías son políticas. No es preciso disecar a Marx más allá de Marx para hallar pasajes "políticos." Cada línea es un momento político. Hay aquí una excitación política que empuja hacia delante al lector, por los pasajes más difíciles, en dirección a análisis cada vez más concretos de la lucha de clases.
Este enfoque es radicalmente distinto de aquel del marxismo tradicional, que ha considerado a la política como un sujeto entre otros, en especial distinto de la economía, y, con frecuencia, ocultado cuidadosamente en el altillo de la superestructura. Por años el marxismo ha sido esterilizado al reducirse a una crítica de la hegemonía capitalista y sus "leyes de movimiento." La fascinación de los marxistas con los mecanismos capitalistas de despotismo fabril, de dominación cultural y de manipulación de las luchas de las clases trabajadoras, los ha cegado a la presencia de un sujeto verdaderamente antagónico. La clase capitalista es el único sujeto que reconocen. Cuando observan la lucha de la clase trabajadora, suelen considerarla como una derivación del propio desarrollo capitalista. La auténtica dinámica del desarrollo capitalista es ubicada invariablemente entre las contradicciones " internas" que surgen entre los capitalistas en cuanto competidores.
La lectura que Negri efectúa de los Grundrisse está hecha para enseñar-o recordar- que siempre ha habido no uno, sino dos sujetos en la historia del capitalismo. Su lectura política sigue el desarrollo cronológico de los manuscritos en dos niveles interconectados; lleva adelante simultáneamente un análisis de los contenidos políticos de las categorías y examina el método utilizado por Marx al desarrollar su trabajo. En ambos niveles, argumenta, observamos una tensión creciente entre la dialéctica del capital y una lógica de separación antagonista de la clase trabajadora. La dialéctica no es algún tipo de ley metafísica de desarrollo cosmológico. Es, en realidad, la forma con la cual el capital busca detener la lucha de la clase trabajadora. En otras palabras, cuando el capital logra aferrar exitosamente la subjetividad de la clase trabajadora al yugo del desarrollo capitalista, ha impuesto la contradictoria unidad de una relación dialéctica. Pero amarrar las luchas de la clase trabajadora, imponer una unidad, implica que el capital debe derrotar a este otro sujeto-la clase trabajadora- que se mueve y desarrolla con su propia lógica separada. Esta lógica, argumenta Marx, es no-dialéctica. Es una lógica de antagonismo, de separación, que caracteriza a una clase que no busca controlar a otra, sino destruirla, a fin de liberarse a sí misma. Dos lógicas diferentes para dos clases diferentes y opuestas.
Negri muestra que Marx vislumbró claramente cómo el desarrollo histórico de la sociedad capitalista ha involucrado siempre el desarrollo de la clase trabajadora como un sujeto separado y antagónico- un sujeto que desarrolla el poder de colocar al sistema en crisis y destruirlo. Él señala cómo, en los Grundrisse, Marx logra trazar el desarrollo simultáneo de ambos sujetos. Y cómo Marx, al mismo tiempo que rastrea al capital desde su formal dominación de la producción por medio del dinero, hasta su directa dominación de la producción y la circulación, en el nivel del mercado mundial y las crisis, simultáneamente saca a la luz el crecimiento de la clase trabajadora, desde fuerza de trabajo viviente dominada, al estadio de proletariado industrial, y a su pleno desarrollo como clase revolucionaria en el nivel de la reproducción social. Dos sujetos, unidos por el poder de uno para dominar al otro, pero, también, dos sujetos históricos, cada uno con el poder de actuar, de tomar la iniciativa en la lucha de clases.
¿Qué ha sucedido con la hegemonía capitalista? ¿Con la objetividad de las leyes de movilidad del capital? ¿Con la principal fuente del crecimiento capitalista en la interacción competitiva entre los capitalistas? Desde el punto de vista del sujeto clase trabajadora en desarrollo, la hegemonía capitalista es, a lo sumo, un tenue, momentáneo control, quebrado una y otra vez por la lucha de los trabajadores. No nos debe confundir el hecho de que los capitalistas han sido capaces, hasta el momento, de recuperar el control con el concepto de una hegemonía inmodificable. En un mundo de dos sujetos antagónicos, la única objetividad es el desenlace de sus conflictos. Como en la física, donde dos vectores de fuerza crean un vector resultante cuya dirección y magnitud es distinta de la de ambos, así también en la lucha de clases que constituye el desarrollo del capital, las "leyes de movimiento" son los desenlaces no planificados de la confrontación. Sin embargo, en el desarrollo de este choque de subjetividades, el continuado desarrollo de la clase trabajadora desde fuerza de trabajo dominada hacia clase revolucionaria (crecimiento de la fuerza relativa del vector clase trabajadora) debilita el control capitalista e impone sus propias direcciones al desarrollo social. Por esto, la competencia entre capitalistas no es tanto una fuerza conductora, sino lo que Negri llama "sórdidas peleas familiares" sobre las que los dirigentes tratan de imponer disciplina a la clase trabajadora.
Es este análisis de la subjetividad de la clase trabajadora el que le da a la obra de Negri inmediata importancia para aquellos que el lucha. En este período en el que el capital intenta usar las políticas fiscales y monetarias como armas contra la clase trabajadora, los análisis de Negri nos ayudan a comprender que las crisis capitalistas son siempre crisis de su capacidad de controlar a la clase trabajadora. Una crisis global, como la actual, argumenta Negri, solo puede ser provocada por las luchas combinadas y complementarias de las clases trabajadoras mundiales, operando simultáneamente en la producción y reproducción- en el más alto nivel de socialización. En la lectura de Negri descubrimos todo esto en ese nivel general de abstracción que Marx pudo alcanzar escribiendo en medio de la crisis de 1857. Pero también podemos examinar estas abstracciones dentro de las determinaciones concretas de nuestra propia ubicación y luchas en el interior del capitalismo. La obra de Negri está claramente concebida con este proyecto en mente. ¿Y no es acaso este el aspecto más excitante del marxismo: su utilidad para explorar nuestro propio poder transformador como sujetos vivientes?
La lectura comienza con las primeras notas de Marx: sobre el dinero, el dinero en la crisis, y, finalmente, el dinero como poder. Dentro y detrás del dinero, Marx descubre el valor, y las relaciones sociales de producción. En el nivel social, el dinero es (por sobre todo) poder capitalista sobre el trabajo. Pero el poder capitalista sobre el trabajo es la capacidad de forzar a la gente hacia el mercado laboral, forzar a la gente a trabajar para el capital en la producción y producir trabajo excedente en el proceso de trabajo. ¿Qué podría ser más relevante hoy, cuando el capital está utilizando políticas monetarias, en los niveles nacionales e internacional, como arma contra el consumo de la clase trabajadora? Más aún, ese ataque monetario sobre el consumo se dirige directamente a forzar a la gente a trabajar, y controlar el intercambio entre trabajo y capital de modo de incrementar las ganancias (trabajo excedente)
Aún en este estadio, los argumentos de Marx-y los análisis que de ellos efectúa Negri- nos sorprenden con su actualidad y aptitud para aplicar al presente. Si Marx se hubiera detenido aquí, hubiera sido otro marxista más profundizando en la naturaleza de la explotación capitalista. Pero no lo hizo.
Como señala Negri, Marx comprende claramente que el poder del capital de expropiar trabajo excedente es un poder ejercido sobre un "otro" cuya subjetividad debe ser ajustada a los designios del capital. Marx explora esta subjetividad y descubre que pelea contra la primitiva acumulación de las clases: la forzada creación del mercado laboral y la forzada sumisión de las gentes a la vida de los trabajadores. El explora esta subjetividad y ve que lucha en contra de ser forzada a trabajar.
Aunque pinta una horrorosa historia del trabajo viviente siendo dominado por el trabajo muerto controlado por los capitalistas, Marx también deja en claro que el trabajo viviente no puede ser muerto totalmente, o el mismo capital moriría. La ironía de la reproducción capitalista es que debe asegurar la continua reproducción del sujeto viviente. El antagonismo es recreado en niveles más y más altos a medida que se desarrolla el capital. Lo que comienza como el horror de un trabajo muerto tipo zombie arrojado contra el trabajo viviente, se transforma, con el tiempo, en un intento cada vez más desesperado del capital de proteger su propia existencia contra una cada vez más poderosa y hostil clase trabajadora. El capital nunca podrá vencer, totalmente y para siempre. Deberá tolerar la continua existencia de una subjetividad ajena que constantemente le amenaza con destruirlo. ¡Qué visión: el capital viviendo en el continuo temor de perder el control sobre la clase hostil que ha generado! Esta es la plácida y pacífica hegemonía capitalista del marxismo tradicional vuelta al revés, transformándose en una pesadilla de la clase gobernante.
Cuando el trabajo excedente (valor) toma la forma monetaria de ganancia, se vuelve una plusvalía socializada a nivel de capital social. Se vuelve tanto un polo como una medida del desarrollo antagónico del capital. En este punto, la ley de las crisis capitalistas emerge en los Grundrisse como la continua contradicción entre la clase trabajadora como trabajo necesario y el capital como trabajo excedente. La dinámica fundamental de dicha ley produce la tendencia a la caída de la tasa de ganancia. Esta tendencia, tanto tiempo mistificada por los marxistas, es, en la interpretación que Negri hace de Marx, una manifestación fácilmente comprensible del modo en que la lucha de la clase trabajadora bloquea el desarrollo capitalista. Aunque podamos criticar algunas de las formulaciones de Negri (no es preciso argumentar que la lucha de la clase trabajadora aumenta el trabajo necesario en cuanto dicha lucha fuerza al capital a incrementar la composición orgánica del capital por medio de su estrategia de plusvalía relativa), la verdad básica es aguda y reveladora. Es la continua presión de la clase trabajadora sobre el capital la que acentúa las contradicciones y crea las crisis. Cada vez que el capital responde a las demandas de los trabajadores expandiendo el capital fijo y reorganizando el proceso laboral, la clase trabajadora se recompone políticamente en un nuevo ciclo de lucha. Todas las implicancias de este proceso se ven claramente en las lecturas de Negri de los fragmentos de Marx sobre las máquinas. Vemos como la frenética acumulación de capital fijo le deja menos y menos margen al capital para imponerse al trabajo y extraer trabajo excedente, destruyendo las bases mismas de la dominación capitalista. Cuanto mayor valor pone en acción el capital, menor es la proporción de plusvalía que puede apropiarse. Hoy, mientras el capital procede a sustituir cada vez más máquinas robot para amenazar a los trabajadores industriales, se enfrenta al problema de fondo que Marx vislumbró en los Grundrisse: una creciente dificultad en hallar nuevos caminos para poner a la gente a trabajar, a fin de controlarlos socialmente.
El análisis del sujeto clase trabajadora en el punto de la producción es, entonces, desplazado en el análisis de Marx a la esfera de la circulación. Aquí Negri trae cuidadosamente el argumento de Marx referido a la circulación como el nervio que organiza y cohesiona no solo los diversos momentos de la producción, sino todas las condiciones sociales de la reproducción. La circulación involucra la socialización del capital- su emergencia como capital social. Pero, de nuevo, no nos quedamos tan solo con una oda a la comprensión de la hegemonía capitalista. Explorando los análisis de Marx sobre la caracterización dual del salario, Negri saca a relucir como funciona el salario para la clase trabajadora. Este es el campo de la circulación en pequeña escala: del intercambio de fuerza de trabajo por salario y el subsiguiente intercambio del salario por valores de uso, aquellos productos del trabajo necesario que satisfacen las necesidades de la clase trabajadora. El salario aparece aquí como poder de la clase trabajadora para imponer sus necesidades, y la extensión de dicho poder está determinada por la propia lucha de clases.
Una vez más podemos estudiar la inusual pero inspiradora visión del capital luchando desesperadamente por contener un sujeto de la clase trabajadora que se desarrolla autonómicamente. Empeñado en la continua extensión y diversificación de sus propios proyectos y necesidades, al mismo tiempo que rehúsa con más fuerza el control capitalista por medio de la imposición del trabajo excedente. ¿No estamos, otra vez, en un momento contemporáneo del análisis? ¿Qué fueron los ´60 y los ´70, si no una simultánea explosión de las necesidades autónomas y del rechazo al trabajo capitalista? ¿Qué son los ´80, sino una renovada ofensiva capitalista para contener la explosión de necesidades, hacerlas retroceder por medio de un vicioso ataque al consumo, al salario?
Negri argumenta que el análisis de Marx alcanza sus más altos niveles en el tema del mercado mundial, donde el imperialismo capitalista, escapando de los obstáculos que la lucha de clase le plantea a nivel local, expande su antagonismo de clase por todo el planeta. Este es el momento del mercado mundial, pero también de la factoría mundial y de la clase trabajadora internacional. Desde este momento, el capital sólo puede responder al ataque de la clase trabajadora reorganizando internacionalmente su moderno aparato industrial e intentando reorganizar la reproducción global del trabajo y del mercado laboral. ¿No es este el actual proyecto del capital en crisis? ¿No es la denominada "reindustrialización" una reestructuración capitalista diseñada para descomponer el poder de la clase trabajadora que creó la crisis, y crear nuevas condiciones de desarrollo? Ciertamente, intenta hacer esto de muchos modos, en muchos países.
Pero la crisis continúa, pues el capital ha fracasado en producir esa descomposición. Y ese fracaso es, simultáneamente, una medida del poder de la clase trabajadora para proteger el terreno ganado, e, incluso, en algunos lados, llevar adelante su ofensiva. Escuchar las monótonas letanías de los himnos del marxismo tradicional al poder capitalista es estar aplastado y agotado por el destino. Leer a Negri-y por su intermedio a Marx- es recobrar la fuerza con el sentido del movimiento y el dinamismo de la clase trabajadora. ¡Es comprender lo tenue del control capitalista, y las posibilidades reales, tangibles, de su destrucción!
Al final del libro, Negri enfoca directamente la cuestión central derivada de la emergencia de la subjetividad de la clase trabajadora: la revolución, el fin del capitalismo y la creación de una nueva sociedad. El eje de su discusión de este tema recuerda al Manifiesto Comunista, pues subraya las derivaciones de sus lecturas de los Grundrisse para la emergencia de una nueva sociedad comunista (conserva el término marxista), y rechaza otras posturas contemporáneas.
En el lenguaje del marxismo tradicional, la revolución y la emergencia de una nueva sociedad han sido siempre asociadas a la cuestión de la "transición": el pasaje por el socialismo hacia el comunismo. Negri argumenta enérgicamente que esto es inconsistente con los análisis de Marx en los Grundrisse. La única "transición" en dicho trabajo es la reversión y la derrota de todas las determinaciones capitalistas por el sujeto revolucionario. Como los medios principales de dominación social capitalista son la imposición del trabajo y el trabajo excedente, la subordinación del trabajo necesario al trabajo excedente, Negri ve como uno de los dos aspectos fundamentales de la lucha de la clase trabajadora a la lucha contra el trabajo. En cuanto la ganancia es la medida del control y desarrollo capitalistas, Negri sostiene que el rechazo del trabajo determina la transición hacia el exterior del capital. El rechazo del trabajo aparece como una praxis constitutiva que genera un nuevo modo de producción, en el cual la relación capitalista es revertida y el trabajo excedente es totalmente subordinado a las necesidades de la clase trabajadora.
El segundo lado positivo de la lucha revolucionaria es la elaboración de múltiples proyectos auto-determinados de la clase trabajadora en el tiempo libre de trabajo, y en la transformación del trabajo en sí mismo. Negri denomina autovaloración a este proyecto auto-determinado. El comunismo, pues, está determinado tanto por el rechazo al trabajo que destruye la unidad impuesta por el capital como por la auto valoración que construye diversidad y una "rica multilateralidad independiente."
En este punto resulta claro que Negri rechaza al "socialismo" en tanto una forma avanzada de capitalismo (en el mejor de los casos) Su mayor objeción es que, mientras el socialismo es entendido como una redistribución planificada del ingreso y la propiedad, invariablemente retiene la imposición planificada del trabajo, fracasando en escapar a la dinámica de la extorsión capitalista del trabajo excedente y la subordinación de las necesidades a la acumulación. Cualquier régimen o partido socialista existente puede ser tomado como ejemplo. Pero este punto es más que una crítica a la participación del Partido Comunista Italiano en la imposición de la austeridad, o a los campos de trabajo soviéticos. Es una afirmación de que el concepto de socialismo nunca ha comprendido la cuestión central: la abolición del trabajo o la liberación de la sociedad del fetichismo estrecho de la producción. El socialismo solo puede constituirse en una alternativa represiva al colapso del capitalismo de mercado- un estadio más avanzado de planificación capitalista a nivel del Estado. Hoy, cuando existe un creciente movimiento "socialista" en los Estados Unidos, exhortando por una planificación nacional, la nacionalización de la industria, y "más empleos", los argumentos de Negri merecen la mayor atención.
Negri también rechaza todos los enfoques utópicos sobre la conceptualización del fin del capitalismo. Muy de acuerdo con la tradición de Marx de rechazar las utopías, Negri se rehúsa a pensar en la transición en términos de alcanzar algunos objetivos preconcebidos, aunque loables. En este punto el marxismo científico no solo demanda que el actual movimiento sea continuado hacia el futuro, sino, sostiene Negri, que debemos reconocer que este movimiento ocurre sin determinaciones ni teleología. En esta interpretación de Marx nos encontramos simultáneamente libres del enceguecedor romanticismo de la utopía y el paralizante peso del determinismo. El movimiento central actual que constituirá el futuro es el del sujeto revolucionario revirtiendo las determinaciones capitalistas y constituyendo su propia auto valorización. La lógica antagónica de la separación de la clase trabajadora concluye haciendo estallar y destruyendo la dialéctica del capital. Destruye todas las fórmulas binarias, como dice Negri, reventando el pegamento dialéctico y liberando un juego multidimensional y cambiante de necesidades y proyectos humanos.
Al descubrir que el sujeto revolucionario es auto-constituyente y rico en multilateralidad, nos descubrimos libres de la tradicional fórmula organizativa del partido. No hay aquí lugar para ninguna formulación estrecha de "intereses de clase" a ser interpretados por una elite revolucionaria. Solo cabe la multiplicidad de necesidades y proyectos determinados autonómicamente. Aunque Negri no se ocupa de aquí de la organización revolucionaria –no es en este momento su proyecto– rechaza fuertemente una variante del tema del partido: la violencia voluntarista que solo niega la violencia capitalista, la que, al no organizarse sobre la base material de la auto valorización revolucionaria, cae en el terrorismo. Es este uno de los muchos lugares de su obra en los que se posiciona a distancia y en contra de aquellas vanguardias armadas con las cuales lo ha asociado el Estado italiano como excusa para encarcelarlo.
Para resumir la línea argumental de Marx en los Grundrisse: el capitalismo es un sistema social con dos subjetividades, en el cual un sujeto (el capital) controla al otro sujeto (la clase trabajadora) por intermedio de la imposición del trabajo y el trabajo excedente. La lógica de este control es la dialéctica que constriñe al desarrollo humano dentro de los límites de la valorización capitalista. Por ello, la lucha central de la clase trabajadora en cuanto sujeto independiente se orienta hacia la ruptura del control capitalista mediante el rechazo del trabajo. La lógica de este rechazo es la lógica de la separación antagónica, y su realización socava y destruye la dialéctica capitalista. En el espacio ganado con esta destrucción, la clase revolucionaria construye sus propios proyectos independientes –su propia auto-valorización. La revolución es, por lo tanto, simultáneamente, el derrumbe del capital y la constitución de una nueva sociedad: el comunismo. El rechazo del trabajo se transforma en la abolición planificada del trabajo basada en la constitución de un nuevo modo de producir una sociedad multidimensional nueva.
¿Cuáles son las implicaciones de aprender a leer políticamente las categorías de los análisis de Marx? Por un lado podemos reinterpretar la cuestión de El Capital. Negri es absolutamente correcto cuando sostiene que El Capital ha sido por lo general interpretado de un modo objetivista. Pero ahora queda claro que hay una alternativa. Ahora que hemos aprendido a reconocer y evitar las trampas del objetivismo, y a efectuar un análisis político o clasista de las categorías de Marx, podemos leer El Capital (o cualquiera de los escritos de Marx) de este modo. Hay numerosos aspectos de los análisis que Marx efectúa en los Grundrisse que se hallan analizados con más cuidado y profundidad en El Capital. Sin duda podemos beneficiarnos con el estudio de este material. Cuando leemos El Capital políticamente, como he tratado de hacer siempre, generamos una interpretación que no sólo es consistente con las líneas principales del libro de Negri, sino que, además, agudiza y enriquece el análisis- el fruto de diez años de trabajo de Marx, de 1857 a 1867, cuando apareció el primer volumen de El Capital. Seguimos los pasos de Marx "más allá de Marx" cuando leemos a Marx políticamente, desde el interior de la lucha de clases, y cuando criticamos a Marx desde la posición ventajosa de nuestras necesidades. Es exactamente este tipo de lectura y crítica la que Negri a llevado a cabo. Esto es lo que vuelve a su trabajo valioso y excitante.
Prefacios del Autor I
En estas lecciones he reunido todos los materiales que utilicé para nueve seminarios sobre los Grundrisse en la École Normale Supérieure (Rue d’Ulm) en la primavera de 1978. Primeramente debo agradecer a Louis Althusser por invitarme a dictar estos seminarios, que no hubieran sido posibles sin la ayuda fraternal de Roxanne Silberman, Yann Moulier, Daniel Cohen, Pierre Ewenzyk, Danielle y Alain Guillerm. Si mis sugerencias fueron más importantes que sus intervenciones críticas, no lo se. Lo cierto es que todo fue mezclado junto en el texto. Otras discusiones me resultaron útiles durante mi estada en París. Por un lado, deseo agradecer a Felix Guattari por todo lo que me dio (y es mucho), por otro, a los camaradas para quienes trabajé en la Université Paris Septieme (Jussieu) Lo último, pero no lo menos importante, es agradecer a todos aquellos cabezas duras quienes, forzándome a emigrar, me obligaron a reunir mis ideas mucho mejor de lo que hasta ese momento había hecho
A.N.
Milán,1978
II Prefacio del Autor a la Edición inglesa
Queridos lectores de lengua inglesa, Me han pedido que piense nuevamente en Marx más allá de Marx. Estos son apuntes para una lecciones que enseñé en la primavera de 1978 en la École Normale de París. Me parece que ha pasado un siglo desde entonces. Recordando este libro, me gusta. Pero es como si otra persona lo hubiera escrito, no yo. Una persona libre, mientras yo he estado en prisión por centurias. Debo por ello efectuar un supremo acto de abstracción para poder conversar con el autor de ese libro. El autor es libre; yo, un prisionero. Intentaré, con esfuerzo, imaginar un diálogo entre un hombre libre, autor de Marx más allá de Marx, y un prisionero.
Hombre libre: "Estas lecciones son sólo eso, y deben ser tomadas como un momento de reflexión y pasaje."
Prisionero: "Este me parece ser el caso. Creo que cuando usted consideró este pasaje y experiencia, lo hizo como si estuviera muy próximo, como si el comunismo ya fuese una sustancia viviente."
Hombre libre: "Ciertamente, aún creo en eso. Estas lecciones tienen muchas limitaciones, pero también una ventaja fundamental: la de ser frescas, impolutas. Esta frescura puede haber llevado a un desarrollo importante del análisis, a una lozana madurez."
Prisionero: "Un trabajo transicional, entonces. ¿Pero a donde quería llegar? ¿Adónde lo llevó su revisión de Marx?"
Hombre libre: "Más allá de la desfiguración del marxismo operada por los marxistas. El marxismo muestra a Marx como un profesor y no como un militante. Más aún, el marxismo nos muestra a Marx como el autor del viejo capitalismo competitivo, incapaz de hacer frente al capitalismo social del momento actual. Odio esta traición, como odio el embalsamamiento."
Prisionero: "Estoy de acuerdo con usted, y con sus motivos. Pero ¿es posible?."
Hombre libre: "Marx toma la teoría clásica del valor, pero, por sobre todo, encontramos en él la crítica a la ley de la plusvalía. Pero Marx no es un clásico, él está más allá de todo eso."
Prisionero: "Pero la crítica a la ley del valor, en tanto ella se presenta como ley de la plusvalía, nos lleva al catastrofismo. ¿No es la suya una variante extremista del marxismo?."
Hombre libre: "La crítica de la ley del valor y/o la plusvalía tiene indudables connotaciones catastróficas, pero estas son dejadas a un lado en Marx más allá de Marx, donde se insiste en la definición de la subjetividad del pasaje al comunismo, como un proceso que se desarrolla concomitantemente con la crisis de la ley del valor."
Prisionero: "Probablemente yo estoy en la cárcel por no haber comprendido eso totalmente. ¿No quisiera explicármelo un poco mejor?."
Hombre libre: "Ciertamente. Los Grundrisse de Marx hallan y deshacen la ley del valor. En los Grundrisse, Marx aparece como un militante comunista que fuerza los límites teóricos del análisis clásico del valor, y quien justifica la esperanza comunista. El no se engaña sobre la inminencia del proceso, pero acentúa su necesidad subjetiva. Y usted, mi amigo prisionero, ha sido un tonto. Si no está de acuerdo con esto, ¿porqué sufre la prisión?."
Prisionero:"No me gustan los argumentos ad hominem, siempre fáciles para aquellos que están afuera. En realidad, aquí en la cárcel, estoy por cierto sujeto tanto a la ley del valor como a la de la plusvalía. Concretadas en un inmenso sistema de dominación, me pesan de modo insoportable."
Hombre libre: "Eso es justo lo que se dice en Marx más allá de Marx, y no comprendo como no pudo entenderlo. El desplazamiento capitalista de la ley del valor –lo que Marx denomina el proceso de la subsunción real– disloca las relaciones de explotación como un todo. Transforma la explotación en una relación social global. Cárcel equivale a fábrica."
Prisionero: "No necesita convencerme de que el mundo es una prisión, pero ¿cómo salir de ella?."
Hombre libre: "El gran problema planteado en Marx más allá de Marx es aquel de la definición del antagonismo en esta subsunción real. Qué significa luchar contra el capital cuando este ha subyugado todo el tiempo de vida, no sólo el de la jornada laboral, sino todo el tiempo. La reproducción es como la producción, la vida es como el trabajo. En este nivel, romper con el capital es romper la prisión."
Prisionero: "Me parece que estas denominadas teorías post-modernas revelan la potencia social del capital, pero al reconocer que el capital ocupa a la totalidad de la sociedad, niegan la posibilidad de la lucha de clases en este nivel."
Hombre libre: "Seguramente, los post-modernos mistifican. En realidad, la operación de la subsunción real no elimina al antagonismo, sino que lo desplaza al nivel social. La lucha de clases no desaparece; se transforma en todos los momentos de la vida cotidiana. La vida cotidiana de un proletario se coloca como un todo contra la dominación del capital. La subsunción real, lejos de eliminar al antagonismo, lo enriquece enormemente."
Prisionero: "Bien, crítica de la ley del valor, su efectividad sólo en el nivel social, el desplazamiento simultáneo de la dominación y la lucha de clases... Mire, prácticamente, ¿cómo funciona todo esto?."
Hombre libre: "Funciona en la totalidad de la vida diaria: ‘Mi vida contra la suya, perro del amo social! ¡Mi tiempo contra el suyo!’ Todos los problemas de la explotación son ahora problemas políticos inmediatos. Sólo cuando tenemos en mente la crítica de la plusvalía dentro del marco de la subsunción real, sólo entonces tenemos la capacidad de someter a una crítica comunista los actuales planes básicos de dominación."
Prisionero: "Antagonismo de clase en el mundo post-moderno. Tal vez tenga razón. Esto significa, en este punto, llenar con contenido material la lucha contra el poder."
Hombre libre: "Precisamente. Con la convicción de que la lucha contra la organización capitalista de la producción, del mercado laboral, de la jornada laboral, de la reestructuración de la energía, de la vida familiar, etc., todo esto involucra a la gente, a la comunidad, a la elección del estilo de vida. Ser comunista hoy significa vivir como comunista."
Prisionero: "Creo que esto es posible aún en prisión. Pero no fuera de ella, al menos hasta que usted nos libere a todos."
Hombre libre: "Tiene razón. Marx más allá de Marx también dice esto. Pero no sea impaciente, ya que usted sabe bien que la teoría le permite enfrentar todo esto."
Fin del diálogo. Aquellos que sientan que están solos, tengan esperanzas. Esperanzas de que se ha dicho la verdad, y que la verdad es revolucionaria. Un abrazo para todos.
A. N.
Prisión de Rebibbia
* Lección 1
Los Grundrisse, un trabajo abierto
Eric Hobsbawm ha dicho de los Grundrisse que son "una clase de taquigrafía intelectual, personal y, a menudo, indescifrable." La pertinencia de este juicio es reafirmada por Enzo Grillo en la introducción a su memorable traducción italiana. No hay dudas que, en lo que concierne a su lectura y traducción, acordamos con este juicio: los Grundrisse constituyen un trabajo sumamente difícil. Pero no debemos exagerar el carácter esotérico de esta obra de Marx, subrayando ciertos pasajes. De hecho, la dificultad proviene más de la forma del manuscrito, del carácter problemático de su elaboración, que de la sustancia del razonamiento. Si examinamos el proyecto de Marx en toda su extensión y densidad, la línea directriz aparece claramente y solo es parcialmente confundida por las dificultades de una escritura impaciente, el carácter coyuntural de algunas polémicas y el sesgo experimental de algunos desarrollos. Hubo una extrema urgencia que condujo al nacimiento de esta primera gran síntesis política del pensamiento de Marx: "La crisis Americana –que previmos en la edición de noviembre de 1850 de la revista que estallaría en Nueva York– es fantástica", le escribe Marx a Engels el 13 de noviembre de 1857, "aunque mi situación financiera es desastrosa; no me he sentido tan bien desde 1849 como con este estallido." "Estoy trabajando como un demente durante noches enteras a fin de coordinar mis trabajos sobre economía, y reunir los Grundrisse antes del diluvio." (Para Engels, diciembre 12, 1857) "Estoy trabajando como un condenado. A veces hasta las 4 de la mañana. Es un doble trabajo: 1) la elaboración de algunos aspectos fundamentales de la economía... 2) la crisis actual." (Para Engels, diciembre 18, 1857. Ryazanov, los editores de los Grundrisse, Rosdolsky, Vygodskij, y, por último, nadie mejor que Sergio Bologna han clarificado ampliamente el nacimiento de los Grundrisse, su relación con el trabajo realizado por Marx para el New York Daily Tribune, las conexiones con los trabajos subsiguientes, la situación política nacida de la crisis de 1857-58, y las expectativas y esperanzas de Marx y Engels. No puedo hacer nada mejor que remitir al lector a esas discusiones.
Lo que deseo es insistir en otro elemento: es una pregunta sobre las bases de la síntesis en el nivel teórico-práctico del proyecto de Marx. La inminencia de una crisis no es simplemente ocasión para un pronóstico histórico; se transforma en una síntesis político-práctica. La inminencia de la catástrofe es sólo catastrófica para el capital, en tanto es la posibilidad del partido, la posibilidad de establecer el partido. La descripción de la crisis inminente es, al mismo tiempo, una polémica contra el "verdadero socialismo", contra todas las mistificaciones y travestidos del comunismo. El "trabajo de los condenados" en el área de la teoría es un impaciente rechazo de los eclipses en la práctica: si esta práctica no se da –la Correspondencia recorre plenamente su doloroso nacimiento– el análisis debe descubrirla a medida que ocurre, en la medida en que el análisis expone la subjetividad revolucionaria implicada en la crisis. El carácter sintético de la obra de Marx se encuentra dentro de esta relación entre el presagio y el diluvio: las catástrofes para el capital son el partido, el despliegue de la subjetividad comunista y la voluntad y organización revolucionarias. La crisis reactiva la subjetividad y la hace aparecer con toda su potencialidad revolucionaria en el nivel determinado por el desarrollo de las fuerzas productivas. La síntesis significa los lazos entre el carácter puntual y catastrófico de la crisis, las reglas del desarrollo, y la dinámica de la subjetividad. Donde estos diferentes términos se unen, la dialéctica gobierna. Y no es accidental si, a lo largo de la actividad del cronista y polemista apuntando a un periódico americano, a lo largo de la exploración crítica de las categorías de la economía política, encontramos a Hegel presidiendo sobre el nacimiento de los Grundrisse: "Por otra parte, estoy haciendo grandes progresos. Por ejemplo, he tirado por la borda toda la teoría de la ganancia existente hasta ahora. En la medida que el método avanza, el hecho de haber leído, otra vez, por mero accidente, la Lógica de Hegel me ha prestado un gran servicio." (Para Engels, enero 14, 1858) "Por mero accidente" pero no "ocasionalmente"; y Marx continúa, "Si alguna vez tuviera tiempo para un trabajo de este tipo, desearía enormemente hacerlo accesible para el intelecto del hombre común... cuanto hay en el método de Hegel de racionalidad y mistificación." Lo metódico-racional que Marx busca aquí es lo teórico-práctico de la insurrección revolucionaria. La inminencia de la crisis demanda esta racionalidad. El acercamiento de Marx a Hegel se produjo mucho tiempo atrás; aquí es solo cuestión de volver atrás hacia él, de un modo científico y crítico. De Hegel es cuestión de tomar prácticamente lo que constituye su contribución irreducible: el espíritu de la síntesis teórico-práctica.
Examinemos el texto, o los textos, publicados por el Instituto Marx-Engels de Moscú en 1939-41, bajo el título de Grundrisse der Kritik der politischen Oekonomie. Aquí están las partes y fechas, tomadas de Grillo (Prefazione ai Lineamenti I, p. X-xi):
El Einleitung contenido en un único manuscrito M, escrito entre el 23 de agosto y mediados de septiembre de 1857.
El manuscrito de 7 cuadernos (los Grundrisse) numerados y a menudo fechados por el mismo Marx, excepto el primero, en el orden siguiente:
Cuaderno I: octubre 1857.
II: alrededor de noviembre de 1857.
III: 29 de noviembre- mediados de diciembre de 1857, más o menos.
IV: alrededor de mediados de diciembre de 1857, febrero de 1858.
V: 22 de enero de 1858- alrededor de comienzos de febrero de 1858.
VI: alrededor de febrero de 1858.
VII: fines de febrero-marzo, fines de mayo, principios de junio de 1858.
Los textos secundarios, que constituyen el Anhang, y están directamente enlazados con los precedentes son:
El borrador de Bastiat und Carey, escrito en julio de 1857, antes del Einleitung. Originalmente, este texto comprendía las primeras siete páginas del tercer cuaderno de los Grundrisse.
El Index zu den 7 Heften, escrito en junio de 1858, e insertado en el mismo cuaderno M que contiene el Einleitung.
El Urtext escrito entre agosto y noviembre de 1858. Ocupa dos cuadernos no fechados, de los cuales el primero está marcado B’, y el segundo dividido en dos partes, B’’ y B’’ II.
El Referate relacionado con el contenido de los cuadernos M (Einleitung), II-VIII (Grundrisse), (Urtext); escrito alrededor de febrero de 1859 y hallado al final del cuaderno B’’.
El Planentwurf, de 1859.
Una serie de extractos concernientes a la teoría del dinero de Ricardo, hallados en el cuarto de los 24 cuadernos entre 1850-53, y fechados: Londres, noviembre 1850- diciembre 1850.
Una gran serie de extractos sistemáticos de la tercera edición de Ricardo de los Principios de Economía Política, hallados en el octavo cuaderno de las series anteriores, escritos entre abril y mayo de 1851. Están precedidos por dos textos muy breves: una lista de categorías halladas en Ricardo y una tabla de contenidos de los Principios. Es parte de un cuaderno fechado en 1851 por Engels, que también contiene la última parte del manuscrito llamado Das vollendete Geldsystem, aún no publicado.
Mi atención se enfocará aquí, esencialmente, en el cuaderno M y los siete cuadernos escritos entre octubre de 1857 y la primavera de 1858. El bosquejo sobre Bastiat y Carey es también muy importante porque une la polémica contra Proudhon con la obra "americana" de Marx. Como veremos, el Index y el Referate han sido en general tomados en cuanta en el texto, en aquellos citados y en el sumario.
Ahora, si hacemos a un lado momentáneamente el Einleitung, los Grundrisse aparecen, a primera vista, como un trabajo fragmentado e incompleto; pero esto no significa que los cuadernos no posean un centro y una muy fuerte dinámica. El argumento transcurre por los siguientes momentos: desde el análisis del dinero a la definición de la forma de intercambio (valor) en el cuaderno I; el segundo cuaderno enfatiza el pasaje dinero-capital; de la plusvalía al capital social es el objeto del cuaderno III; la plusvalía y la ganancia comienzan a ser consideradas en el cuaderno IV, del cual la parte fundamental está consagrada al crítico proceso del capital en circulación; en el cuaderno V, tras un prolongado paréntesis sobre las formas precapitalistas (veremos luego la justificación para la inserción de este material) el análisis se ocupa nuevamente de la cuestión del proceso de circulación y las condiciones para la reproducción del capital social; el sexto cuaderno coloca, explícitamente, el tema de capital como fuerza colectiva y el antagonismo colectivo de trabajadores-capitalistas; en el séptimo cuaderno, la crisis de la ley del valor y su transformación (otra vez el tema de la ganancia) nos conduce a una definición más precisa de la crisis de las condiciones objetivas y subjetivas de la producción de capital. Vemos así, a lo largo de los Grundrisse, un movimiento hacia delante de la teoría, un movimiento más y más ajustado que nos permite percibir el momento fundamental que constituye el antagonismo entre el trabajador colectivo y el capitalista colectivo, antagonismo que aparece bajo la forma de la crisis. Hay dos pasajes teóricos fundamentales: en la primer parte de los Grundrisse está la definición de la ley del valor en la forma de la plusvalía, en otras palabras, la primera formulación desarrollada de la ley de la plusvalía; en la segunda parte hay una extensión de la teoría de la explotación (la ley de la plusvalía) dentro de los mecanismos de la reproducción y circulación del capital, y de allí el traslado de la ley de la explotación dentro de la ley de las crisis y la lucha de clases por el comunismo.
Podemos detenernos en este momento para comenzar a examinar la importancia excepcional de los Grundrisse. Y esta importancia está subrayada por el hecho de que en los Grundrisse podemos leer el bosquejo del futuro desarrollo de la obra de Marx, el bosquejo del Capital. Podemos tomar de Rosdolsky la lista de proyectos previstos por Marx y el borrador de las más importantes modificaciones ocurridas entre el bosquejo de los Grundrisse (que Rosdolsky denomina "la estructura original") y el del Capital (o la "estructura modificada") (ver Tabla I)
¿Pero es correcto este enfoque filológico? Tengo algunas dudas. Pero por el momento lo dejaré aquí; veremos, cuando avancemos en esta investigación, si estas dudas nos conducen a algo positivo. Solo digamos en este punto que una duda es de orden filológico: me pregunto a mí mismo si es correcto considerar la obra completa de Marx, El Capital, como el libro que recopila exhaustivamente toda la investigación de Marx. La génesis del Capital, de la que nos hablan nuestros ilustrados y conocedores camaradas, es, según mi criterio, invalidada por el hecho de suponer que el Capital constituye el punto más desarrollado del análisis de Marx. Para ver que esto es lo que creen, solo tenemos que ver, por ejemplo, la explicación dada por Rosdolsky (p. 61-62) para la "renuncia" de Marx a escribir un libro sobre el salario. Ciertamente, este libro, anunciado en los Grundrisse, no existe, y parte del material recopilado para este capítulo fue, finalmente, incorporado al volumen I del Capital. ¿Pero es esto suficiente evidencia para sostener que Marx "renunció" a ello? Si a esta duda filológica le agregamos otras, más sustanciales, la cuestión se vuelve aún más problemática. El salario, tal como aparece en el primer volumen del Capital, es, por un lado, una dimensión del capital, por otro, desempeña el rol de motor en la producción-reproducción del capital. Las páginas sobre la lucha por la reducción de la jornada laboral son fundamentales para esta cuestión, y desde tres puntos de vista: la dialéctica entre trabajo necesario y trabajo excedente, la función reformista del salario, el rol del estado en la modificación / regulación de la jornada laboral. Estas tres perspectivas, como las hallamos en los Grundrisse, derivan luego en un concepto del salario en el que el antagonismo rebota en el concepto de la clase trabajadora – el cual, en los Grundrisse, es siempre un concepto de crisis y catástrofe para el capital, sin dejar de considerar que es, también, una poderosa alusión al comunismo. Este volumen específico sobre el salario, que es previsto formalmente en el esquema de los Grundrisse, este concepto del salario que en los Grundrisse está fuertemente unido al de la clase trabajadora y al de la subjetividad revolucionaria ¿podemos realmente hallar estos nexos en el primer volumen del Capital? Debemos responder a esta pregunta. Permítasenos decir ya que, en nuestra opinión, el camino usual transitado por los intérpretes más famosos no nos parece el correcto. ¿No podría ser, como se ha sugerido en las líneas iniciales, que el Capital sea solo una parte, y una parte no fundamental, de la totalidad de la temática marxiana? ¿Una parte que ha sido sobrevaluada por ser la única desarrollada acabadamente, y, por razones menos nobles, una parte que puede, por su naturaleza parcial, limitarse y posibilitar retrocesos interpretativos inadecuados para el espíritu de la totalidad de la obra de Marx? Kautsky, que poseía todos los manuscritos de Marx, publicó (con errores vulgares) Einleitung en 1903 (Neue SEIT, XXI, 1) pero no publicó el resto de los Grundrisse. ¿Un accidente? Tal vez. Pero, en realidad, las vicisitudes del movimiento revolucionario prueban lo contrario. El hecho es que los Grundrisse no son un texto que pueda ser usado solamente para estudiar filológicamente la constitución del Capital; son, también, un texto político que conjuga una apreciación de las posibilidades revolucionarias creadas por la "crisis inminente" junto con la voluntad teórica de sintetizar adecuadamente las acciones comunistas de la clase trabajadora ante la crisis; los Grundrisse son la teoría de la dinámica de esta relación. La lectura de los Grundrisse nos fuerza a reconocer no su homogeneidad sino sus diferencias con otros textos marxianos, en particular el Capital. Inversamente, el Capital es, tal vez, sólo una parte del análisis de Marx. Más o menos importante. En cualquier caso, su efectividad es a menudo limitada y transformada por su presentación categórica. Nuestros camaradas italianos reconocen que "el hechizamiento del método" es débil en el Capital, y concluyen que esto "bloquea la investigación." La objetivización de las categorías en el Capital bloquea la acción de la subjetividad revolucionaria. ¿No es el caso –y veremos esto en breve– que los Grundrisse son un texto dedicado a la subjetividad revolucionaria? ¿No reconstruyen lo que la tradición marxista ha dejado a un lado con frecuencia, es decir, la unidad de la constitución y el proyecto estratégico de la subjetividad de la clase trabajadora? ¿No presentan a Marx como un todo, cuando otros textos lo dividen y dan definiciones unilaterales?
Susurros, charlas perdidas, guiños, esos han sido los modos con los que los intérpretes han abordado a los Grundrisse y su excepcional densidad. Desde este punto de vista, la tesis de Vygodskij constituye un decisivo paso adelante. Su tesis es que Marx desarrolla finalmente la teoría de la plusvalía en los Grundrisse (cuadernos de octubre-junio 1857-58), tras haber adquirido en la década de 1840 la teoría clásica del valor, y en la década de 1850 la teoría del materialismo histórico (El Einleitung, que data de agosto-septiembre de 1847, debería ser agregado a este período en el desarrollo del pensamiento de Marx) Rosdolsky, por ejemplo, no considera esto (p.2) Para él, los Grundrisse son solo una fase importante en la evolución de un pensamiento continuo que conduce al Capital ("para 1848, su teoría de la plusvalía, piedra angular de su sistema económico, estaba establecida en sus fundamentos, y solo restaba trabajar los detalles teóricos, proceso que podemos estudiar en detalle en el Bosquejo") Fueron solo la primera fase de un desarrollo que ocurrió por medio de ajustes, correcciones y sucesivos pulimentos. Pero aún este paso teórico avanzado de Vygodskij –porque comprender el movimiento hacia delante por quiebres y saltos constituye una profundización de un elemento teórico en el pensamiento de Marx– no conduce a resultados determinantes. Esto no es simplemente porque Vygodskij fracasa en ir más allá del descubrimiento de la plusvalía, sino, también, porque no comprende en totalidad la importancia de este descubrimiento. El desarrollo de la teoría del valor como teoría de la plusvalía, el reconocimiento de la plusvalía como la forma histórica del valor, significa el desarrollo de un "proyecto revolucionario inmediato." (Carta a Lasalle, 15 de septiembre de 1860) Esto significaría el hallazgo de una palanca teórica antagónica al capital, una teoría de la explotación social, para volcarla hacia la composición de clase como subjetividad de la lucha. La teoría de la plusvalía –como ha mostrado Isaac Rubin– se vuelve así el centro dinámico, la síntesis dinámica del pensamiento de Marx, el punto donde se unen el análisis objetivo del capital con el análisis subjetivo del comportamiento de clase, donde el odio de clase penetra su ciencia. Pero aún esto es insuficiente. Hasta aquí solo tenemos el significado del descubrimiento de la ley de la explotación. Debemos aún descubrir todas sus implicancias, seguir sus efectos y repercusiones en su totalidad. Debemos, por lo tanto, ir desde el descubrimiento de la plusvalía y su perfeccionamiento teórico hacia el análisis de los vínculos entre producción / reproducción, circulación / crisis, capital social / subjetividad de la clase trabajadora y, otra vez, desarrollo / crisis / comunismo. Debemos ver cómo la totalidad de este proceso es permanente modificada por el antagonismo fundamental y arrastra la marca de la explotación. En otras palabras, la unidad dinámica del proceso de plusvalía no elimina, de ningún modo, la separación de los sujetos (trabajo asalariado y capital), sino, por el contrario, empuja cada mediación (forma del valor, dinero, formas de trabajo o intercambio, etc) hacia su punto de contradicción y su superación. La crisis y la lucha de clases están articuladas tan profundamente que la primera toma la forma, dentro de esta dialéctica antagónica, de catástrofe, mientras la segunda toma la forma del comunismo – el polo físico, real, de una voluntad implacable, necesaria para eliminar al adversario. El materialismo histórico –el análisis especificado de la composición de clase– recibe aquí un nuevo contenido, dentro de la abstracción de la crítica de la economía política, y las leyes de las crisis son mediadas por la emergencia concreta de la lucha de clases. ¿Queda lugar para alguna ambigüedad? ¿Alguna de las ambigüedades derivadas de la interpretación del Capital? No lo creo. Porque no hay aquí ninguna posibilidad, incluso bajo la forma de paradoja, de destruir el dinamismo de este proceso por medio de una hipóstasis, de intentar esclerosarlo en una totalidad con sus propias leyes de desarrollo que uno pudiera poseer, dominar o revertir. No, aquí la dominación o la reversión pueden ser logradas solo por aquellos que participan de una relación antagónica. Por fuera del antagonismo no sólo no hay movimiento, sino que ni siquiera existen las categorías. La originalidad, la felicidad, la frescura de los Grundrisse se basa enteramente en su increíble apertura. El paradójico carácter no-conclusivo de la ciencia deriva necesariamente del hecho que contiene una determinación subjetiva. ¿Porqué encontramos, entonces, tanta timidez en la lectura e interpretación de los Grundrisse? La línea directriz de la posibilidad y voluntad de la revolución se halla en el movimiento desde la plusvalía hacia la articulación social capital – crisis – subjetividad – comunismo, derivando de aquí la función del antagonismo en la reproducción de la relación capitalista. Los Grundrisse constituyen el acercamiento subjetivo ("la crisis inminente") al análisis de la subjetividad revolucionaria en el proceso del capital. Los cuadernos representan el punto más fuerte del análisis y la imaginación en la voluntad revolucionaria de Marx. Todo el dualismo formal sobre el que se suscita tanto debate (análisis teórico del capital opuesto al análisis político, dialéctica opuesta al materialismo, objetividad opuesta a subjetividad) es fundido en la realidad de aquel dualismo que constituye, antagónicamente, el proceso capitalista.
Todo lo precedente será demostrado. Pero ahora me parece oportuno y honesto dejar de lado mis tesis, dado la chatura, las evaluaciones y narraciones ambiguas de las que han sido objeto los Grundrisse. Hasta este momento, a fin de caracterizar la lectura que deseo hacer, he apenas subrayado los puntos de ruptura; deseo ahora subrayar algunos otros puntos que me parecen particularmente importantes, y alrededor de los cuales se desarrollará mi análisis:
De la forma del dinero a la forma del valor
. En el Marx de los Grundrisse, esta relación es fundamental: el análisis del dinero es precisamente lo que nos permite analizar la forma del valor. Desde este punto de vista, como veremos, la realidad de la mistificación aparece aquí de un modo más tangible que en otros pasajes de Marx donde la forma mercancía es el protagonista central. Por otra parte, el valor de uso, cuando se yuxtapone a la forma de valor derivada del dinero, recobra importancia y un mayor espacio de desarrollo. Por ello, comenzar los Grundrisse con "II. Dinero"—que parece referido a "I. Valor"—no es un accidente. {El primer capítulo sobre el valor nunca fue escrito, pero podemos hallar un inicio en el cuaderno VII (Grundrisse, p. 881; 763) [· ] bajo el título "Valor."} Debemos sopesar todas las consecuencias de esto: me parece que, por un lado, esto lleva a una crítica radical del dinero, y por otro, lleva inmediatamente a definir al valor en términos mistificados.
La definición de trabajo.
En los Grundrisse, el trabajo aparece como trabajo abstracto inmediato. Sólo podemos entenderlo e integrarlo dentro de la teoría en este nivel. El trabajo es abstracto en la medida en que sólo es inmediatamente perceptible a nivel de las relaciones sociales de producción. Así, sólo podemos definir al trabajo sobre la base de las relaciones de intercambio y de la estructura capitalista de producción. No encontramos en Marx otro concepto del trabajo que no sea el de trabajo asalariado, trabajo socialmente necesario para la reproducción del capital, por ende, ningún concepto de trabajo para restaurar, para liberar, para sublimar, sólo un concepto y una realidad a suprimir.
Como ha subrayado Cristina Pennavaja (en su presentación de Vygodskij), el análisis es conducido a un nivel donde el antagonismo es tal que no podemos considerar a la teoría del valor como una teoría cerrada, ni podemos apoyar en ella ninguna teoría de la reproducción y circulación en equilibrio. En los Grundrisse, el marxismo es una teoría anti-económica, la crítica no retorna a la economía política, sino, por el contrario, la ciencia es un movimiento antagónico. Todas las denominadas economías socialistas son cuestionadas por esta comprensión de la ley del valor. El marxismo no tiene nada en común con la economía socialista, ya sea utópica o realizada.
El "sistema",un sistema dinámico y abierto, está completamente dominado por la pregunta acerca de la relación entre la crisis y la emergencia de la subjetividad revolucionaria. Esta relación es tan fundamental que el marxismo puede ser definido como la ciencia de la crisis y la subversión. Considerar a la crisis como una enfermedad a tratar y curar no es solo traicionar al movimiento revolucionario, sino caer en una chanza que no tiene nada en común con las categorías marxianas. Pretender reducir la subjetividad a la explotación es evitar la definición de subjetividad en Marx, que es presentada como subversión y transición. Los Grundrisse son, desde este punto de vista, tal vez el más importante –e incluso el único- texto marxiano sobre la transición. Notemos que extraño es que ninguno de los miles de comentarios sobre la transición tome esto en cuenta.
La definición marxista de comunismo que hallamos en los Grundrisse tiene una forma extremadamente radical, que va mucho más allá de los rasgos que la caracterizan. Notablemente, la articulación comunismo-composición de clase juega un rol fundamental. Tenemos aquí una concepción del poder que no posee nada en común con aquella de la ciencia política tradicional, marxismo incluido. Composición de clase- poder, composición de clase- transición, la articulación de estas relaciones se basa en la materialidad de los comportamientos, las necesidades, y la estructura de la auto-valorización. El tema del poder en el marxismo debe someterse al fuego de la crítica; sólo podemos darle una nueva base explorando este tipo de articulaciones. Es este un problema que hoy ya no podemos subestimar.
El último punto particular se refiere a la dinámica de los conceptos en los Grundrisse que definen a la clase trabajadora. Ya hemos comenzado a examinar algunos de los efectos negativos del hecho que el libro sobre el trabajo asalariado (o sobre el salario) no se haya escrito, y que algunos de sus importantes elementos fueran reducidos a una exposición objetiva en el volumen I del Capital. Pero esto no resuelve el problema positivamente. Es cuestión de seguir el texto, de retrazar los lazos que conceptualmente unen la definición crítica del salario y las definiciones revolucionarias de comunismo y subjetividad comunista. Es cuestión de, al menos, percibir los lineamientos del libro previsto por Marx sobre el salario, y aprehender las principales articulaciones.
He aquí algunos de los problemas fundamentales que mantendremos a la vista durante la lectura y definición de los dos mayores momentos del análisis de los Grundrisse (plusvalía y realización.
La importancia excepcional de los Grundrisse en la configuración del pensamiento marxiano se basa también en el método. Con el Einleitung y su creativa aplicación al proyecto de los Grundrisse Marx alcanza, en el nivel metodológico, una síntesis de sus tempranos impulsos en esta área. Nos detendremos largamente en el Einleitung; por lo que no haremos ahora un análisis detallado de él. Me contentaré con decir que en el Cuaderno M se elabora explícitamente el método de la abstracción determinante, el método de la tendencia, el método del materialismo histórico; la investigación incorporada en los Grundrisse es la primera aplicación que injerta el método materialista en una refinada práctica dialéctica. La síntesis de las dos fuerzas dialécticas se abre en todo sentido. Por un lado, la razón dialéctica interviene en la relación entre determinación y tendencia, subjetiviza la abstracción, la mediación lógica-heurística, y le impone una calificación y dinámica histórica.
Por otro lado, el método materialista, en tanto es completamente subjetivizado, totalmente abierto hacia el futuro, y creativo, no puede ser encerrado dentro de ninguna totalidad dialéctica o unidad lógica. La determinación es siempre la base de todo significado, de toda tensión, de todas las tendencias. En cuanto al método, es el violento soplo que hincha la totalidad de la investigación y constantemente determina nuevas fundaciones sobre las cuales puede moverse hacia delante. Es en este sentido que podemos repetir que los Grundrisse son, esencialmente, un trabajo abierto, podemos volver a decir que es esto lo que los caracteriza, aún cuando esta sea aún una hipótesis que deba ser verificada cuidadosamente en el área del método. Igualmente, podemos insistir en que e