Brasil, el legado económico de Lula: éxitos y límites
El presidente Lula deja un poder plebiscitado, tanto por la prensa internacional como por los ciudadanos de su país. Cuatro de cinco brasileños apoyan su política. Ha entrado en la historia por la puerta grande, como Vargas o Kubitschek. La popularidad del presidente supera ampliamente la de su partido, el PT, lo que hace que se hable de “lulismo” para subrayar la importancia de la personalidad del primer mandatario en su éxito.
Sería erróneo explicar la gran popularidad del presidente solamente por su carisma en los sectores más desheredados de la población. Ello es innegable. Otros factores intervienen, como la mejora de la situación social en un país “enfermo” de inequidad, sobre todo de aquella que afecta a los más pobres, o los avances en la situación económica en un contexto internacional favorable desde la aparición de China como nuevo aliado comercial. Sería igualmente erróneo atribuir los éxitos económicos y sociales a la gestión llevada a cabo por su predecesor, el presidente Fernando Henrique Cardoso, argumentando que la política seguida por Lula sería una continuidad de aquella definida por Cardoso: ortodoxa en el aspecto monetario (altas tasas de interés) y fiscal (superávit presupuestario primario). Si bien se trata de una explicación en cierta medida fundada, peca de simplista. Los regímenes de crecimiento no son los mismos y las respuestas a las crisis son diferentes.