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El documento sobre “Cuestiones económicas y financieras” (“Oeconomicae et pecuniariae quaestiones”, según su nombre original en latín) emitido hoy por el Vaticano con el aval del papa Francisco es un texto de tipo general, que tiene por destinatario a la opinión pública mundial, pero aborda temas que guardan estrecha relación con situaciones que se viven hoy en la Argentina y avanza en observaciones críticas que, una vez más, pueden tener segura aplicabilidad a temas que se debaten en el país. Podría decirse entonces que “al que le quepa el sayo que se lo ponga”.

“El peligro en tiempos de crisis es buscar un salvador que nos devuelva la identidad y nos defienda con muros”

 

El viernes, a la misma hora que Donald Trump juraba su cargo en Washington, el papa Francisco concedía en el Vaticano una larga entrevista a EL PAÍS en la que pedía prudencia ante las alarmas desatadas por el nuevo presidente de Estados Unidos —“hay que ver qué hace, no podemos ser profetas de calamidades”—, aunque advertía de que, “en momentos de crisis, no funciona el discernimiento” y los pueblos buscan “salvadores” que les devuelvan la identidad “con muros y alambres”.

Francisco ante la teología de la liberación

En América Latina es conocido ampliamente cómo operó un proceso de represión interna marginando a los teólogos y agentes pastorales; nombrando obispos conservadores y sumisos a la centralidad romana. La mancuerna Wojtyla-Ratzinger minó los ensayos pastorales y las innovaciones latinoamericanas.

El progresismo católico ha mirado con entusiasmo los giros y signos que el papa Bergoglio ha incrustado en su pontificado. En su toma de posesión al externar su célebre frase “quiero una Iglesia pobre y para los pobres”, contribuyó para que inmediatamente los católicos progresistas se identifiquen con el nuevo Papa.

Para entender la visita a Cuba del Papa Francisco

El 8 de julio de 2015, en el camino entre el aeropuerto de El Alto y la ciudad de La Paz, en Bolivia, el Papa Francisco se detuvo para orar cerca de Achachicala, sitio donde fue torturado y asesinado el sacerdote Luis Espinal en la noche del 21 de marzo de 1980, solo tres días antes del asesinato de Monseñor Oscar Arnulfo Romero en El Salvador y justo un año después de que la asamblea de obispos de Puebla (1979) declarase una opción preferencial por los pobres. Luis Espinal (“Lucho” para los bolivianos), periodista y crítico de cine, además de sacerdote, fue asesinado por denunciar la situación miserable del pueblo boliviano y la represión militar.