Política monetaria: el gran circo de los tipos de interés
La bajada de los tipos de interés en Estados Unidos ha desatado la euforia en el mundo financiero: la Reserva Federal anuncia el fin de las políticas monetarias restrictivas. En realidad, el enfoque cortoplacista de los bancos centrales alimenta la especulación en beneficio exclusivo de los financieros.
¿A dónde va la economía global?
¿Cómo va la recuperación mundial tras la pandemia de COVID?
La recuperación económica es reconocida por el sector privado
Distintos informes producidos en ámbitos lejanos al Gobierno, admiten niveles de crecimiento e inclusión social en el primer semestre del año.
La Universidad Torcuato Di Tella y la Universidad Católica son dos de las universidades privadas más exclusivas del país. En sus áreas de economía, revisten docentes extremadamente críticos con la intervención del Gobierno en la economía. Sin embargo, durante las últimas semanas, ambas debieron admitir diferentes avances en el país en lo que respecta a la economía y algunos aspectos sociales. Así, la Universidad Torcuato Di Tella difundió el pasado 23 de julio que el Índice de Confianza del Consumidor (ICC) que realiza su Centro de Investigación en Finanzas, registró un aumento interanual del 8,9%, así como de un 6,7% mensual para el mes de julio, es decir, un valor similar al que se había manifestado en junio, de 6,8%. Y el pasado 7 de agosto, este mismo Centro señaló que su Índice Líder (IL), relativo a la actividad económica, había arrojado como conclusión que a partir del mes de junio, “la probabilidad de ingresar en una fase expansiva se ubica en 97%”.
Avances de la década (y problemas del quinquenio)
Los desarrollos macroeconómicos impulsados durante 2002-2003, ratificados y profundizados luego por las tres administraciones elegidas por el voto ciudadano después del derrumbe de 2001 han sido -más allá de los errores- muy eficaces para asegurar una recuperación económica sostenida; una notable mejora del nivel, la calidad y la retribución del empleo; una gran disminución de los niveles de pobreza e indigencia; y, además, una mejora significativa en la distribución de los ingresos. En sólo tres años, se alcanzaron los niveles de actividad económica previos a la debacle y hacia el Bicentenario (2010) Argentina pudo mostrar una situación laboral más parecida a la predominante un cuarto de siglo atrás que a la heredada de la caída del 2001.