Apuntes sobre la crisis en el este de Asia
Setenta años después de Hiroshima, Japón llama a eliminar los arsenales nucleares
"Como único pueblo atacado por una bomba nuclear, tenemos la misión de conseguir un mundo sin armas nucleares." El primer ministro japonés, Shinzo Abe, renovaba ayer así el compromiso de su país contra ese armamento, en la ceremonia para conmemorar el 70° aniversario del lanzamiento contra Hiroshima de la bomba atómica.
Hiroshima, 70 años
Son las ocho de la mañana de un soleado 6 de agosto de 1945. Todo parece normal. Pero a los pocos momentos los sueños, los juegos, los descansos, el trabajo, los paseos, se mudan en una horrible foto fija para siempre. Las oscuras entrañas del Enola Gay vomitan destrucción que irradia el corazón de la bomba atómica. Los 140.000 muertos y más de 360.000 heridos conforman una tremenda torre-homenaje al sinsentido humano. El escenario de horror y muerte que siguió a la explosión no sirvió de arrepentimiento para los más del 50% de estadounidenses que siguen opinando positivamente sobre la necesidad de tal determinación. Los fantasmas que sobrevivieron al holocausto, en aquellos terribles momentos, y los que todavía hoy padecen las secuelas, deberían ser un toque de atención para que la humanidad reflexione a dónde puede llevarnos la locura de unos pocos.
La vida después de Hiroshima
El 6 de agosto de 1945 sus vidas cambiaron. Ese día, a las ocho en punto de la mañana, el Enola Gay, un avión estadounidense, lanzó una bomba atómica sobre Hiroshima. 70.000 de los casi 350.000 habitantes de la ciudad japonesa murieron en el acto, otros 70.000 fallecieron después por los efectos. Muchos de los supervivientes —a los que en Japón se llama hibakusha— son aún incapaces de contar sus experiencias o prefieren pasar desapercibidos, temerosos del estigma que durante largo tiempo rodeó a las víctimas de la radiación. Otros se convirtieron en activistas, deseosos de dejar su testimonio para que el horror no caiga en el olvido. Estas son algunas de sus historias.
China, Asia oriental y el mundo del siglo XXI*
Situadas en las antípodas de América latina, y del Cono Sur en particular, China y Asia oriental atraen con mucha razón una atención creciente de los observadores de temas internacionales del mundo entero. Esto se debe a la vez a su importancia económica y geopolítica en auge rapidísimo durante las últimas décadas y a las múltiples lecciones que estos países ofrecen, especialmente sus combinaciones en general exitosas de fuerte acción estatal y mercados dinámicos, sin contar la fascinación secular de Occidente con las brillantes civilizaciones del Extremo Oriente. Para América latina y el Caribe, como para Asia oriental y buena parte de África y del resto del mundo, China se fue afirmando en años recientes como un socio comercial de primerísima categoría, en muchos casos, como en los de Brasil y Chile, como primer mercado de exportación.
La trampa de la timidez
Ahora mismo no parece haber ninguna crisis económica importante y, en muchos sitios, los responsables políticos están dándose palmaditas en la espalda. En Europa, por ejemplo, alardean de la recuperación de España: el país parece en condiciones de crecer este año al menos al doble de velocidad de lo que se había previsto. Por desgracia, eso se traduce en un crecimiento del 1%, en vez del 0,5 %, en una economía profundamente deprimida, con un 55 % de paro juvenil. El hecho de que esto pueda considerarse una buena noticia pone de manifiesto lo mucho que nos hemos acostumbrado a unas condiciones económicas terribles. Nos va peor de lo que cualquiera habría imaginado hace unos años, pero la gente parece cada vez más dispuesta a aceptar esta miserable situación como la nueva norma.