Ramona Emancipada
Fue esa mirada de ojos abiertos a la realidad social sin nunca abandonar la sensibilidad y sofisticación del arte la que dejó campear a su alrededor Antonio Berni para dar vida a su Ramona Montiel, una mujer de fantasía creada con las partes de tantas mujeres que se abrían espacio como podían en el mundo del trabajo a principios de los años ’60, que empezaban a cuestionar su rol puertas adentro como alma del hogar, que buscaban la libertad tanto como el poder de decidir sobre sí mismas. Como en un relato en capítulos, las obras que construyen a Ramona la cuentan costurera, soñadora, prostituta; encandilada por las ofertas del capitalismo y soñando con los monstruos del destino trágico que la moral media le impone: ¿una víctima o alguien que decidió su destino? La muestra que reúne estas obras en el Malba –Antonio Berni, Juanito y Ramona, hasta el 23 de febrero– invita a una recorrida en compañía de la crítica Andrea Giunta para habilitar las múltiples lecturas que siguen al puro placer de detenerse frente a obras de arte capaces de tocar el alma.
“Voy a buscar a los personajes, me mezclo en lo posible, me mezclo con la gente, recojo la imagen que me hace falta. A veces tomo una copa con ellos; llevo caramelos en los bolsillos. Lo importante es no falsear: ella, Ramona Montiel, está estructurada con otros elementos que Juanito, porque es de otro ambiente; de la General Paz para el lado del centro. Puede ser de Pompeya o Villa Crespo.