Después de Palestina, Ucrania es la segunda víctima del pacto sellado por Donald Trump y Vladímir Putin. Legitimando la ley del más fuerte, su alianza refleja la dominación del capitalismo mafioso a escala mundial.

Según The Telegraph, las condiciones del acuerdo para Kiev son peores que las reparaciones impuestas a Alemania tras la Primera Guerra Mundial.

Excluirá a la Argentina de la red de colaboración internacional que permite tomar decisiones de salud pública basadas en la mejor evidencia disponible.

Según el New York Times, Kiev estaría dispuesto a llegar a un acuerdo sobre los minerales, a cambio de «garantías de seguridad». Pero el 70% de todos los metales raros se extraen en territorios que ahora forman parte de Rusia.

La conversión de todo el sector tecnológico al trumpismo es fruto de su modelo de negocio. Para proseguir su lógica depredadora, ha encontrado una salida política útil en la extrema derecha.

El nuevo gobierno de Donald Trump será probablemente una bendición para las empresas, los entusiastas y los mercados de criptomonedas, ya que alineará la política económica estadounidense con ideales nacionalistas criptoeconómicos, los intereses relacionados con los combustibles fósiles y una agenda nativista.

Hemos llegado al final del globalismo y del neoliberalismo hayekiano. ¿Qué viene después?

La actual oleada ultraderechista expande el autoritarismo reaccionario e incluye rasgos de fascistización. Involucra a los enemigos principales y no a los adversarios corrientes de la izquierda. Trump encabeza ese lote, con agresiones que amoldan la acción militar a la confrontación económica y exigen la total subordinación de América Latina. Hay que combinar la lucha callejera y electoral, gestando alternativas globales a la Internacional derechista y promoviendo programas contrapuestos. Con audacia y decisión se puede triunfar.