El modelo sojero en la Argentina. Respuesta a un comentario de Carlos Reboratti
Querría pedirle disculpas a Carlos Reboratti si no he logrado reflejar claramente y con todos sus matices su pensamiento expuesto en el artículo publicado en Ciencia Hoy. Reconozco que mi artículo no refleja lo suficiente el balance que él hace de los efectos positivos y negativos del modelo sojero en la Argentina ni su señalamiento–y esto creo que es más importante– de que “el Estado tome cartas en el asunto del ordenamiento territorial y ambiental” como para dar lugar a las economías campesinas y comunidades indígenas del NOA. En los debates suele ocurrir que uno se enfoque en aquello que más se aleja de la propia posición. En la elaboración de mi trabajo no existió la intención de “bajar línea” o presentar una postura “absolutista o tremendista” respecto de la problemática que nos preocupa sino de señalar cuestiones técnicas que denotan que el modelo sojero, una expresión cabal de la difusión de los agronegocios en nuestro país, tiene múltiples consecuencias que considero altamente negativos para nuestro presente y futuro. La postura que defiendo es la de un agro que se oriente a las necesidades del país, que procure la soberanía alimentaria, que se base sobre el bienestar de los productores agropecuarios, fundamentalmente de la mayoría de ellos, medianos y pequeños productores, campesinos y comunidades indígenas. Que además sea una agricultura sustentable, respetuosa del medio ambiente y que contribuya a la erradicación del hambre y la pobreza. Apuesto a un modelo con otra lógica, otra racionalidad que la que plasma el modelo actual.