El terrorismo monetario y la crisis nacional
Nuestro país atraviesa una crisis de características inusuales, lo que se suele denominar también crisis estructural, en cuyo desencadenamiento convergieron factores nacionales
e internacionales. Es posible afirmar que se trata del agotamiento progresivo de las formas de explotación y regulación que posibilitaron la reproducción ampliada del sistema, el desarrollo y expansión de un nuevo proletariado y la conformación de un bloque particular en el poder durante los ‘50 y ‘60. Al inusual vigor que hasta mediados de los sesenta mostró el capital le siguió un período de dificultades para mantener el crecimiento continuado de su rentabilidad. El cuestionamiento del movimiento obrero a la política de contención salarial implementada desde entonces y los cambios originados en el interior de las clases dominantes, asentados sobre el natural proceso de concentración y centralización de capital, dan cuenta de la nueva fase en el desarrollo del capitalismo, la del capitalismo monopólico con hegemonía del capital financiero, que constituye el núcleo organizador interno de la dinámica que asume la crisis a partir de mediados de 1975.
Desde comienzos de los ‘70 este proceso interno confluyó con la crisis capitalista mundial, la llamada crisis del fordismo, reflejada en una fuerte desaceleración de la productividad capitalista con consecuencias diversas sobre el mundo capitalista desarrollado.
Hoy se trata, entonces, de una crisis nacional de características no keynesianas. Lo que está en juego económicamente es la obtención de una sustancial mejoría de la productividad del capital que torne competitiva internacionalmente la producción industrial nacional. A diferencia de la crisis de los '30, que tomó la forma de una crisis de sobreacumulación, "resuelta" mediante la política keynesiana de demanda efectiva y desarrollo del estado-bienestar con marcos de regulación nacionales, la crisis de los '90 adquiere otras características. El obstáculo principal se encuentra en la producción, es decir en el corazón del sistema capitalista.