Documento de Trabajo Nº 42
Las últimas décadas del milenio que vimos concluir son caracterizadas por el historiador Eric Hobsbawn en su Historia del Siglo XX como “las décadas de las crisis”: la Historia de un mundo que perdió su rumbo y se deslizó hacia la inestabilidad.
El hecho central que destaca Hobsbawn (2003) no es que el capitalismo funcione peor que en su Edad de Oro, sino que se encuentre fuera de control; es decir, que nadie sepa cómo enfrentarse a la inestabilidad de la economía mundial, ni disponga de instrumentos para actuar sobre ella.
En términos más generales, la colectividad humana ha perdido el dominio sobre las consecuencias de su acción. La crisis que nos encontramos atravesando excede en gran medida a una crisis económico-financiera -por más que, como signo de los tiempos, los titulares de los diarios sean ocupados por rescates financieros, riesgos país y caídas bursátiles-, para constituirse en una crisis alimentaria, climática y sistémica que pone en cuestión los rasgos centrales del capitalismo de fines del siglo XX.
En un mundo que de acuerdo a la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura podría alimentar a 12.000 millones de seres humanos, 800 millones de personas, más del 10% de la población planetaria, padecen hambre crónica. En paralelo se ha ido conformando una elite económica mundial con rasgos cuasi oligárquicos: 29,7 millones de millonarios (el 0,4% de la población) posee el 38,5% de la riqueza (datos del Global Wealth Report, 2012).
Documento de Trabajo Nº 42 - abril de 2012