El desarrollo y la economía popular
El trabajo formal, duradero y bien remunerado es un objetivo cada vez más difícil de sostener por parte de los gobiernos. Los progresos de la tecnología y los procesos de concentración afectaron considerablemente el mercado laboral.
El impulso y crecimiento de los procesos que utilizan la robótica o la inteligencia artificial empiezan a dejar a las economías rehenes de estos cambios. Se entiende la lógica capitalista de las empresas, cuya descripción obvia parece denunciarla: el principal objetivo es la ganancia empresarial, los CEOs de la actualidad exigen que la rentabilidad no se negocie bajo ningún aspecto. La principal meta del mercado y de sus empresas es poder ganar más dinero reduciendo costos y con menos trabajadores. Y en este escenario el trabajador es un costo más a reducir. Los economistas y políticos que trabajan para el mercado nos dicen que esta situación es irreversible, y que los trabajadores deben resignarse a los cambios laborales sin protestar.
¿Cómo es el empleo en tiempos de la economía popular?
Los datos y las acciones cotidianas demuestran que la “empleabilidad” ha quedado relegada en pos de la especulación financiera, el boom tecnológico y la maximización de ganancias. No es algo ofensivo, es un dato real que manejan los gerentes de casi todas las empresas. En este contexto se desarrolla la “Economía Popular”. Una definición posible para describirla es: “La Economía Popular comprende a todos aquellos trabajadores o experiencias colectivas que subsisten a partir de sus propios esfuerzos, donde predomina el trabajo sin patrón, donde la producción o servicio son de baja intensidad (manual, artesanal, ecológica, etc.), con escasa tecnología, sin financiamiento y en su gran mayoría sin derechos”. El Papa Francisco la definió en el encuentro de los movimientos populares en Bolivia es: “la economía popular es la que hacen ustedes, los trabajadores, los campesinos y campesinas, los pueblos originarios”.
¿Son pobres los trabajadores populares? Podríamos decir que sí, es casi obvio describir que sus trabajadores tienen muchas dificultades para desarrollarse. Tampoco significa que la Economía Popular sea una economía de pobres para pobres. Ni muchos menos pensar que desarrollar la economía popular sea subsidiar la pobreza. ¿Imaginamos una economía popular porque nos resignamos a que ingresen al mercado formal de trabajo? No. Además de que el “mercado formal” se está achicando a los mismos efectos de la degradación del capitalismo. Imaginar un trabajo fordista para todos es una utopía casi más ambiciosa que el socialismo, asimismo no tengo muy claro si se pudiera, que esta sea la mejor solución. Se trata de conocer, interpretar y actuar sobre esa “economía sin patrón” que involucra a millones de personas que decidieron ocuparse y organizarse gremialmente entorno al trabajo superando la etapa de pedir planes o comida, como los desocupados que alguna vez pintó Ricardo Carpani: mirando desde abajo con melancolía las fábricas imponentes que los excluyen. Es tan parte del siglo 21 como la inteligencia artificial. Por eso la CTEP hoy ya generó lazos indestructibles con la CGT, el paso que faltaría es formalizar su lugar dentro de la misma.
"SE TRATA DE CONOCER,
INTERPRETAR Y ACTUAR
SOBRE ESA “ECONOMÍA SIN
PATRÓN” QUE INVOLUCRA A
MILLONES DE PERSONAS QUE
DECIDIERON OCUPARSE Y
ORGANIZARSE GREMIALMENTE
ENTORNO AL TRABAJO"
Hay quienes describen a este “sector” como una economía deficiente, entendiendo que los Estados subsidian a personas para no trabajar, y la realidad marca lo contrario: cuando uno recorre la Argentina la economía popular aparece. Son trabajadores que nacen de la necesidad de trabajar. La economía popular primero que nada piensa en trabajo, no repara en la acumulación. Los trabajadores distribuyen sus ganancias diarias en cuanto se llevan a su casa para vivir, y otro tanto para reponer en su trabajo de todos los días, no se ahorra ni se capitaliza, lo que genera un trabajador de la economía popular vuelve rápidamente a la economía.
Yendo a un ejemplo concreto, cada vez que se comienza con la construcción de viviendas populares y de sectores medios, ya sea por convenios con el Estado o por desarrollos propios, tanto las cooperativas como los trabajadores con especialidades puntuales, podemos observar que el desarrollo del trabajo es de buena calidad, los problemas que suelen aparecer generalmente son financieros o económicos, pero nunca de capacidades. Por otro lado observamos cómo ha medida que se van desarrollando las obras cambia el contexto del barrio y poco a poco comienzan a aparecer otros trabajadores alrededor de la obra como vendedores de chipa, facturas, puestos de comida, reabren kioscos o panaderías, insumos para la construcción, etc. En síntesis, mientras la cosa funciona, el dinero que genera la economía popular impulsa rápidamente más trabajo en el contexto donde se desarrolla.
Para ello es necesario comprender que los que desarrollan la economía popular no son desempleados sino trabajadores. Probablemente para una mirada tradicional tal vez lo sean. Es verdad que por un motivo u otro no han sido ocupados ni por el Estado ni por el sector privado como “empleados formales”. La realidad es que estos trabajadores supieron subsistir a pesar del maltrato por parte de una economía que funciona cada vez peor, y por supuesto por parte de la política que los visualiza solamente como un problema social y no económico. Por un lado una gran cantidad de trabajadores han logrado mantener sus formas de servicios o desarrollo evitando renunciar a sus saberes y por otro, aquellos trabajadores que no han conseguido ser empleados o no han logrado desarrollarse en sus saberes, han ido inventándose su propio trabajo. Entonces contamos con otra definición de “economía popular”: es una en la que el trabajador inventa su propio trabajo.
"UNA GRAN CANTIDAD
DE TRABAJADORES HAN
LOGRADO MANTENER
SUS FORMAS DE SERVICIOS
O DESARROLLO EVITANDO
RENUNCIAR A SUS SABERES"
Otra característica importante de estos trabajadores es que en su mayoría brindan su trabajo o servicio en un ámbito de cercanía, donde muchas veces por distintos motivos no llega el mercado tradicional. Algunos de los oficios son: artesanos, agricultores familiares, enfermeras, textiles, kiosqueros, trabajadores manuales, verduleros, vendedores de la vía pública, albañiles, gomeros, bicicleteros, herreros, bloqueros, mecánicos, trabajadores del hogar, trabajadores sexuales, chapistas, pesca artesanal, pintores, fleteros, peluqueros, manicuras, panaderos, recicladores urbanos, afiladores, vendedores ambulantes, trapitos, limpia vidrios, cortadores de césped, motoqueros, manicura, peluquería, servicio del cuidado de adultos o personas con capacidades diferentes, planchadoras, cuidadores de seguridad, cocineros, etc..
No es excluyente la idea de que estos trabajadores en algunos casos acceden a algún subsidio o plan con el que logran mejorar sus ingresos. Es evidente que sumar ingresos mejora una parte de las ganancias. Pero lo que no cambia es la realidad del contexto económico donde se desarrollan. Si además de subsidiarlos el Estado en su rol de articulador pudiese diseñar políticas y herramientas para este sector, podrían desarrollarse con mayor precisión.
Aunque tengamos que repetirlo mil veces, la economía popular es la expresión de millones de trabajadores. El Estado por desconocimiento los fue encasillando en un lugar incorrecto. No son las políticas sociales mediante planes las que vayan a resolver los problemas de esta economía. Pensar políticas de desarrollo va a implicar ampliar la mirada de lo productivo. Esa amplitud debe incorporar a todos los actores de la economía. Si bien uno de los grandes problemas es la restricción externa, ampliar nuestra mirada productiva va a implicar incorporar a aquellos actores de la economía que producen sin la presión de los dólares. Debemos tener la capacidad de poder integrar todo en un plan de desarrollo común. La integración planificada que complemente la innovación, la ciencia y tecnología con el cuidado del planeta y las personas. El objetivo es que se puedan desarrollar cientos de miles de empresas PyMEs junto a los cientos de miles de trabajadores de la Economía Popular. Podríamos decir, incluso sin ironía, ¿por qué los trabajadores de la economía popular no son considerados “emprendedores”, esa palabra fetiche del macrismo?
Entonces, ¿es posible darles certidumbre a todos los trabajadores? ¿Es posible darle importancia al diseño de acciones que pudieran generar trabajadores formales, estables y bien remunerados? Entonces, es imprescindible que desde el pensamiento crítico y la política asuman este concepto: son los trabajadores los que han venido para quedarse y no la incertidumbre. Implementar una agenda de desarrollo que integre a todos será el desafío de un posible próximo gobierno popular.
Panama revista - 28 de junio de 2019