¿Dónde hay un mango, viejo Goméz?
En tres años el salario mínimo vital y móvil cayó el equivalente a 150 litros de leche.
La situación del empleo hoy en la Argentina es desoladora. El INDEC informó hace pocos días que el desempleo ya alcanzó los dos dígitos (10,1%), ya son 2.123.000 los trabajadores que no tienen empleo. En el último año se sumaron 246.000 nuevos desempleados y esta cifra parece crecer día a día. La cantidad de subocupados también creció, ya suman el 17,5%, y el empleo en negro alcanza al 35% de los trabajadores.
Cuando hablamos de estas cifras nos estamos refiriendo a personas, a nuestro pueblo, a familias que no tienen sus necesidades básicas satisfechas.
Pero el ajuste llevado a cabo por el gobierno de Macri no es para todos igual. El Indec confirmó que la brecha de ingresos aumentó entre el 10% más rico y el 10% más pobre de 20 a 21 veces en el último año. Y el Índice de GINI pasó de 0.391 en el 2014 al 0.440 en el 2018, y con estos datos de las brechas salariales la desigualdad va a aumentar.
Hay mucha legislación sobre la obligación por parte del Estado de garantizar la satisfacción de los derechos a nuestros ciudadanos. Por citar uno veamos qué dice el artículo 116 de la Ley de Contrato de Trabajo donde estipula lo que es el Salario Mínimo Vital y Móvil y qué debe incluir: “Salario mínimo vital es la menor remuneración que debe percibir en efectivo el trabajador sin cargas de familia, en su jornada legal de trabajo, de modo que le asegure alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión”.
Hoy el SMVM está fijado en $12.500 pero según la Dirección de Estadística y Censos de la Ciudad de Buenos Aires, para no ser pobre una familia necesita contar con más de $ 29.304,12 (ni siquiera sumando dos SMVM se llega a esa cifra, y siempre y cuando en esa familia los dos tengan la suerte de tener trabajo y vivienda propia, porque ese monto no contempla los gastos de un alquiler). La situación es mucho más grave cuando vemos que para no ser indigente una familia necesita $ 14.365,68; es decir que si una sola persona trabaja y cobra ese salario, se lo considera indigente.
El Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil se reunió por última vez el 8 de agosto de 2018 y otorgó un 20% al salario mínimo vital y móvil, pero veamos qué pasó con la inflación de agosto de 2018 a mayo de 2019: el INDEC nos informa que la inflación fue del 39,7% (19,7% más de lo que aumentó el SMVM).
En tres años el SMVM cayó el equivalente a 150 litros de leche (esto también explica en parte que el consumo de leche en el mismo período haya caído 19,3%), 78 kilos de pan, 150 kilos de arroz. Para una familia de bajos recursos, esto es un daño enorme.
Por este motivo es urgente, como vengo afirmando hace tiempo, que el Consejo del Salario se reúna cuanto antes.
Hoy una familia tipo de clase media en la ciudad de Buenos Aires necesita, para cumplir con los ítems que incluye la ley sobre el SMVM (alimentación adecuada, vivienda digna, educación, vestuario, asistencia sanitaria, transporte y esparcimiento, vacaciones y previsión) alrededor de $90.000 pesos si incluimos el alquiler del hogar (recordemos que el 35% alquila en la ciudad de Buenos Aires). Y achicando más el gasto, para una familia de menos recursos sin contar educación privada ni prepaga ni auto, sus gastos ascienden a $ 50.000. Estamos muy lejos de esa cifra.
La brecha entre lo que se necesita y lo que percibe queda evidenciado cuando vemos que el 42,8% de nuestros pibes está con déficit nutricional. Esta realidad hay que cambiarla de manera urgente. Debemos trabajar para achicar esa brecha lo antes posible.
- Héctor Recalde, Abogado Laboralista, Presidente de F.U.E.N.T.E.S.
El Cohete a la Luna - 30 de junio de 2019