Déjà vu de la crisis argentina: atrapados en el día de la marmota
José Ramón García Menéndez * (Especial para sitio IADE-RE) | "El déjà vu de la economía argentina no es una enfermedad social específica sino una manifestación sistémica del orden socioeconómico desigual y vulnerable del capitalismo periférico en la economía global".
A Juan Carlos Amigo, dignidad y compromiso. In memoriam.
El presente texto surgió de una larga conversación que mantuve con Juan Carlos Amigo, en la Universidad de Santiago de Compostela en 1996 y concluyó con un encuentro con Betriz Sarlo en la misma universidad, veinte años después. Un avance se presentó en el curso "Crítica literaria e análise da cultura", en el marco del Máster de Estudos Literarios e da Cultura, (USC, 2018).
I. "... estoy convencido que la memoria nos engaña en el anhelo por sobrevivir a la adversidad" (Déjà vu, junio 1917)
Cuando el investigador francés Ëmile Boirac, a inicios del siglo XX, publica L'Avenir des sciences psychiques, no podía imaginar que algunos diagnósticos y terapias de nuevos fenómenos psíquicos descritos en la obra alcanzaran una dimensión no prevista por quien fuera, además, rector de la Université de Dijon. Podemos suponer que la comunidad universitaria fue un excelente laboratorio clínico para el estudio de numerosos transtornos mentales pero Boirac no podía anticipar -ni en el más disparatado pronóstico- que sucesos médicos novedosos durante la Comuna de Paris o la I Guerra Mundial se reprodujeran a principios del siglo XXI.
Es el caso del déjà vu (ya visto, ya vivido, literalmente), una paramnesia del conocimiento por el que una persona siente que una determinada realidad ya ha sido observada o experimentada con anterioridad, en la que el fenómeno parece ser más una anticipación del futuro que una mera anomalía ilusoria. Hasta que la máquina del tiempo de H. G.Wells se invente, la flecha temporal es unidireccional por lo que el déjà vu es un espejismo: permite viajar hacia atrás por una senda que no existe. No se trata de una alucinación sino, simplemente, quien sufre el déjà vu (individual o colectivamente) padece la condena de un daimon grotesco por el que Sísifo sufre, indefinidamente, un cruel castigo como si fuera un convicto reincidente.
La experiencia del déjà vu se presenta con una sensación de desconcertante familiariedad. Percibir como real lo que es un reflejo de lo visto o vivido en el pasado acrecienta la inquietud. Por la fraternal y directa relación con amigos y colegas argentinos, de una indiscutible solvencia intelectual, con formación consolidada e independencia de criterio, se constata (con asombro y frustración) que el espíritu reflexivo argentino (casi siempre lúcido, a veces irónico, a veces vanidoso...) se repliega por momentos, atrapado en la red de la memoria transtornada y al borde de los precipicios, sistémicos y recurrentes, de la crisis económica en Argentina.
En efecto, ante una estructura económica del peso relativo regional y la potencialidad de este orden no cabe, para los analistas rigurosos, más que el desconcierto y, para los ciudadanos(as) de las proletarizadas clases media y trabajadora, el duro padecimiento social que el déjà vu interioriza en la población como algo inevitable en los ciclos de actividad económica argentina. Esta peculiar paramnesia social presenta, como en su dimensión individual, un denso listado de transtornos: nerviosismo, ansiedad, rasgos esquizoides e, incluso, sacudidas epilépticas. Pero no es, en absoluto, una "enfermedad argentina" siguiendo aquellas similitudes de la teoría económica ortodoxa cuando caracteriza la "enfermedad holandesa" (parálisis por exceso de ingresos de divisas con contracción interna de la producción y el empleo), la "enfermedad norteamericana" (mal de altura por la revaluación del dólar y esclerosis político-institucional), la "enfermedad brasileira" (petro-bronquitis, fiebre inflacionaria y metástasis de la corrrupción), la "enfermedad europea" (superposición de desórdenes económicos nacionales y descoordinación de movimientos de ajuste político-económico), la "enfermedad china" (compulsión constructivista y síndrome laboral por agotamiento de la fuerza de trabajo sobre-explotada), la "enfermedad chilena" (anemia de divisas por la fuerte dependencia del crecimiento, casi tóxica, con la caída de los precios internacionales del cobre y otras materias primas).
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* Profesor Titular de Economía Política (Universidad de Santiago de Compostela) - joseramon.garcia@usc.es | 19-12-2019.