Pablo Levin siempre estará entre nosotros
Murió Pablo Levin. Aquel del rigor intelectual nos ha dejado. Aquel que nos explicó el fetichismo de la mercancía y su secreto. Aquel de las formas del valor y las tecnoestructuras del capital. Aquel de la ciencia y la palabra distinguir, que fue bella palabra para mí después de conocer a Pablo. Por ese tiempo, bajando las escaleras de la facultad me dijo que yo debía participar más en sus clases. Le dije que tenía miedo de decir una gansada. Me dijo “la peor gansada es la que no se dice”.
Siempre me pareció que Pablo fue el más grande profesor que tuve. Esa capacidad para mirar todo con interés, esa lógica que escrudiña para llegar a desanudar el nudo argumental. Una vez fui a verlo a su casa. Estaba escribiendo en un escritorio lleno de libros de anatomía animal que evidentemente usaba. Le pregunté por qué y explicó que estaba estudiando el estómago de la chinchilla pues unos compañeros le habían pedido opinión sobre un emprendimiento social de crianza animal y el tema era ver si la chinchilla era la mejor opción.
La última vez que vi a Pablo fue a 100 metros del obelisco, iba flanqueado por dos jóvenes, que luego supe, eran economistas. Hablamos de un artículo que -justamente- sus dos acompañantes habían enviado para su publicación en la revista Realidad Económica. Parecía siempre joven. Las buenas compañías, pensé. También su compromiso con la teoría económica y la defensa de los trabajadores, sus debates, sus luchas y su esperanza. La capacidad que tenía para impulsar a otros a hacer su camino. Y ya me estoy dando cuenta, Pablo: siempre estarás con nosotros.
Buenos Aires, 18 de mayo de 2021