Algo más que una cuestión de género
Científicas de la Argentina y Chile analizan las barreras que enfrentan las mujeres latinoamericanas en el ámbito académico y plantean que su intersección amplifica el impacto negativo. A partir de una columna publicada en la revista Nature, buscan visibilizar la desigualdad y ampliar el debate para lograr una ciencia más equitativa e inclusiva.
Las barreras que enfrentan las científicas latinoamericanas para hacer ciencia no son solo una cuestión de género. En un artículo publicado este pasado jueves 23 de septiembre en la revista Nature, dos paleontólogas de la Argentina y Chile plantean que otros obstáculos vinculados con el financiamiento, el acceso a la literatura científica y el idioma son barreras que no solo se suman a la de género sino que unen entre sí, amplificando sus consecuencias negativas. De esta manera, las investigadoras buscan visibilizar las situaciones de desigualdad que enfrentan y proponen algunas ideas para reducir la inequidad.
“Lo que vemos es que existe una interseccionalidad, que es un concepto clave en el feminismo, e implica que las barreras que enfrentamos se acumulan y magnifican la desigualdad. Esto hace que el camino de las investigadoras arranque desde mucho más atrás y quienes están en posiciones de toma de decisiones muchas veces no están considerando estos obstáculos”, le dijo a TSS Mariana Viglino, becaria posdoctoral del Centro Nacional Patagónico (CENPAT-CONICET) e integrante de la colectiva “Por una ciencia sin machismo” de esa institución.
La idea de escribir sobre esto surgió hace unos meses, mientras las investigadoras estaban organizando una mesa redonda sobre diversidad, equidad e inclusión. “Ahí nos dimos cuenta de que había muchos puntos en común en cosas que pensábamos que nos pasaban individualmente. Entonces, pensamos en qué podíamos hacer para ampliar y continuar el debate”, explicó la científica chilena Ana Valenzuela-Toro, doctoranda en la Universidad de California Santa Cruz, en Estados Unidos, y coautora del artículo.
“Notamos que, cuando publicamos un paper, es frecuente recibir comentarios sobre el idioma del manuscrito, asumiendo que, por ser latina, el lenguaje utilizado no va a ser bueno”, dice Valenzuela-Toro.
Una de las principales barreras que observaron fue la de financiamiento. En este caso, plantean que los países de América Latina invierten significativamente menos en ciencia que los países de altos ingresos, lo que afecta la cantidad de proyectos y experimentos, y la posibilidad de asistir a congresos internacionales, espacios de interacción con colegas de otros países donde se suelen generar colaboraciones y contactos claves que favorecen el desarrollo profesional.
Una segunda barrera es el acceso a la bibliografía. Para quienes estudian e investigan en países como Estados Unidos o en la Unión Europea es común acceder a las publicaciones que necesiten para realizar sus trabajos,en los países latinoamericanos el acceso está más limitado por su alto costo. “El CONICET tiene convenios pero, fuera de eso, tenemos que recurrir a fuentes alternativas como Sci-Hub o grupos en redes sociales en los que se comparten papers entre colegas”, dijo Viglino.
Otro obstáculo es el idioma, ya que la “lengua oficial” de la ciencia es el inglés. En este punto, las investigadoras explican que esto no solo implica una barrera para la comunicación entre pares. “Notamos que, cuando publicamos un paper, es frecuente recibir comentarios sobre el idioma del manuscrito, asumiendo que, por ser latina, el lenguaje utilizado no va a ser bueno. Incluso, aunque haya coautores de habla inglesa que revisen los artículos antes de enviarlos, se asume que si la primera autora tiene apellido latino, el trabajo va a tener errores en la redacción”, señaló Valenzuela-Toro.
Finalmente, la última barrera, que es la del sesgo de género, atraviesa las anteriores. Esto se da de diversas maneras, por ejemplo, en la elección de revisores de papers pero también en la forma de evaluar según si el primer autor es varón o mujer. El sesgo también se evidencia a la hora de citar trabajos de colegas, ya que suelen citarse más los trabajos firmados por varones y en el mundo científico menos citas significa menos visibilidad.
Así, la acumulación de las barreras deriva en una espiral de desventajas: las científicas latinoamericanas son invitadas en menor medida a los congresos, lo que también influye en que no sean consideradas referentes ni elegidas para revisar papers, y así sucesivamente. “El sesgo de género lo pusimos al final porque consideramos que, si bien las barreras anteriores pueden ser compartidas también con colegas varones de América Latina, todas ellas se profundizan en el caso de las mujeres, y ni hablar de otras identidades de género”, afirmó Viglino.
“El camino de las investigadoras arranca desde mucho más atrás y quienes están en posiciones de toma de decisiones muchas veces no están considerando estos obstáculos”, dice Mariana Viglino, en la foto durante un trabajo de campo. Crédito: Nicolás Farroni.
En este sentido, las investigadoras proponen implementar algunas acciones como punto de partida para ir reduciendo la inequidad en el ámbito científico. “Lo primero es entender qué está sucediendo. Creemos que informarse sobre la existencia de estas barreras puede despertar empatía en colegas para iniciar cambios”, dijo Valenuela-Toro. Entre las propuestas, aconsejan tomarse un rato para reflexionar sobre el origen y el género de los autores al momento de citar bibliografía para una investigación.
Otras recomendaciones tienen que ver con hacer congresos más inclusivos, no solo desde lo económico, sino también en la manera en que se organizan las mesas, para propiciar interacciones más diversas y enriquecedoras. También quem si un científico o científica se encuentra en una posición de autoridad, ayude a amplificar las voces de quienes comienzan la carrera en mayor desventaja y traten de visiblizar más sus trabajos.
Con respecto a la recepción de sus colegas ante la visibilización de estas barreras, Viglino dijo: “En el CENPAT venimos realizando diversas acciones con la colectiva y hallamos todo tipo de respuestas. Hay gente que empezó a estar más atenta a las desigualdades y está haciendo cosas para cambiarlas, y otras personas que siguen muy reticentes a reconocer las existencia de estas desventajas”. Por su parte, su colega cuenta que donde ella trabaja percibe un cambio de mentalidad y una mayor proactividad para modificar comportamientos por parte de sus compañeros y mentores varones.
“Hoy se habla bastante de equidad de género y siento que se ha avanzado. Igualmente, me parece que todavía se considera a las mujeres como un grupo monolítico, como si no existiera una diversidad detrás del hecho de ser mujer. Y no todas partimos del mismo lugar o tenemos la misma historia. Las mujeres blancas no tienen los mismos obstáculos que las latinas, negras y migrantes. Por eso nos parece importante que en los debates se tenga en cuenta la interseccionalidad de las barreras”, finalizó Valenzuela-Toro.
Agencia TSS (UNSAM) - 30 de septiembre de 2021