Es posible que con el voto positivo de los irlandeses en el reciente referéndum la larga crisis institucional de la Unión Europea haya encontrado por fin un comienzo de solución. También se puede pensar, con algún optimismo, que la crisis económica mundial -de la cual los Estados Unidos no fueron los únicos responsableshaya pasado, hacia fines de 2009, su momento más crítico y que en 2010 se confirme la “vuelta a la normalidad”. Pero tal vez más difícil todavía sea enfrentar con éxito las otras crisis fundamentales, las del “modelo social europeo”, de la inmigración incontrolable y de la ampliación geográfica sin metas claras, todas éstas ligadas también a un auge peligroso de los partidos populistas de derecha. Estas cinco crisis interrelacionadas, a las que se agregan desafíos globales no menos serios -los desequilibrios ecológicos globales, la dependencia energética y las amenazas a la paz mundial, empezando por las sumamente explosivas en el vecino mundo islámico- así como l