Quejas de llenos
La resistencia a los modestos proyectos laborales parece una reacción exagerada teniendo en cuenta la evolución de los costos desde la devaluación.
La productividad por obrero es la mayor en 15 años. Los costos laborales son los más bajos de ese período. Y la rentabilidad en la industria se duplicó desde la devaluación. Pese a esos indicadores, las entidades empresarias protestan por los proyectos de ley que tienden a hacer más justas las relaciones laborales. La eliminación de los topes a las indemnizaciones por despido, la ampliación del plazo para realizar un juicio laboral y la posibilidad -tal como dictaminó la Corte Suprema- de que un trabajador accidentado pueda realizar juicio civil a su empleador son los proyectos que generan resistencias. Sostienen que esas modificaciones afectarán la competitividad de la economía, fomentarán la "industria del juicio" y propiciarán un clima contrario a la inversión por la falta de seguridad jurídica.
Los argumentos de las entidades son muy similares a los que utilizaron a principio de año cuando se discutían incrementos salariales: el aumento de los costos laborales llevaría a una caída en el empleo y de la inversión y provocaría aumentos de precios. Sin embargo, varios estudios demuestran que el sector empresario, y en particular el industrial, se quejan de llenos. Un documento elaborado por la consultora Alpha para la Asociación de Bancos Públicos y Privados de la Argentina señala que en el sector industrial el gasto en salarios -sueldos más cargas sociales- aumentó un 95 por ciento desde la devaluación, pero representa sólo el 14,2 por ciento de los costos totales. En tanto los insumos intermedios (nacionales, importados y agropecuarios) representan el 48,1 por ciento de los costos totales y se incrementaron un 162 en el mismo período. Además de ocupar un porcentaje pequeño, el promedio del gasto en salarios es un 9,2 por ciento más bajo que antes de la devaluación. Un estudio de la consultora SEL, que dirige Ernesto Kritz, afirma que el costo laboral en la industria es 37 por ciento menor respecto de diciembre de 2001, y en el sector servicios es similar al de antes de la devaluación.
En relación con otros países, la Argentina también tiene costos laborales más "ventajosos". El Ministerio de Trabajo, a través de la Subsecretaría de Programación Técnica y Estadística, a cargo de Marta Novick, comparó en 2003 los aportes patronales de distintos países llegando a la conclusión de que "el nivel vigente en Argentina es uno de los más bajos de la región después de Chile". Y además señala que "el proceso de reducción de las alícuotas patronales de la década del '90 no ha tenido efectos positivos evidentes en el mercado de trabajo".
Lo que sí en cambio se vio incrementado en estos años fueron las ganancias empresariales y, en particular, de la industria. El trabajo de la consultora Alpha señala que la rentabilidad unitaria -por producto fabricado- está 6 por ciento por encima del nivel promedio de los últimos diez años y un 9 por ciento sobre diciembre de 2001. Las ganancias extraordinarias se reflejan con mayor amplitud si se tiene en cuenta que aumentó el volumen de la producción. Así, la rentabilidad total de la industria se ubica un 26,5 por ciento por encima del promedio de la última década y 51,2 por ciento por encima del retraído nivel anterior a la devaluación. "Manteniendo los precios y los costos industriales del primer trimestre de 2006 y calculando un aumento de salarios del orden del 20 por ciento, las empresas igualarían la ganancia unitaria de la convertibilidad, pero seguirían teniendo una buena rentabilidad total. Están en condiciones de absorber los incrementos salariales sin romper ningún acuerdo de precios con el Gobierno", señaló Hernán del Villar, autor del estudio.
La productividad laboral medida por obrero ocupado se incrementó un 18 por ciento desde la devaluación y se ubica en el mayor nivel de los últimos quince años. Es verdad que este crecimiento en los niveles de rendimiento se vio acompañado por un aumento salarial, luego de las últimas negociaciones el poder adquisitivo de los trabajadores privados formales se encuentra un 10 por ciento por encima del nivel de 2001. Sin embargo, en los momentos en que se discutían los convenios los empresarios se quejaban. Resulta sorprendente que al momento de iniciarse las negociaciones, por ejemplo, el Sindicato de Camioneros que hoy conduce la CGT reclamaba un 40 por ciento de aumento y las empresas ofrecían 15. Cuando la disputa se saldó en 19 por ciento, Hugo Moyano festejaba pero las empresas continuaban lamentándose.
Fuente: Página 12