Hugo Chávez teje poderosas alianzas con Irán y China
El 18 de setiembre, en Caracas, se proclamaron "hermanos". Comparten una línea incisivamente antinorteamericana y varios emprendimientos petroleros. Pero Hugo Chávez y Mahmud Ahmadineyad no tienen la misma etiqueta política. El presidente de Irán es claramente un ultraconservador mientras que el venezolano se cataloga a sí mismo como socialista. En obvio que en este peligroso mundo unipolar, no los une el amor sino el más descarnado de los pragmatismos.
El objetivo próximo de Chávez se situa el 16 de octubre y se trata de obtener los 128 votos (sobre un total de 192) que lo conviertan en sucesor de Argentina en el Consejo de Seguridad de la ONU. Además de los cinco sitios permanente (China, Rusia, EE.UU., Gran Bretaña y Francia) el poderoso Consejo tiene diez asientos rotativos. El de nuestra región lo pelean Guatemala (candidata de EE.UU.) y Caracas.
La propuesta venezolana incluye cambios radicales en Naciones Unidas que irritan a más de uno. Caracas cuestiona que sólo sean cinco los países con derecho a veto y pide ampliar el número de asientos permanentes alegando que el organismo, siendo importante para la guerra y la paz como es, debe ser "democratizada en su toma de decisiones".
Estados Unidos está haciendo fuerte campaña en contra Venezuela y Chávez duplicó la actividad de su diplomacia y ha venido tejiendo poderosas alianzas en Asia, Africa, los países árabes, Rusia, Irán y China.
Tal vez la más astuta jugada de la política exterior chavista desde que llegó al poder en 1998 es justamente usar el petróleo para profundizar el vínculo con Beijing hasta volverse imprescindible para el gigante asiático.
Antes de la invasión de EE.UU. a Irak, varios especialistas advirtieron que el móvil verdadero no eran las armas de destrucción masiva ni llevar la democracia a los iraquíes, sino el petróleo. En ese mismo sentido hoy hay quienes creen que la demonización de Irán por parte de Estados Unidos tiene el mismo objetivo y no tanto el desarrollo nuclear iraní.
Y, en el trasfondo de esta estrategia estaría China. Es sabido que ése será el país que más se desarrollará en el siglo XXI y quien controle el petróleo en el mundo, controlará hasta dónde llega el desarrollo chino.
"Un posible ataque de Estados Unidos a Irán podía estar vinculado con su rivalidad geoestratégica con China", aseguró Vladimir Ovchinski, un asesor del Kremlin a la prensa rusa el 30 de agosto pasado. "El informe Proyecto 2020 del Consejo Nacional de Inteligencia de EE.UU. señala que para ese año China se habrá erigido en líder mundial en desmedro de la actual superpotencia. El talón de Aquiles chino es el petróleo y el 47 por ciento de las importaciones de crudo las recibe de Irán. Para poner a China de rodillas, EE.UU. puede atacar arterias petroleras iraníes".
Chávez hizo en agosto su cuarta visita a China. Acordó doblar los actuales 155.000 barriles diarios para 2007, pasar a 500.000 barriles en 2009 y a un millón en la próxima década (ahora envía a Estados Unidos un millón y medio diarios).
A cambio comprará 18 buques cisterna para el transporte de crudo —Chávez quiere para Venezuela una flota propia— además de acordar que ambos países explorar juntos una zona de la Franja del Orinoco con grandes reservas de hidrocarburo. Esto "cambia radicalmente el escenario geopolítico futuro", dijo Ovchinski.
Según el especialista el cálculo venezolano es que "si para China el fluir del crudo está asociado con la estabilidad de Venezuela, Caracas tendrá un gigante protector y Washington lo pensará más de dos veces antes intentar el derrocamiento de Chávez".