Con la bonanza financiera no alcanza
La economía Argentina sigue basada en la producción primaria. El buen momento debería aprovecharse para revertir la desindustrialización.
Autor:Daniel Muchnik
Fuente: Clarín
La inflación no sólo erosiona los salarios y las jubilaciones. También incrementa el endeudamiento público porque casi la mitad de la deuda —que llega a 130.000 millones— está contraída en pesos que, a su vez, en un 85% se ajusta por el CER, el índice que sigue el ritmo de la inflación.
Así, cada punto que suben los precios hace crecer la deuda en 1.600 millones de pesos que, al cambio actual, representan 500 millones de dólares. Con una inflación anual del 10% como la que habrá este año, son 5.000 millones de dólares.
Llamativamente, mientras el Gobierno desestima cualquier indexación o ajuste de salarios o jubilaciones por el costo de vida, la deuda en pesos tiene el atributo de indexarse por la inflación. Y como los precios suben más que la cotización del dólar, esa indexación potencia la valorización de esos bonos en moneda norteamericana. Por ese arbitraje, los bonos en pesos dan un rendimiento en dólares aún mayor.
Por otro lado, la inflación asegura que el Gobierno tenga una mayor recaudación fiscal y se incremente el superávit fiscal para pagar la deuda pública. Por eso, hoy por hoy, los acreedores e inversores prefieren los bonos atados al CER porque, además de la garantía de pago del superávit fiscal, ofrecen un rendimiento superior a las colocaciones en dólares. Eso se debe a que el peso sigue apreciándose ya que los precios internos subieron más que el valor del dólar.
De esta manera se está dando en la Argentina una valorización financiera que, por momentos, supera la registrada en los años noventa. De lo contrario no se explicaría la entrada de capitales con fines especulativos como se está dando en estos días y que ayudan a reducir el "riesgo-país".
El momento económico excepcional que vive la Argentina —por las condiciones internacionales y la palanca increíble del tipo de cambio alto— y todo indica se prolongaría el año que viene, con los mismos altos indicadores debería ser aprovechado para revertir la situación de atraso y desindustrialización.
Pese a ello, la economía se está concentrando y hay evidencias de mayor extranjerización. Además la valorización financiera más la burbuja inmobiliaria generan una sensación de bienestar y de riqueza que alcanza a las capas más altas de la sociedad.
Pero la estructura productiva nacional sigue basada en bienes primarios y en un enorme déficit industrial, mientras se ha consolidado una franja de población de pobres y de indigentes del orden del 30% de la población.
En el reparto mundial la Argentina sigue primarizada. No hay proyecto industrial de gran escala que permita vislumbrar un nuevo eje de reorganización productiva y que ayude a una mayor cohesión social. Sólo se habla de un fondo anticíclico para preservar a la economía frente a presiones externas o internas. Pero se necesita un cambio decididamente estructural de la producción.