El magnate George Soros está por comprar la empresa SanCor. Es un hecho económico y también simbólico. Las cosas cambian. SanCor es una cooperativa y un modelo de producción antes exitoso que hoy debe 170 millones de dólares. Dejará de pertenecer a miles de productores para ser dominada por un fondo de inversión.

Autor: Ricardo Roa
Fuente: Clarín

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Pero SanCor no sólo pasará de cooperativa a sociedad anónima lisa y llana. Lo que cuenta para Soros es comprar, valorizar y finalmente ganar con la venta. Esa es la lógica de su negocio. La trasnacionalización del capital es una evidencia que se propaga y no se detiene: los fondos son ya los principales accionistas del mundo. La venta de SanCor preocupará a quienes creen que se debe contar con una fuerte burguesía nacional y recelan de la extranjerización. También se sentirán frustrados por el incumplimiento de la promesa oficial de recrear el empresariado nacional. Pero el Gobierno ha dado su venia, agobiado por los pedidos de ayuda de la cooperativa.

Un país es su memoria pero es también su perspectiva. Es un proyecto, el que sepa darse. Puede ejemplificarse de este modo. La Argentina necesita tres veces más ingenieros y técnicos informáticos de los que provee la universidad hoy. Es el futuro el que convoca a la transformación educativa. El sistema de educación superior es un proveedor deficitario de futuro. Por momentos parece estancado en confrontaciones ideológicas viejas, que ya han probado su impotencia.

Hacen falta nuevos profesionales para enfrentar una realidad que cambia y que daña más a los más rezagados. La demanda insatisfecha de ingenieros habla de un progreso de la economía. No nos dañan las inversiones sino nuestras propias limitaciones para ponerlas a nuestro servicio. Y para eso es urgente educar mejor y con sentido estratégico.