“Aquí no mandan ni Bush ni Chávez”
Rafael Correa ha llegado a la presidencia ecuatoriana (con el 85% de los votos escrutados consigue un 58%, frente al 41% de su rival, Noboa) de la mano de Alianza País, un partido que existe desde hace apenas un año, y con el único bagaje político de haber sido ministro de Economía por apenas cuatro meses en el gobierno saliente del presidente interino Alfredo Palacio. Lo primero que pretende hacer este economista, nacido hace 43 años en Guayaquil, es una profunda reforma política que no estará exenta de fricciones. Dice que el pueblo exige cambios y que él se los dará. Se muestra seguro, exultante y ganador. Paro no la tendrá fácil ni dentro ni fuera de Ecuador. No plantea una relación exenta de roces con EE.UU. –ni quiere libre comercio ni colaboración directa en la lucha antiterrorista con Washington– ni con los inversores externos –pretende renegociar la deuda sin descartar una moratoria en los pagos y revisar los contratos de las empresas extranjeras del sector petrolero–.
Dos de los ministros clave que acompañarán a Correa, Ricardo Patiño –Economía– y Alberto Acosta –Energía–, son bien conocidos por sus postulados de izquierda nacionalista. Uno de los proyectos que barajan es el de solicitar la reincorporación –tras 12 años de ausencia– de Ecuador como miembro pleno de la Organización de Países Exportadores de Petróleo –OPEP–, cuyo núcleo duro antinorteamericano lo encabezan Venezuela e Irán. Correa comparte la visión “bolivariana” de Chávez. Le gusta despedirse con la frase: “Hasta la victoria siempre”.
–La profunda reforma política que usted quiere hacer, convocando una Asamblea Constituyente, aparece como el mayor riesgo para el futuro gobierno. ¿No teme que este proyecto provoque una crisis que haga ingobernable el país?
–La reforma política es prioritaria, porque mientras sigamos con ciertas mafias dominándonos será muy difícil sacar el país adelante. La reactivación económica es lo segundo, pero está vinculada con la reforma política, porque las mafias están en todos lados y si no las combatimos tampoco habrá crecimiento.
–¿No cree que la reforma pueda desencadenar una guerra política?
–Creo que el pronunciamiento popular del pasado domingo ha sido categórico. Es la mayor ventaja en la historia democrática contemporánea, solamente superada por la elección entre Jaime Roldós y Sixto Durán Ballén en 1979. Jamás se ha sacado tanta ventaja en una segunda vuelta. Ante un pronunciamiento tan categórico no son los ciudadanos los que deben someterse a la clase política, sino la clase política a la voluntad de los ciudadanos.
–Sus rivales aseguran que es capaz de disolver el Congreso si no se sale con la suya.
–Nadie ha hablado de disolver el Congreso, sino de formar una Asamblea Constituyente. Lo que vamos a hacer es convocar a una consulta popular, en uso de las atribuciones que la Constitución confiere al presidente, para que el pueblo se pronuncie. ¿Se puede esperar algo más democrático? No se trata de disolver ni de pedirle permiso al Congreso, sino de acatar la voluntad del pueblo.
–¿Se da un plazo para convocar la Asamblea?
–A partir del 15 de enero de 2007, fecha de la toma de posesión del nuevo gobierno, la Asamblea estaría instalándose unos seis o siete meses después.
–Aparte de la reforma política, ¿qué otras medidas piensa tomar a corto plazo?
–Para empezar le digo que no habrá medidas de ajuste severas en nuestro gobierno, no castigaremos a los más pobres. Se mantendrán las ayudas públicas y reduciremos el costo de los servicios básicos, como la electricidad. Le puedo enumerar los tres primeros pasos que daré: asumiré el mando, convocaré la consulta popular para la Asamblea Constituyente y me rebajaré el salario de presidente de 8000 dólares a 4000.
–Su plan de renegociar la deuda externa y la posibilidad de no pagarla por un tiempo ha puesto nerviosos a los inversores...
–Si se ponen nerviosos los especuladores financieros, lo siento, pues para nosotros primero está el país. No he anunciado la moratoria de la deuda externa, sino una reestructuración, porque el país no podrá crecer con los intereses de la deuda que pagamos. No hemos previsto una moratoria unilateral, pero tampoco la hemos excluido, porque para nosotros las prioridades están claras: el país antes que el bolsillo de los acreedores. La vida antes que la deuda.
–¿Va a importar el modelo chavista a Ecuador?
–Hugo Chávez es mi amigo y me siento muy orgulloso de esa amistad. Con gente de manos limpias, de mentes lúcidas y de corazones patriotas, como Chávez y otros mandatarios de la región, siempre será mucho más lo que nos una que lo que nos separe. Pero en mi casa no mandan mis amigos. Aquí no va a mandar ni Bush ni Chávez, sólo los ecuatorianos.