When the Levees Broke: Cruda verdad sobre los crímenes de Nueva Orleáns
El primer acto de inmediato refuta la mentira de Bush de que nadie previó que los diques reventaran. Días antes del huracán, meteorólogos y científicos predijeron que se acercaba un huracán de nivel 5 y que era necesario evacuar la ciudad (que está a casi 2 metros por debajo del nivel del mar).
Pero desde el principio, entraron en acción las disparidades históricas y actuales de la vida diaria de este país. Muchos tenían medios para irse de la ciudad y lo hicieron, pero miles se agolparon en el Superdome, que era el último refugio para los que no tenían cómo irse: los pobres y los negros. Miles más de ancianos, enfermos e inválidos se quedaron en su casa.
Nos enteramos de que FEMA (un pararrayos de la furia popular a lo largo de la película) realizó tiempo atrás un estudio de lo que pasaría si llegaba un huracán de nivel 5. El estudio predijo que 127,000 personas sin medios de transporte, inválidos y sin casa no podrían irse de la ciudad por su cuenta.
Después vemos lo que pasó cuando Katrina tocó tierra el 29 de agosto. Las tomas son horriblemente vívidas y viscerales, y medio alcanzamos a imaginar cómo será estar en una casa oscura oyendo, sintiendo y temiendo la furia natural de esa fuerza. Un señor dice que las tapas de las alcantarillas saltaron y las calles se inundaron en poco tiempo.
Miles y miles quedaron a merced del huracán. En esos momentos no podían hacer mucho fuera de tratar de sobrevivir, mientras a su alrededor las lluvias y los monstruosos vientos sembraban destrucción. El crimen que causaría tantas muertes y sufrimiento ya estaba cometido: el gobierno no cuidó los diques ni evacuó la ciudad. Eso era solo el comienzo.
El agua subió a 6 metros en unas partes. El 80% de la ciudad estaba inundado. Muchos pasaron días en el techo sin comida ni agua con un calor de casi 40 grados.
Al final del primer acto, vemos a Bush. Al igual que los miles de espectadores que vieron el estreno de la película el 16 de agosto en Nueva Orleáns, uno siente ganas de abuchearlo. Él dice que entiende la ansiedad de los que están en la ciudad y con su típica sonrisita de suficiencia dice: “No creo que nadie previera la ruptura de los diques".
Inmediatamente después oímos a Terence Blanchard, compositor de la música de la película y nativo de Nueva Orleáns: “Es preocupante un país que mira la gran cantidad de errores que ha cometido este gobierno y que han afectado directamente tantas vidas. Es preocupante un país que ve todo eso y no reconoce lo que es este tipo. Sé que me van a llegar cartas, que me van a aislar, pero hay que decirlo porque estoy preocupado por este país. Ahí tenemos a FEMA, que no fue capaz de traer agua y comida, y les echaba la culpa a los demás. Si no es tan difícil. Todavía no he oído ninguna respuesta que me convenza de que la situación no ha podido ser muy diferente”.
Bloquean puentes y disparan
En el segundo acto vemos la extensión, crueldad y conciencia de la negligencia del gobierno después del huracán.
Fue una combinación de represión descarada, armada y de negligencia criminal.
Oímos que la policía montó una barricada humana armada en el puente que da al distrito Jefferson e hizo retroceder a los que trataban de cruzar. A los ancianos, los heridos, los abandonados por las autoridades en la autopista, los encañonaron y les ordenaron dar media vuelta.
Un señor se levanta la camisa y muestra cicatrices de perdigones. En el cuello tiene una cicatriz donde lo tuvieron que coser. Dice que le disparó un hombre blanco.
Después vemos a la gobernadora Kathleen Blanco decir: “Vamos a restaurar el orden público… Estas tropas saben disparar a matar y están muy dispuestas a hacerlo si es necesario, y espero que lo hagan”.
Oímos que el jefe de policía, Eddie Compass, regó rumores de violaciones de niños, de ataques a helicópteros. Admite ante la cámara que dijo cosas que no eran verdad. Dice que “me parece que aumenté los temores… creo que pequé de cauteloso”. De hecho, fomentó histeria con mentiras que pintaban a las masas como animales salvajes.
Así emerge cómo se manufacturó una atmósfera racista que le dio a los policías y los militares permiso de disparar a los “saqueadores” (los que trataban de sobrevivir) y le dio a los racistas blancos permiso de andar armados porque, como dice uno ante la cámara, “No sabía con qué me iba a encontrar”.
[i]El avión presidencial y zapatos Feragamo[/i]
A continuación llega la parte de la película que prendió la mayor rechifla en el estreno: es la parte en que vemos y oímos lo que hizo el gobierno de Bush en los primeros días. Es la parte en que vemos una clara conexión entre las muertes y el sufrimiento y lo que hizo y no hizo el gobierno.
Uno tras otro, varios entrevistados hablan. Douglas Brinkley, autor del libro The Great Deluge (El gran diluvio), profesor de la Universidad de Tulane, habla de la lenta respuesta del gobierno al huracán y relata que Bush fue a San Diego a dar un discurso sobre Irak y solo mencionó de paso el huracán. El Rdo. Al Sharpton nos dice que cuando Bush finalmente habló de la situación dijo que “no estaba informado”.
La cámara pasa a Harry Belafonte, quien dice: “El gobierno sabía y tenía extensa información de entidades, meteorólogos y climatólogos de que esta catástrofe se encaminaba a la zona, y que podía ser mucho peor que cualquier experiencia pasada… Había información. Creo que el gobierno federal y en particular Bush decidió no responder y no prestar atención a eso por una variedad de razones. Primera, la arrogancia del poder, la enorme arrogancia del poder: esto no afectaba mucho otras cosas que captaban su atención y que le parecían mucho más importantes, y cuando el huracán llegó, pensó que los que sufrieron esa terrible tragedia no tenían importancia social y ciertamente no tenían importancia racial”.
A todo lo largo del documental vemos que FEMA y el director Michael Brown no lograron responder a las necesidades más básicas de los que luchaban por mantenerse a flote.
Una y otra vez se oye a Bush decirle al director de FEMA: “Brownie, estás haciendo una excelente labor”.
Después vemos el avión presidencial sobre la ciudad. El presidente mira desde el cielo. Desde allá no puede oler la peste de la muerte, oír los gritos de los padres separados de sus hijos ni ver la tragedia de los que pierden la cordura.
Calvin Mackie, profesor adjunto de Ingeniería Mecánica de la Universidad Tulane, dice: “¿Cómo es posible que en el país más rico del mundo, donde el batallón aerotransportado 82 puede llegar a cualquier parte del mundo en un día y medio y a los dos día llegó a Sri Lanka, a los cuatro o cinco días del huracán el gobierno federal todavía no haya hecho acto de presencia en Nueva Orleáns?”.
El profesor Brinkley dice: “Si les preguntamos a los miembros del gabinete dónde estaban en ese momento, Cheney estaba pescando, Karl Rove no se sabe, Chernoff fue a Atlanta a hablar de prevención de enfermedades, Condoleezza Rice estaba de compras”.
Michael Eric Dyson, autor de Come Hell or High Water: Hurricane Katrina and the Color of Disaster, añade: “¿Qué estaba haciendo Condoleezza Rice? Estaba en Feragamo comprando zapatos. Creo que una clienta blanca se le acercó y le dijo: ‘¿Cómo se atreve?’… Después fue al teatro a ver la comedia Spamalot esa noche. Cuando las cámaras la identificaron al final, el público la abucheó. Al día siguiente jugó tenis con Monica Seles. Así que los zapatos, el teatro y el tenis son más importante que los negros”.
Recuerdos de la esclavitud
Cuando el gobierno por fin hizo algo por los miles y miles abandonados por días en el Superdome, el Centro de Convenciones y los puentes de la autopista, lo hizo con la crueldad de un dueño de plantación déspota.
Un residente recuerda: “Cuando regaron a mi familia por todo el país, sentí como un recuerdo antiguo de una subasta de esclavos”.
A miles y miles los regaron por todo el país, los mandaron a 44 estados con boletos de ida. No sabían adónde iban. Separaron familias y padres e hijos.
El profesor y escritor Michael Eric Dyson dice: “Se ha dicho que esto es parecido a los días de la esclavitud. ‘Oh, no, están exagerando, están diciendo cosas incendiarias, cálmense’. Bueno, el hecho es que los trataron como a los esclavos en un barco. Separaron a las familias; separaron a los padres de los hijos. Separaron a los fuertes de los débiles. A las madres y los padres les arrancaron los bebés de los brazos. Muchos perdieron contacto con sus seres queridos en la evacuación”.
El tercer acto termina con la parte de la película más difícil de ver y que más contundentemente demuestra que lo que pasó en Nueva Orleáns fue “un acto criminal”, como dijo el director Spike Lee.
Por 78 largos segundos vemos fotos de cadáveres: flotando, tirados en aceras, bajo escombros, pudriéndose, mutilados, a la intemperie por días y meses.
"A George Bush no le importan los negros"
En el tercer acto, vemos al rapero Kanye West decir su muy célebre declaración de que "a George Bush no le importan los negros". Le dice a Spike: "Ese día no estaba preocupado de la venta de discos, no estaba preocupado de los patrocinadores, de la pérdida de patrocinadores, lo cual sucedió. Lo que sí me preocupaba era la situación en que estaba esa gente".
La película muestra otros incidentes que dejan ver lo enojada que estaba la gente con el gobierno.
Ben Marble, un médico blanco, cuenta que iba caminando en su barrio destruido en Golfport, Mississippi, cuando ve que hay un retén porque el vicepresidente Cheney se estaba haciendo tomar fotos para aparentar “preocupación”. Marble dice: "Oímos los informes de lo que pasaba en Nueva Orleáns y de la respuesta totalmente incompetente del gobierno. Recuerdo lo que Cheney le dijo al senador Leahy (Vermont) en el Senado, que se chingue la madre. Así que me pareció justo darle su propio remedio". Luego vemos un video que tomó un amigo de Marble cuando se acerca a Cheney y le grita: "Chinga tu madre".
Cheryl Livaudais, una señora blanca del barrio St. Bernard, también comparte lo que piensa del gobierno de Bush. De lo que me han dicho, Livaudais fue uno de los personajes más apreciados en el estreno. Todos se murieron de risa cuando ella dijo: "El presidente Bush me puede besar el culo. El gobierno de Estados Unidos me puede besar el culo. El gobierno de St. Bernard me puede besar el culo. Aunque no me queda mucho, queda suficiente para que lo besen".
Spike Lee resalta la injuria de lo que dijo Barbara Bush en el Astrodome de Houston. La vemos mover los labios y en la pantalla leemos lo que dice: “Me dicen, y eso me da un poco de miedo, que todos [los damnificados negros] quieren quedarse en Texas... mucha gente aquí en el estadio, pues es gente desfavorecida y estar aquí les cae muy bien”.
Una vez más, uno se siente transportado al pasado, a la repugnante historia de este país y la esclavitud, a la condescendiente e ignorante esposa del esclavista, hablando de lo bien que los amos tratan a sus esclavos.
Después de ver la película me puse a pensar que las masas de Nueva Orleáns han vivido una experiencia similar a la de millones de personas por todo el mundo que han sufrido las guerras de Estados Unidos: muerte, la destrucción absoluta de sus viviendas, la separación de familias por evacuación y traslado, soldados y policías con órdenes de disparar, así como la angustia y el dolor que causan el trastorno de la vida y el tener que encarar a un gobierno que hace todo lo posible para impedir que regresen a su hogar.
Spike Lee entrevista a varias personas que padecen de estrés por lo que han vivido y es muy similar al síndrome que padecen los que han estado en la guerra. No pueden dormir, tienen ataques de angustia, de repente empiezan a llorar en medio día.
Cuando viajé a Nueva Orleáns nueve meses después de Katrina a hacer entrevistas y tomar fotos de la devastación, me sorprendió ver lo poco que habían limpiado la ciudad. Hablé con una joven del 9th Ward que me dijo que nadó varias horas en las aguas crecidas buscando a su compañero. Me dijo que hasta ahora tiene problemas con el agua, incluso cuando se lava las manos.
Cuarto acto y más allá
La víspera de cumplirse un año del huracán, muchas partes de Nueva Orleáns siguen desoladas. Hace casi un año y todavía hay miles de personas dispersas por todo el país, sin poder regresar a reconstruir su vida. La temporada de huracanes de 2006 empezó sin que hayan reparado del todo los diques. Las compañías de seguro no van a pagar. El gobierno está suspendiendo los subsidios de vivienda. FEMA, se escucha decir a mucha gente, sigue siendo un desastre, una broma y una asquerosa palabra. Y siguen encontrado cadáveres entre los escombros.
En el cuarto acto vemos que para los empresarios de bienes raíces y otros buitres la destrucción de Nueva Orleáns es una oportunidad para apoderarse de terrenos y hacer una bonanza con lo que lo más lucrativo de la ciudad para ellos: no la gente, por supuesto, ni la rica cultura o su importancia histórica, sino el petróleo y el gas natural. Nos enteramos de que el 25% del gas natural que se produce en Estados Unidos y el 20% del petróleo que se consume vienen de Louisiana. Douglas Brinkley señala: "Desde hace mucho el estado de Louisiana sirve como colonia, solo como un lugar para sacarle recursos para el resto del país. Jamás he visto al gobierno darle la espalda a gente tan necesitada como en esta ocasión. Esta situación no tiene precedentes: que la gente necesita tanto y el gobierno federal no quiere ayudar".
La película nos presenta a casi 100 personas de Nueva Orleáns, de diferentes nacionalidades, ramas sociales y una amplia gama de opiniones. También nos presenta un elenco de co-conspiradores criminales, entre quienes están George Bush y su pandilla, así como el racismo, la pobreza y la brutalidad policial. Esta película es una importante plataforma para que la gente de Nueva Orleáns hable y denuncie los muchos crímenes perpetrados por este sistema. Los relatos, el horror, la pena, la frustración e ira dejan ver la magnitud y la profundidad de los crímenes que persisten. Ya sea en el 9th Ward o en St. Bernard, ya sean los médicos, ingenieros y otros profesionales que intentan recuperar la vida, lo que vemos es un espíritu de resistencia y convicción de denunciar y luchar contra todas las injusticias que el gobierno ha cometido y sigue cometiendo.
Otra cosa muy importante es que la película demuestra que la tragedia de Katrina no fue, en un sentido fundamental, el producto de las fuerzas de la naturaleza, sino de las fuerzas del gobierno de Bush y del sistema capitalista en general.
El músico Wynton Marsalis, oriundo de Nueva Orleáns, ofrece este comentario: "Creo que estamos viviendo un importante momento en la historia de Estados Unidos, porque en este momento vemos mucho de lo que está mal. Es un momento importantísimo. Es como cuando uno pasa frente a un espejo y se ve en una postura que no le gusta. Carajo, pensé que tenía unas 10 libras de más, tengo 50 años. Solo que esta vez estamos frente al espejo pero no podemos dejar de vernos, nos quedamos ahí y vemos todo lo que está mal".
En los últimos minutos de la película, Cheryl Livaudais, residente de St. Bernard, dice y pregunta: "Necesitamos otro gobierno. Necesitamos alguien que de veras se preocupe por la gente, por sus propiedades, por sus hogares. Alguien que de veras se preocupe, ¿quién será?".
*****
Era pasada la medianoche cuando llegué a Nueva Orleáns nueve meses después del huracán. Recuerdo que cuando iba por la avenida Claiborne al 9th Ward vi manzana tras manzana de casas destruidas y carros abandonados. La ciudad tenía un vacío extraño, pero a la vez se sentía llena de sonidos contenidos. Al entrar a la calle principal, no había electricidad, luces, curiosos mirando por la ventana, nada. En ese momento capté la inmensidad de lo que les pasó a los residentes de la ciudad y la nimiedad de lo que el gobierno ha hecho para que puedan regresar.
When the Levees Broke me pareció conmovedora e impactante y me gustó ver las diferentes perspectivas que presenta. Muestra cosas que han encubierto y negado. Demuestra que el gobierno de Bush es inepto para gobernar. También demuestra que las instituciones de supremacía blanca y las ideas del racismo están profundamente entrelazadas con el sistema de capitalismo en Estados Unidos.
La película me trajo muchos recuerdos de mi viaje a la ciudad. Yo también oí historias que me hicieron llorar y me dieron ganas de gritar. Una pareja negra mayor que de día trabajaba limpiando su casa y de noche dormía en el carro. Un joven blanco que vivía en un trailer de FEMA y no tenía dinero para la medicina para su epilepsia. Una ciudad de carpas de gente buscando trabajo. Jornaleros inmigrantes estafados por los contratistas.
También oí relatos conmovedores de gente que luchaba por conservar la dignidad a pesar de que el gobierno se esforzaba por hacerlos sentir como basura.
Oí relatos de apoyo y ayuda mutuos: de los chavos que se organizaron para rescatar a los ancianos y llevarles comida y agua, y luego el sistema les echó encima sus sabuesos por “saqueadores”.
La unidad y el apoyo de las masas ante la horrible devastación, que empeoraron la negligencia y la represión del gobierno, muestra la necesidad y la posibilidad de la revolución. Desde una perspectiva revolucionaria, aprecio la furia, el desafío y la inventiva de los chavos, y su experiencia con este desastroso sistema. Tienen un potencial muy positivo y poderoso.
La gente de este país y del mundo entero debe ver When the Levees Broke. Esta película es una importante contribución al conocimiento de lo que sucedió después del huracán Katrina y debe ser parte de la conversación que tiene que darse en todo el país, en todas las capas sociales, sobre lo que este incidente representa, sobre quién y qué es responsable, y sobre lo que el pueblo tiene que hacer al respecto.
*Periodista y Fotógrafa de Revolución. Autora de Dispatches Form the People´s War in Nepal, (Pluto Press & Insight Press) www.lionesto.net
** Shelton Jackson Lee nacido el 20 de marzo de 1957, en Atlanta, Georgia, más conocido como Spike Lee, es director de cine, guionista, productor y actor estadounidense. Entre sus películas destacan Malcolm X y Haz lo que debas. Es un reconocido documentalista y enseña cine en la New York University. Desarrolló sus cualidades para el cine en el Morehouse College de Atlanta y en la Tisch School of the Arts de la New York University, graduándose en 1982.
Fuente: [color=336600]Rwor.org / número 58 – agosto 2006[/color]