Retrato de Jean Ziegler: “El hambre, arma de destrucción masiva”
El relator de la ONU sobre el derecho a la alimentación, Jean Ziegler, afirmó hoy que 100.000 personas mueren de hambre a diario en el mundo, y que 854 millones padecen de malnutrición.
El catedrático suizo expresó que "si bien hay instituciones que realizan una encomiable labor para promover el derecho a la alimentación", hay otras como la Organización Mundial del Comercio (OMC) que "hacen todo lo posible por destruir la agricultura africana".
El experto intervino hoy ante el Consejo de Derechos Humanos de la ONU reunido en Ginebra, que analiza la renovación de su mandato por el órgano.
Ziegler estimó que la agricultura podría perfectamente suministrar el alimento para 12.000 millones de seres humanos.
"La extensión de grandes superficies para la producción de biocombustibles ha hecho explotar los precios de los cereales, mientras que los campesinos son expulsados de sus tierras", según dijo Ziegler ante el plenario del CDH.
El relator señaló que la alimentación puede representar hasta el 50 por ciento del presupuesto de un hogar pobre, por lo que, a su entender, el derecho a la alimentación debe primar sobre las motivaciones de independencia energética.
Jean Ziegler sugirió que para dar respuesta al problema de los "refugiados de hambre, esos miles de africanos que huyen por necesidad hacia Europa y que son expulsados cuando no mueren en el camino", el CDH debería promover el establecimiento de un derecho de acogida provisional.
La renovación del mandato del relator sobre el derecho a la alimentación fue sustentada por numerosos países, entre ellos Cuba, que promueve en esta sesión una resolución sobre el tema.
Además lo apoyaron Brasil, Egipto, Suiza, Nicaragua, Rusia, Bolivia, Senegal, y la Unión Europea.
El Consejo deberá pronunciarse al respecto antes del viernes, cuando acabe su sexta sesión.
Fuente: [color=336600]Rebelion – 29.09.2007[/color]
[b]"Un político piensa en las próximas elecciones;
un estadista, en la próxima generación"
Freeman Clarcke[/b]
Conclusión: “La muerte por hambre de cualquier niño no es una fatalidad, es un asesinato. Y el futuro es siniestro”. Ésta es el acta que levanta Jean Ziegler, sociólogo y ponente especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación. Pero Ziegler no se limita a estas afirmaciones y libra una guerra contra las multinacionales privadas a las que acusa de mantener el hambre, destruir la naturaleza y socavar la democracia. Esta toma de posición está consignada en su libro l’Empire de la honte (El imperio de la vergüenza)
donde el autor fustiga el mortífero orden mundial “que causa la vergüenza no sólo en los países de sus víctimas, sino también entre nosotros, los países occidentales dominadores, que somos cómplices de esta hecatombe, conscientes, informados y sin embargo silenciosos, cobardes y paralizados”. En realidad designa al imperio de las multinacionales privadas dirigidas por los “cosmócratas” (1) de las cuales las 500 más poderosas controlaron en 2004 un 52% del producto mundial bruto, es decir, de todas las riquezas producidas en el planeta.
Jean Ziegler es conocido por ser un agitador consumado. Suizo, ensayista, ponente de la ONU para el derecho a la alimentación, bestia negra de los estadounidenses y gran admirador de los filósofos de las Luces, cercena desde hace 30 años el orden mundial. Ni siquiera la ONU, para la que trabaja, se libra de sus críticas. “Hoy la Organización está por los suelos. El Secretario General está maniatado. Los estadounidenses dictan sus leyes. La ONU ha vuelto a definir la tortura que ya no será sinónima de dolor sino que se reducirá al concepto de mutilación permanente; posibilita la guerra preventiva haciendo una nueva definición del artículo 51 (2); la ayuda al desarrollo ya no es una obligación internacional, puesto que se elimina cualquier referencia al famoso 0,7% del producto interior bruto y se deja en manos del “humanitarismo”; el Programa Mundial de Alimentos ha reducido su presupuesto en un 30% entre 2003 y 2005. Resumiendo, en los puntos esenciales: derechos humanos, seguridad colectiva y ayuda al desarrollo, la ONU ha fracasado”.
Revolucionario o rebelde
Subversivo, abiertamente provocador, excesivo, Ziegler tiene este comportamiento desde su juventud burguesa, influido también por el “abate Pierre” (3) a quien conoció a finales de los años cincuenta en París: “Desde la primera conversación me impresionó profundamente para toda la vida; es un hombre de una inteligencia formidable y un radiante calor humano. Es uno de los raros cristianos dignos de este nombre que he conocido”.
A los 20 años Ziegler se declaraba alérgico a cualquier coacción impuesta por una jerarquía y manifestaba que toda forma de obediencia le daba urticaria. Después recibió la influencia de la revolución cubana a la que se suscribió y que indudablemente influyó en sus actuaciones posteriores. “Conocí al Che a Cuba. Y cuando la última vez, de paso en Ginebra donde residió, fui a verlo y le pedí una autorización para emigrar a Cuba, desde la cumbre de la colina del Grand-Saconnex me mostró la ciudad de Ginebra y me dijo: ‘¿Ves esta ciudad? Aquí está el cerebro del monstruo, es aquí donde debes luchar’. ¡Me sentí insultado, obviamente! Creía que el Che me tomaba por un pequeñoburgués a quien la revolución cubana no necesitaba. Pero hoy sé que el Che tenía razón. Que me opuso una negativa con su voz irónica y cálida por amistad y por su exacto conocimiento de la estrategia del combate.”
En otro plano Ziegler cuenta que la pareja formada por Simone de Beauvoir y Jean-Paul Sartre le ayudó a iniciarse en el dominio de la escritura y recibió de ellos el armazón teórico de su combate. Al publicarle, cuando volvió del Congo, su primer texto en la revista Les temps modernes y corregirlo de su mano, Sartre le abrió las puertas del mundo editorial parisino. “Me enseñó la escritura. Gracias a él comprendí que un libro podía ser un arma para ayudar a cambiar la conciencia de los hombres”. Ziegler, el ácido viajero, también utiliza este arma en sus libros, donde menciona a menudo “la agonía del derecho”, donde explica el porqué de la infinita guerra preventiva, la agresividad permanente de los amos, la arbitrariedad y la violencia estructural que reinan por doquier. La mayoría de las barreras del derecho internacional se desmoronan. Los cosmócratas pasan por encima de cualquier ley. Y todavía más, Ziegler sitúa la sede de toma de decisiones de las Naciones Unidas “en el sótano de la Casa Blanca”. Esta afirmación, que puede parecer excesiva, es reivindicada por su autor que se apoya en una larga argumentación para justificarla. “La guerra de Iraq, sostiene, es la ilustración más poderosa. Esta guerra se hizo violando totalmente el derecho internacional. Las grandes sociedades petroleras texanas fueron creadas por Bush y su gobierno; y puesto que sus fortunas vienen de allí, que Condoleezza Rice estaba en Chevron, que Dick Cheyney era el presidente de Halli Burton, querían controlar las segundas reservas petroleras del mundo. Así que perpetraron el atraco a Iraq en marzo de 2003 presentando un argumento que era una pura mentira desde el principio, incluso según la CIA. Es el imperio contra las naciones, la arrogancia contra la razón, la fuerza contra el derecho”.
[i]Bush el perdonavidas[/i]
Lo que Ziegler califica de arma de destrucción masiva es el hambre que golpea a los países más pobres. Su experiencia en la ONU le ha abierto todavía más los ojos ya que ha viajado a las cuatro esquinas del mundo y ha podido comprobar el terrible desamparo de la mayoría de las poblaciones. Sobre el terreno reconoce la impotencia de la Organización mundial por varias razones: “Está amenazada por la burocracia, con sus 62.000 funcionarios, por su ineficacia en algunas grandes crisis como Srebrenica o el genocidio de Ruanda; todo eso es imperdonable. La Carta contiene los elementos esenciales de la civilización: la seguridad colectiva, la justicia social planetaria y los derechos humanos. Ahora bien, estos tres pilares están maltrechos por la unilateralidad del actual régimen estadounidense que niega la seguridad colectiva en Iraq, envía a Wolfowitz al Banco Mundial (con el escándalo que últimamente salpicó a esta institución) y denuncia el convenio sobre la tortura a pesar de que los estadounidenses lo firmaron”.
“En cuanto al hambre, si los países industrializados eliminaran las subvenciones para la exportación de sus productos agrícolas, el dumping cesaría. Sería necesario también eliminar la deuda. Los 122 países del Tercer Mundo, donde viven tres cuartas partes de la humanidad, están agarrotados por una deuda externa de 2.100 mil millones de dólares que impide toda inversión social”.
En 2003 se autorizó a Ziegler a acceder a los territorios palestinos bajo control. Fue la primera vez que Israel dio luz verde a un ponente especial de la ONU para el derecho a la alimentación. El informe de Ziegler es demoledor para el estado hebreo. En un opúsculo de 25 páginas, sin irse por las ramas, demuestra con ejemplos rotundos que Israel, en paralelo con las ofensivas militares asesinas, utiliza el arma silenciosa del hambre, de la muerte lenta. Que esa política de destrucción y cerrojos que ha dejado la economía por los suelos, que impide que la gente vaya a trabajar y que los campesinos acudan a sus tierras “es directamente responsable de la lenta agonía del pueblo mártir de Palestina”. Los miembros de la misión dirigida por Ziegler estaban igualmente escandalizados: “Mientras los medios de comunicación hablan con una regularidad machacona de los asesinatos selectivos y los atentados suicidas, no dicen nada de esta tragedia sorda, lenta; de la grave desnutrición que está destruyendo a una gran parte del pueblo palestino”.
Las autoridades israelíes obviamente no aceptaron el contenido, que juzgaron “políticamente sesgado”, y acusaron a Ziegler de haber hecho un ataque político que no llevaba a ninguna parte. “United Nations Watch”, próximo a las tesis sionistas, acusó a Ziegler de actuar con criterios subjetivos que no tenían relación con la potestad que le confiere su puesto y de servirse de su posición en las Naciones Unidas como una tribuna política para atacar a Israel. Esta asociación pide, ni más ni menos, al Secretario General de ONU y a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Louise Arbour, que destituyan a Ziegler. United Nations Watch es una ONG con sede en Ginebra que se dice concernida “por la justa aplicación de la Carta de las Naciones Unidas”. Está controlada por un consejo de administración compuesto de representantes del congreso judío mundial y antiguos representantes del gobierno de Estados Unidos.
[i]Suiza lava más blanco[/i]
Ziegler también aboga para que se establezca el derecho al agua dentro del derecho a la alimentación. En su libro [b]La Suisse lave plus blanc (Suiza lava más blanco)[/b], Ziegler denuncia la hipocresía de los dirigentes y especialmente de los suizos, que han endurecido las leyes para los extranjeros y el derecho de asilo. “Suiza es una vergüenza absoluta. Es muy grave también para Europa que se admita semejante ley. Si una república como ésta puede votar una ley fascista es que algo se ha podrido en la conciencia colectiva”, resume. “Europa, añade, se ha convertido en una fortaleza hostil para los pueblos del Tercer Mundo al reducir masivamente el derecho de los demandantes de asilo. ¡Se viola la Convención de 1951 de la ONU sobre los refugiados pero nadie mueve un dedo!"
Cuando menciona el terrorismo, declara que el terrorismo de estado es tan detestable como el terrorismo grupuscular de la Yihad islámica o de otros locos sanguinarios de este tipo. “Son las dos caras de una misma crueldad y ambas son igual de reales puesto que Bush mata y Bin Laden mata”.
A un periodista que le preguntó si no era suficiente ejercer su oficio de profesor y vivir cómodamente en vez de la agitación por la gente que lucha por la supervivencia, le respondió que le gusta enfrentarse a los retos. Como consecuencia de haberle retirado su inmunidad parlamentaria dice: “Tengo muchos pleitos a la espalda. Financieros internacionales, especuladores, traficantes y abogados corruptos me reclaman sumas colosales. Me endeudo, intento resistir y sigo escribiendo. La salida de estas batallas es incierta. He conocido derrotas peligrosas y traiciones, pero también mucha solidaridad que me calienta el corazón y me da valor”.
[i]Trayectoria[/i]
Jean Ziegler nació el 19 de abril de 1934 en Suiza donde su padre trabajaba de juez. Después de estudiar en Berna, en 1953 se instaló en París donde se matriculó en el Instituto de Estudios Políticos y en la Facultad de Derecho. Escribió su primer libro a los 29 años, La Contre-révolution en Afrique (La Contrarrevolución en África). En 1990 publicó La Suisse lave plus blanc (Suiza lava más blanco). Personalidad de izquierda, sus posiciones y su voluntad de informar (o de desinformar, según algunos) sobre temas espinosos le acarrean numerosas críticas. Sus escritos le causan muchos pleitos por difamación. Le Bonheur d’être Suisse (La suerte de ser suizo) es la cuarta obra de Jean Ziegler y la más personal. Entre los libros que escribió destacamos: Sociologie et contestation (1969) (Sociología y contestación), Main basse sur l’Afrique (1978) (Meter mano en África), La Victoire des Vaincus, oppression et résistance culturelle (1988) (La victoria de los vencidos, opresión y resistencia cultural), La Faim dans le monde expliquée à mon fils (2000) (El hambre en el mundo explicada a mi hijo), Les Nouveaux maîtres du monde et ceux qui leur résistent (2002) (Los nuevos amos del mundo y los que resisten) y finalmente, L’Empire de la honte (2005) (El imperio de la vergüenza).
[i]*Hamid Tahri es periodista del diario independiente argelino El Watan.[/i]
Fuente: [color=336600]Tlaxcala – 24.05.2007 - Traducido por Caty R.[/color]
----------- Adjunto: Mandato del Relator Especial sobre el derecho a la alimentación (26.09.2007 – OHCHR.org) -----------