La memoria de los silenciados
Ha habido, sigue habiendo, en España muchos ciudadanos a quienes les sigue doliendo mucho el final de sus seres queridos. Fueron apresados por el delito de ser fieles y cumplir sus promesas con la España que los españoles habían decidido democráticamente en las urnas, por el delito de defenderla contra el golpe de Estado y la agresión militar de algunos generales, amparados por la Italia fascista de Mussolini y la Alemania nazi de Hitler. Algunos pudieron huir a otros países, donde en ciertos casos murieron en soledad y sin el cuidado y el cariño de sus seres queridos (éstos quieren reparar ahora esos dramas personales, esas injusticias indeseadas). Otros muchos acabaron fusilados vilmente, por mucho que en algunos casos se les hicieran juicios de sainete o de puro trámite, o murieron de mil enfermedades en campos de concentración o en la cárcel.
Al mismo tiempo, en las paredes de las iglesias podía verse, esculpido o en lápida, el recuerdo de los pertenecientes al bando franquista de la localidad, encabezados por José Antonio. Los del otro bando simplemente no existían, de ellos no se hablaba, jamás fueron públicamente recordados, parecían oficialmente malditos. Sin embargo, muchos de los que ahora se lamentan de que la Ley de Memoria Histórica remueve inútilmente los sucesos del pasado no se quejaron ni lamentaron ni denunciaron aquella situación. Más aún, incluso les parecía de perlas.
[i]Los muertos de la Guerra Civil[/i]
Por mucho que el exministro Mayor Oreja pretenda maquillarlo, Franco fue un golpista y un dictador, que durante cuarenta años se mantuvo en el poder por privar a la ciudadanía española de sus derechos fundamentales. Los monumentos, símbolos y signos del franquismo representan sólo un régimen nefando y vitando, que a los ojos de la ciudadanía ha de significar únicamente lo que jamás debe volver a ocurrir. El mantenimiento de cualquiera de ellos se justificaría sólo por los mismos motivos y objetivos que se han mantenido en pie Auschwitz o Dachau.
Quienes ahora advierten de que remover los acontecimientos de la guerra civil rompe España y divide a los españoles ignoran cuanto de tragedia personal, familiar, social y política hubo en decenas de miles de hogares españoles.
Por otro lado, la Ley de Memoria Histórica les parece insuficiente a algunos. Tienen mucha razón, pero es todo lo que han podido acordar y concordar, tras mucho tiempo de negociación y diálogo, todos los partidos políticos y los grupos parlamentarios, salvo PP y ERC (una vez más, los extremos se tocan).
[b]*Antonio Aramayona Alonso es zaragozano. Tras vivir y trabajar durante casi veinte años en Madrid, ejerce desde el año 1992 como profesor de Filosofía en un Instituto de Enseñanza Secundaria de Zaragoza. También es colaborador habitual en "El Periódico de Aragón".[/b]
Fuente: El Periódico de Aragón – España - 24.10.2007
Ver en Archivo Adjunto trabajo de la
Sección Española de Amnistía Internacional:
VÍCTIMAS DE LA GUERRA CIVIL Y EL FRANQUISMO: NO HAY DERECHO.
PREOCUPACIONES SOBRE EL PROYECTO DE LEY DE "DERECHOS DE LAS VÍCTIMAS DE LA GUERRA CIVIL Y DEL FRANQUISMO"