Nueva ronda de “Guerra Fría”: movilización total
Maxim Krans, RIA Novosti. El hecho de haberse publicado la semana pasada la concepción de desarrollo de las fuerzas navales de EEUU, en la que la disputa por el Ártico se califica de "reto de la nueva era", así como las audiencias del Senado en torno a la ratificación de la Convención para el Derecho del Mar parecen marcar una nueva ronda de la lucha por dominar los territorios oceánicos en litigio.
Todo parece indicar que los norteamericanos están decididos a oponerse a las pretensiones de Rusia y de otros Estados costeros sobre las riquezas del fondo marino.
Se han activado también otros pretendientes. Al inaugurar hace días otro período de sesiones del parlamento, la Gobernadora General de Canadá, Michael Jean, también habló de "nuevos retos", aludiendo a las ambiciones árticas de Rusia. Entre los planes del Gobierno para el año que viene que ella expuso están el programa de cartografía del fondo marino, el patrullaje de las zonas de altas latitudes con buques de guerra y aviones, el aumento del número de soldados en las bases del Norte. Un poco antes, el primer ministro canadiense, Stephen Harper, anunció la construcción de un puerto de aguas profundas y un centro de instrucción militar en el Ártico con el fin de "dar mayor fuerzas a la demanda de Canadá para esta zona".
Después del rompehielos guardacostas norteamericano "Healy" partieron en misión de reconocimiento para altas latitudes investigadores polares alemanes a bordo del barco científico "Polar Stern" y franceses a bordo del yate "Tara" destinado a navegar en aguas árticas. Dinamarqueses y suecos a bordo del rompehielos "Oden" organizaron toda una expedición cuyo sentido queda formulado en su propio nombre: LOMROG-2002 lo que quiere decir que "la cordillera Lomonósov están en las costas de Groenlandia". Quiero recordar que es esta cordillera submarina en torno a la cual surgió la disputa.
Pero son los ingleses los que asombraron a todo el mundo. Pretender a la plataforma ártica sería para Gran Bretaña colmo de descaro y, por lo tanto, tiene puestas sus miradas en el otro polo: el del Sur. Según comunicó el miércoles pasado el diario Guardian, Londres tiene la intención de reclamar sus derechos soberanos sobre más de un millón de kilómetros cuadrados en la Antártida. Y de esta forma obtener potencialmente los ricos yacimientos de petróleo y gas de esta región.
Los planes británicos han provocado ya una respuesta airada de Argentina. El viernes pasado, el ministro de Relaciones Exteriores, Jorge Tayana, dijo que en tal caso su país pretenderá a la parte del continente Sur que le corresponde, así como hará valer sus "derechos soberanos" sobre el territorio del océano alrededor de algunas islas, incluidas las Islas Faulkland en litigio. Cabe esperar que en los próximos días digan su palabra países como Chile, Australia, Nueva Zelanda y otras partes interesadas.
Si hasta ahora todos los países se atenían a las reglas internacionales, ahora, en cambio, ya que todos se enredaron en esta pelea, según parece, están ya listos a revisar estas reglas. Es que de conformidad con el Tratado Antártico de 1959, que estos países también ratificaron, todas las reclamaciones territoriales quedaron anuladas, y el protocolo adicional de 1991 prohíbe la extracción de minerales en este continente.
Pero es preciso constatar que ha sido Rusia que ha tirado aquella piedra para provocar la avalancha de pretensiones mutuas, tempestuosas discusiones y graves acusaciones. Y no lo hizo por su demanda sobre la plataforma oceánica y expediciones científicas llamadas a demostrar nuestros derechos sobre esta plataforma, pues todo ello es a tenor de la Convención de la ONU para el Derecho del Mar. Esta disputa fue provocada por el alboroto publicitario levantado alrededor de la marcha al Polo Norte que fue organizada a iniciativa del vicepresidente de la Duma de Estado, Artur Chilingárov.
De ello habló en concreto sin ambages, durante las recientes audiencias del Senado estadounidense, Lisa Murkowski, miembro del comité para asuntos exteriores, quien dijo que, al izar su bandera en el fondo del Océano Glacial Ártico, Rusia ha hecho al mundo pensar en el status jurídico irresoluto del Ártico. Y el primer secretario de Estado adjunto John Negroponte dijo al respecto lo mismo: "las recientes expediciones rusas hacia el Ártico hicieron centrar la atención en las ventajas ligadas a los recursos minerales que aporta la adhesión a la Convención".
La marcha realizada por el equipo de Chilingárov, que contrariamente a los objetivos declarados, no tenía valor científico alguno, le hizo un servicio flaco a Rusia. Es que ahora van a acotar sus lotes en la región ártica rivales fuertes con que sería muy difícil competir. El académico Alexandr Gorodnitski, famoso investigador oceánico, apuntaba recientemente en entrevista a Novaia Gazeta: "Mediante estas declaraciones hemos despertado el interés en dicho problema por parte de nuestros competidores norteamericanos. A diferencia de nosotros, ellos tienen mucho más dinero pero lo principal es que disponen de excelentes equipos de perforación y aparatos más modernos para todos los indispensables trabajos científicos".
Otra cosa es que, en opinión de algunos expertos, con los norteamericanos se puede ponerse de acuerdo. Tienen su dolor de cabeza: una contienda con Canadá que ambiciona controlar el paso marítimo del Noroeste situado entre su territorio y las costas de Groenlandia. Washington piensa que esta vía debe ser internacional. Además, Rusia tiene una moneda de cambio que es un territorio litigioso en el Mar de Bering. En 1990 el entonces ministro de exteriores de la URSS Eduard Shevardnadze lo regaló a los norteamericanos, pero se trata nada menos que de 50 mil kilómetros cuadrados. Mas el parlamento no aprobó este "regalo" y no lo ratificó, circunstancia que Rusia aprovechará para proceder a un regateo.
Pero esto es lo que se refiere al futuro. Por ahora tenemos un problema más importante: es preciso prepararnos bien para formalizar el asunto en la comisión de la ONU para los límites de la plataforma continental. El vicepresidente de la Duma también se prepara a su manera para este trámite. Artur Chilingárov ya ha explorado los vértices del planeta tripulando aviones, helicópteros, barcos y submarinos. Ahora partirá para el Polo Norte a bordo de un nuevo dirigible ruso. En otra situación sólo merecería aplausos.
*Maxim Krans es analista político de la agencia de noticias rusa RIA-Novosti.
Fuente: [color=336600]RIA-Novosti – 23.10.2007[/color]