“Bolivia es un Estado integral que transita al socialismo y que inicia una década de oro”
Artículos relacionados:
. Estado Plurinacional de Bolivia: se renueva la esperanza
. Claves del triunfo revolucionario de los pueblos de Bolivia / Isabel Rauber
Con un lenguaje “guerrero”, el vicepresidente Álvaro García Linera sostiene que el proyecto político del Movimiento Al Socialismo (MAS) ganó en 2009 la batalla iniciada en la rebelión de 2000. Asegura que se viene una década de oro para Bolivia, tras una década de turbulencia política. Y sostiene que el país se transforma en un Estado integral, en el sentido marxista gramsciano, que transita por una vía democrática hacia el socialismo. En esta entrevista, la segunda autoridad boliviana evalúa el primer mandato de Evo Morales Ayma y sus retos para los próximos cinco años.
—¿Cuáles son los avances políticos que destaca en esta primera gestión gubernamental del MAS?
—El primero es la extraordinaria descolonización de los sistemas político y estatal con el ascenso del presidente Evo y la presencia de indígenas en el Estado. Antes los indígenas eran ciudadanos de segunda categoría con derecho a voto, marginados del sistema de toma de decisiones mediante mecanismos invisibles, cuando son mayoría en nuestro país. El ascenso del presidente Evo marca un proceso de quiebre con toda la historia política y estatal boliviana e incluso colonial, de exclusión de los indígenas; sólo ese hecho coloca a Bolivia en la cúspide de los procesos de transformación en el continente; es el proceso revolucionario más importante desde la fundación de Bolivia porque la mayoría social deviene en presencia y mayoría políticas como a ciudadanos, iguales, frente a los mestizos del mundo.
El segundo logro es el entierro del Estado neoliberal y patrimonialista del poder con la construcción de un nuevo Estado y Gobierno que tienen como núcleos articuladores a los movimientos sociales, lo que habla de un proceso de radicalización de la democracia. Avanzamos hacia un Estado de carácter integral, como diría (el pensador italiano marxista) Antonio Gramsci.
Y la concreción en una nueva Constitución de toda esta transformación, de este nuevo bloque de poder, de estas nuevas estructuras de alianzas, de este desmontamiento del colonialismo y del patrimonialismo. Es la consagración escrita e institucionalizada de este proceso revolucionario que pasa a ser no sólo un hecho de fuerza, sino a convertirse en un hecho constitucional e institucional.
—¿Cómo aterrizan estas reformas políticas en el campo del nuevo modelo económico boliviano?
—Los resultados están a la vista, hasta los analistas de derecha tienen que admitir que se ha construido una economía muy estable que no tiene que ver sólo con el tema de mejores precios internacionales, sino con una gran gestión que ha ordenado la casa económica. Una economía por primera vez en su historia con superávit, que ha triplicado sus exportaciones, que comienza a diversificar su estructura productiva; una economía con una gran distribución de la riqueza.
El primer logro es la recuperación de los recursos naturales y la consolidación del Estado como la gran locomotora de la economía nacional. Hemos recuperado el gas y el petróleo, las telecomunicaciones y vamos con el rubro de la electricidad. Esto ha permitido que el Estado pase de un nivel de subordinación a uno de soberanía. La clave del crecimiento ha estado en la internalización del excedente económico, la riqueza que genera la sociedad, cuando el modelo previo era de externalización del excedente; por esto somos la economía que más crece en el continente.
El Estado es la gran locomotora porque ha pasado de generar el 13 por ciento del Producto Interno Bruto al 31 por ciento, y nuestra meta es el 35 por ciento. O sea, 3 de cada 10 bolivianos se generan en el Estado. A partir de ello, el segundo gran paso fue jalar a otros vagones de la economía, como el sector privado y, lo novedoso, las micro, pequeñas y medianas actividades productivas con las líneas de crédito con interés cero del Banco de Desarrollo Productivo, más de 1.200 millones de bolivianos para el área agrícola: maíz, soya, trigo, arroz y quinua para el siguiente año.
Es así como se apoya un conjunto de iniciativas para potenciar a estos pequeños productores, con un proceso de inversión y tecnología agrícolas. Somos un país de pequeños productores, los micro y pequeños productores ocupan casi el 80 por ciento de la actividad laboral. Pero nunca eran tomados en cuenta como sujetos productivos, sino eran objeto de políticas sociales, ahora lo son de políticas productivas con los recursos económicos de la “gran locomotora”. Y esto permite una intensificación de otras áreas que repercuten en la economía: infraestructura, telecomunicaciones, transporte y beneficios sociales.
Hay que incorporar el punto de los beneficios sociales como parte de la formación económica de la sociedad. Los bonos tienen la misión de que los bolivianos puedan estudiar más, que tengan mejores ingresos, mejor atención médica, así se potencia la capacidad laboral, productiva e intelectiva de una sociedad. Son políticas sociales de directo impacto en la política económica porque se potencia y se amplía el mercado interno, ello nos ha permitido este crecimiento. El año pasado, del 6,5 por ciento del crecimiento económico, la mitad se ha debido al mercado interno porque se amplió la capacidad de demanda de los consumidores, y eso puso en movimiento mayor actividad productiva. Y en 2009, a pesar de la crisis económica mundial, tuvimos el mayor crecimiento de América Latina porque otra vez hubo una combinación virtuosa entre mercados externo e interno. Eso es resultado de los bonos.
—Tras la victoria electoral del MAS en diciembre del año pasado y el debilitamiento de la oposición, ¿qué escenarios políticos avizora en la siguiente gestión gubernamental?
—Ha culminado el proceso de transición estatal. Bolivia inició un proceso de crisis del Estado neoliberal, con sus invariantes de colonialidad y patrimonialidad, en el año 2000. Entre 2000 y 2008 fue el momento de la transición, cuando se puso en juego si se volvía al viejo orden o se saltaba al nuevo. Y tuvo sus etapas matemáticamente calculadas: inicio de la crisis y formación de un proyecto alternativo de poder entre 2001 y 2003; entre 2003 y 2008 se da el “empate catastrófico”, donde coexisten dos proyectos de poder, de país: el dominante pero en decadencia, y el emergente pero que todavía no es dominante; y luego viene la conquista del Gobierno por parte de este último, la tensión, el “punto de bifurcación” entre agosto y octubre de 2008, que es el momento de la correlación de fuerzas donde mediante estrategias guerreras de los dos bloques confrontados se define el destino del Estado, y así en 2009 se da la consagración y validación electoral, política y cultural de esa victoria estatal que comenzó a labrarse desde el año 2000 con la rebelión.
Entonces se ha cerrado el momento de la transición de un viejo a un nuevo Estado, una revolución que siempre es turbulenta y con esas etapas matemáticas. Entramos a un nuevo Estado, uno plurinacional autonómico, pero en las estructuras de largo aliento pasamos de un Estado colonial a uno social y plurinacional; y en el ámbito patrimonial a un Estado moderno. Y ahora prevemos un tiempo de estabilidad política, vienen los tiempos de la construcción. Van a haber conflictos, pero no son los estructurales, los que afectan a la naturaleza del Estado, sino a tal o cual sector social, a tal reivindicación. Algún rato tal vez habrá otra crisis de Estado, de aquí a años, décadas, pero por hoy no.
—El MAS no tiene contrincante opositor…
—Uno puede medir lo dicho en la oposición, por la ausencia no sólo de un líder, sino de un proyecto alternativo de poder, y ello va a durar un tiempo. ¿Hasta cuándo? Hasta que el Estado nuevo presente dificultades. ¿Cuándo será eso? No lo sé. Pueden ser décadas. Por eso mi lectura es que vienen a Bolivia tiempos de gran estabilidad política, que nos va a permitir dedicar la mayor parte de la energía al bienestar, a generar y distribuir riqueza. Se viene la década de oro para Bolivia, es una previsión objetiva. En esta década pasada había que invertir mucho tiempo en resolver el tema del poder. Ahora no. Y el debate político y la confrontación ahora van a girar en torno a cómo aplicar mejor tres ejes estructurales: el plurinacional, el autonómico y el del Estado conductor de la economía. El horizonte epistemológico de esta generación y esta época ya está marcado por la Constitución Política y estos tres pilares.
—¿El partido gubernamental tiene todo el poder, la hegemonía política, desde diciembre de 2009?
—No. El MAS tiene parte del poder. Hemos logrado en esta batalla el poder del Estado y hemos construido uno nuevo, un Estado integral en el sentido gramsciano. Estamos pasando de un Estado patrimonial de pocos a un Estado integral, es decir, un Estado que abarca a la totalidad de la sociedad, que es producido por ella, que democratiza la gestión de lo público y que en esa medida es como un tránsito a largo plazo hacia lo que podemos llamar una vía democrática al socialismo. Pero hay que revisar a Gramsci, qué es la idea de Estado integral frente a un Estado aparente heredado. Un Estado donde la sociedad civil plena se vuelve Estado y ello democratiza la toma de decisiones, y al hacerlo avanza de lo político a lo económico y a lo cultural, y eso es el tránsito al socialismo democráticamente construido.
—Pero Usted dijo en una ocasión que al MAS le falta tener el poder, ¿qué le resta para ello?
—Me ratifico. Hemos logrado el poder del Estado, no sólo el Gobierno, y ello significa que hay una nueva correlación de fuerzas, un nuevo bloque de poder en el Órgano Ejecutivo, en el Legislativo y gradualmente en el Judicial. Pero falta un nuevo bloque de decisiones, de configuración institucional de esos tres ámbitos de poder estatal. Y aparte existen otros ámbitos donde debe definirse el poder.
Está el ámbito territorial, municipal y departamental. Veremos qué pasa en abril. Es un ámbito también de poder, de control de recursos, de toma de decisiones, de dirección cultural y política local. Apostamos a un ensamble virtuoso, orgánico, entre niveles nacional y departamental. Sería lo ideal. Porque si no, vamos a seguir teniendo una especie de disfunción entre un Estado y un poder nacional que apuestan a un lado, y poderes departamentales que se van a otro o en contramarcha. No es decisivo pero es importante, y hay que dar esa batalla para que todo esté muy bien aceiteado y se encamine sobre ruedas.
Otro nivel que está en debate es el poder económico. Si bien el Estado ha crecido en la concentración del poder económico, hay esferas importantes bajo control de otros sectores, algunos opositores y otros no. Está muy bien, no es nuestra intención que el Estado cope todo, porque no habría espacio para la hegemonía, eso sería dominación total. El Estado ya está llegando a un límite razonable de poder económico y lo ideal es que ese otro poder económico que no es estatal pueda articularse, ser seducido, liderado por el proyecto que el Estado va a empujar. Eso ampliaría el poder económico no del Estado, sino de este nuevo bloque de poder ampliado.
—¿Cuáles son los retos de la próxima gestión de Evo Morales y Álvaro García?
—De manera resumida es construir el nuevo Estado diseñado por la nueva Constitución. Ella es el diseño final del edificio, y el albañil que va a construir eso es el programa de Gobierno. Y hay tres grandes ejes.
Primero, hay que implementar el conjunto de instituciones que la Constitución habilita. Una nueva justicia con un nuevo Órgano Judicial y una ley, porque el Poder Judicial es todavía una herencia del viejo poder colonial y neoliberal. La Procuraduría que defiende al Estado. La transformación del ámbito educativo para que exprese la plurinacionalidad y la igualdad de culturas. La dimensión institucional de la autonomía con la implementación de los gobiernos y parlamentos regionales y su articulación con el ejecutivo y parlamento nacionales.
Segundo, una economía que dé el gran salto para industrializar los recursos naturales y así generar más excedente y potenciar el Estado. Convertirnos en una potencia energética hidráulica hidroeléctrica. Industrializar el litio, el hierro. Son años de poner todo el empeño a este proceso de industrialización en tres vías: de gran empresa, de micro y pequeña empresa y de actividad comunitaria campesina. Habrá modernización y tecnificación en función de sus lógicas propias.
Tercero, la ampliación de derechos para todos, a partir del acceso universal y mejorado a los servicios básicos, agua potable, electricidad, alcantarillado, telecomunicaciones, salud, educación, infraestructura, fortalecimiento de los bonos.
En síntesis, ¿qué es el nuevo Estado boliviano? Nuevas instituciones plurinacionales y autonómicas; el nuevo salto industrial en distintas dimensiones, y la ampliación de derechos bajo la forma de universalización de servicios y de derechos humanos. Es en resumen lo que vamos a hacer en estos cinco años.
—Pero se apunta a una “década de oro”…
—Sí.
—Ello implica que el MAS por lo menos apunta a estar otros diez años en el poder gubernamental…
—No, estamos pensando en nuestros cinco años. Si quiere use el concepto del “lustro de oro”, pero suena más bonito la “década de oro”. Sobre todo porque varias de las cosas que haremos ahora vamos a comenzar a usufructuarlas de aquí a más de cinco años. La industrialización del litio, comenzaremos a sembrar ello hasta 2012, y los resultados se verán en 2016 o 2017, con baterías y automóviles; lo mismo con el hierro o la represa de El Bala. Entonces, la “década de oro”, porque muchos resultados se van a ver en este lustro primero, pero serán más abundantes desde 2015.
“Lo plurinacional sólo es igualdad de derechos”
—¿Cómo relacionar el Estado plurinacional boliviano con la visión de país que maneja el MAS?
—¿Qué es la plurinacionalidad? Es la igualdad de derechos de pueblos, de culturas en nuestro país. No es nada más que eso. Todo en el marco de una sola identidad nacional boliviana. Somos una nación de naciones. La plurinacinoalidad es el reconocimiento de los derechos colectivos de mestizos, aymaras, quechuas, guaraníes, de su idioma, tradición y cultura; que todos tengan las mismas oportunidades para acceder a beneficios, a cargos públicos y a reconocimientos. Antes no pasaba eso, la mestiza era la única identidad cultural legítima, válida, y las otras eran subalternas, interiorizadas abusivamente. Y entonces un aymara para ascender socialmente, tenía que dejar de ser aymara y mestizarse, enterrando su idioma, cultura y tradición. Eso ha sido un etnocidio permanente. Eso se acabó, ahora todos tienen los mismos derechos sin perder ni ocultar su identidad cultural.
En el fondo la plurinacionalidad de nuestro Estado es un homenaje a la igualdad de derechos colectivos de la sociedad, que erradica al colonialismo que diferencia las oportunidades y los derechos por color de piel o por idioma. Nosotros concebimos a la plurinacionalidad como un hecho de sinceramiento del Estado con la sociedad. Teníamos un Estado monocultural y una sociedad pluricultural, ahora vamos a tener un Estado pluricultural, plurinacional, frente a una sociedad plurinacional, donde va haber una sintonía real entre sociedad y Estado.
Eso es lo que llamamos también el Estado integral. La diferencia del Estado integral con el Estado aparente es de que antes sólo un pedazo de la sociedad estaba en el Estado y otro pedazo, no. Y esa es la causa de nuestros males históricos, atrasos, problemas, conflictos, miserias. Pero cuando ahora la sociedad se mira en el Estado, uno tiene ahí un Estado integral, un Estado en el sentido pleno del término, y es la garantía de más democracia y de que todas las energías sociales se viertan hacia un mismo objetivo de desarrollo y de bienestar.
“El "evismo" se está consolidando en el mundo”
—¿Cuál es su evaluación sobre la influencia del modelo político y económico boliviano en el mundo y la región, lo que se denomina “evismo”?
—Lo que está sucediendo a nivel de Bolivia es la construcción de un proyecto y de un liderazgo continental y mundial, y a eso le llamamos el “evismo”. Por una parte es el liderazgo del presidente Evo, su carisma en el ámbito mundial que lleva no solamente la dignidad de un país, sino un conjunto de propuestas como el tema del medio ambiente, donde hemos liderado su defensa con propuestas sensatas, razonables, que construyen una nueva idea de la globalización, pero en defensa de la vida y la naturaleza. El presidente Evo lo lleva en persona, lo explica, y seduce en el ámbito internacional.
Pero simultáneamente el “evismo” es el liderazgo del presidente Evo y también es un proyecto de poder. Un Estado y un gobierno que tienen como núcleos articuladores a los movimientos sociales. Es un nuevo Estado, un Estado integral al estilo gramsciano que transita por una vía democrática hacia el socialismo. El “evismo”, entonces en el ámbito mundial, es una articulación de liderazgo, de carisma personal; de propuestas al mundo en defensa de la humanidad, de la naturaleza, de los derechos de los excluidos, y es un proyecto de poder revolucionario que se presenta al mundo como sugerencia, como alternativa a las estructuras de dominación. Un conglomerado de esas tres cosas es lo bautizado como “evismo”.
A la par, está claro que por primera vez en siglos, Bolivia tiene algo que decirle al mundo, algo que proponerle, no sólo algo que pedir al mundo, o algo que resistir al mundo, como hicimos antes. Desde Bolivia, a partir de lo que somos, un proyecto de poder de movimientos sociales y de articulación de las sociedades a partir del núcleo laborioso de los excluidos, a partir de esta estructura asociativa de los trabajadores, campesinos, obreros, de los pobladores, de los humildes. Además, son propuestas para el mundo, sugerencias, convocatorias para defender la vida, la naturaleza, los derechos, y a la vez un carisma impresionante del Presidente que irradia certidumbre, verdad, confianza.
El “evismo” sería eso, y creemos que este evismo se está posicionando, se está consolidando y cada vez logra mayor presencia, atención, expectativa en el ámbito mundial. Lo ideal sería que esta expectativa y esperanza se traduzcan en hechos revolucionarios al interior de los propios países de los Estados del orbe. Es una expectativa que se puede llevar a cabo en los siguientes años.
“Los resultados en YPFB se verán en 2011”
—Como autocrítica, ¿cuáles fueron los errores en el manejo de Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) y cuándo se levantará esta empresa estatal, que es sin duda la más estratégica en la economía?
—YPFB ya está levantando. Tuvimos un año muy malo en 2008, cuando no sólo se dio este acto de corrupción (del presidente Santos Ramírez Valverde), sino de manejo superficial de la empresa. El año pasado las cosas han comenzado a cambiar, pero los resultados no pueden verse. No está usted administrando una tienda de barrio, sino una empresa por la que pasan anualmente 3.000 millones de dólares. De una empresa en la que sus actividades las inicia ahora y sus resultados se miran de aquí a cuatro años. La actividad petrolera es altamente rentable, pero a la vez con otra temporalidad.
En 2009 ordenamos la casa de YPFB, contratamos buen personal boliviano, ubicamos bien las jerarquías, garantizamos recursos, comenzamos a diseñar los proyectos porque cuando la recibió su actual presidente (Carlos Villegas Quiroga), no había un solo proyecto real. En todo el año anterior se han comenzado a hacer los diseños serios de las cosas importantes para nuestra empresa: planta de GTL (gas a líquido, por sus siglas en inglés), nueva refinería, exploración en el norte de La Paz, inversiones en los megacampos, las plantas separadoras, la planta de úrea, la planta de Petrocasas. Recién hemos comenzado los diseños objetivos.
La temporalidad es distinta en YPFB. Por eso le digo que este 2009 comenzó el camino de esta empresa. Pasamos de las ideas en palabras a los diseños de ingeniería serios para los procesos de industrialización de nuestro gas y petróleo. Algunas cosas ya han comenzado a ejecutarse: la ampliación de las refinerías en Cochabamba y Palmasola, las instalaciones de gas, la ampliación de los ductos que vienen del Chapare. Todavía no se inició el uso comercial, pero ya las perforaciones y la exploración. Y calculo que todavía los resultados prácticos, visibles a los ojos del boliviano, de este nuevo YPFB los vamos a ver en 2011.
El 2009 fue de los diseños y de la ingeniería. El 2010 será el de la construcción. Este año vamos a ver obreros e ingenieros trabajando y la planta, el producto de la industrialización, se apreciará a fines de 2011, cuando vamos a poder estar usufructuando su trabajo. Y en algunos casos, como mayor desarrollo y producción de gas y de petróleo, los notaremos en 2013. Eso requiere una mirada como más de largo plazo. Claro, habríamos deseado acelerar las cosas, ésa fue siempre la exigencia del presidente Evo, pero tampoco se podía acortar más de entre seis y ocho meses. Hay que estar encima de los de YPFB para exigirles que aceleren, pero con lo que se ha impulsado y avanzado en la anterior gestión estamos contentos.
“El MAS requiere de cualificación y depuración”
—¿Cuáles son las limitaciones y desafíos del MAS para acompañar el llamado “proceso de cambio”?
—Tenemos tres retos. El primero es la cualificación de los cuadros políticos. En estos primeros cuatro años, la gestión del Gobierno ha estado conducida por los líderes de las viejas luchas: hombres y mujeres espartanos o bolcheviques fogueados en la resistencia. Pero la presencia en el Estado y las nuevas tareas del proceso de cambio requieren cada vez más personas, gente que pertenece a una nueva generación, que no ha sido forjada en el fragor de la lucha, sino que surge de alianzas, adhesiones. Entonces, hay un desnivel entre el primer núcleo y esta nueva generación, y el desafío es forjar de mística a esta última, de responsabilidad, con la idea de que hay que saber resistir.
El segundo reto es la capacidad de articular orgánicamente a otras clases sociales. Nuestro partido fue una estructura muy hábil para articular sindicatos agrarios, estructuras comunitarias, gremiales y asalariadas, la Coordinadora Nacional para el Cambio, por ejemplo. Pero no sabe cómo incorporar a clases medias y segmentos de las clases altas locales y regionales que no responden a un ayllu, sindicato, asociación; son individuos individuados, no es tautológico, sino que son dos categorías: son personas objeto de procesos de individuación, separación, de desorganicidad. La clase media dice que quiere hacer proceso de cambio, pero no tiene sindicato, y debemos crear otra red que tenga capacidad de articular a estos otros sectores que se están adhiriendo aceleradamente. Queda la duda de cómo hacer militancia en el MAS siendo profesional, estudiante, de clase media o empresario. Y esto es un desafío para consolidar una estructura total y universal de la sociedad y el Estado.
Y el tercer eje gira en torno a que mientras abrimos las puertas a nuevos sectores y clases sociales, y se irradia disciplina a la nueva generación, internamente hay que depurar. Estamos entrando a un momento histórico donde las adversidades fundamentales van a seguir siendo fuerzas externas imperiales que se resisten a un Estado soberano, pero en lo interno los peligros no van a ser tanto de otros bloques de poder alternativos, porque no los hay. Las adversidades que hay que combatir internamente serán el faccionalismo, la corrupción y la ambición de los miembros del MAS, y nada de ello debe ser tolerado. Estamos entrando a un periodo estatal y social donde la adversidad política al proceso de cambio no va a estar tanto en otro proyecto de poder, sino en las enfermedades internas del MAS que tienen que ser curadas, corregidas u operadas, a veces sin anestesia.
*Periodista
Fuente:">http://www.laprensa.com.bo/noticias/18-01-10/noticias.php?nota=18_01_10_... Diario La Prensa - 18.01.2010