Entrevista a Héctor Valle: “Las pymes deben liderar el cambio de modelo”
Originalmente">http://sur.elargentino.com/]Originalmente publicado en Miradas al Sur - Año 3. Edición número 139 - 16.01.2011
[i]*Periodista. politica@miradasalsur.com
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–Hagamos un poco de historia. ¿Cuáles fueron las condiciones que hicieron posible la aparición de un empresariado industrial en nuestro país?
–El gran impulso a la burguesía nacional, si entendemos por tal a la burguesía industrial, fue el proceso sustitutivo de importaciones que se desarrolla a partir de la década del treinta, pero fundamentalmente desde el ’45 en adelante. En este proceso, debido a las restricciones que implicaba la Segunda Guerra Mundial al crecimiento y a la posibilidad de generar divisas por la vía de las exportaciones primarias, resultaron protegidos y estimulados muchos pequeños y medianos talleristas; por ejemplo, los dedicados a la reparación de automóviles y tranvías. Fueron esos establecimientos y sus dueños quienes sentaron las bases de un nuevo empresariado. Esto, sin duda, tuvo un empuje muy grande con la creación de algunas carreras en la Facultad de Ingeniería, entre ellas la de electrónica, que permitió desarrollar un sector pyme de industrias muy importante.
–También el gasto público tuvo un rol central…
–Sin duda. El gasto público en infraestructura vial, ferroviaria y portuaria, por ejemplo, facilitó la aparición de proveedores locales. Fue una etapa muy rica e interesante, porque a medida que se desarrollaron los hechos ganó poder político esa burguesía nacional incipiente, un proceso que llegó a su clímax con el pacto entre la CGT y la CGE durante el tercer gobierno de Perón.
–Luego llegó el golpe de marzo del ’76, y con él se abrió un nuevo período.
–Es obvio que el proceso militar quebró ese tejido. En este período se combinan dos factores. El primero: la situación hegemónica de las multinacionales, un fenómeno que trasciende las fronteras del país. El segundo, lo constituye la política económica que privilegió la importación y la actividad financiera en detrimento de la producción industrial local. La consecuencia fue que el tejido industrial quedó muy debilitado, en especial en el sector de las pymes, entre ellos los proveedores de partes y componentes, además de las empresas vinculadas en forma directa con el consumo de la población.
–Un proceso que se completó en los años noventa.
–El menemismo terminó por asestar un golpe casi mortal al sector, a partir de una paridad cambiaria que alentó la importación de bienes de todo tipo. Hay dos sectores paradigmáticos de esa época, que son los productores de juguetes y de calzado, ejemplos claros de las pequeñas y medianas empresas, en muchos casos de tipo familiar.
-La salida de la convertibilidad -
–La situación que se planteó con la implosión del régimen de convertibilidad modificó las condiciones. ¿En qué medida lo hizo?
–Diría que fue el proceso que se inició a partir de de 2003 lo que constituyó el punto de quiebre. El gran estímulo que hemos tenido desde la modificación del tipo de cambio protegió sustancialmente la producción interna y permitió la reaparición de las pequeñas y medianas empresas. Esto no quiere decir que tengamos una gran burguesía nacional, como la tiene Brasil. Hoy tenemos un espectro industrial muy fragmentado, con grandes empresas, generalmente de capital extranjero, que ya tienen sus proveedores y que en, su mayoría, son compañías internacionales. Para una pyme nacional es muy difícil penetrar ese este tejido.
–¿Y en el sector de las pequeñas y medianas empresas cuál es la situación?
–Allí, el tejido se recuperó en los últimos años. Se trata de un sector que ha tenido un papel central y que dio sustento a la recuperación del empleo y el consumo. Creo que el desafío, de ahora en más, pasa por expandir esa burguesía incipiente. Pero, sobre todo, generar una burguesía industrial que se anime a los desafíos que supone la inversión que el país necesita. Así como en un primer momento aprovecharon la capacidad instalada y los ahorros para volver a ponerse en funcionamiento, ahora llegó el momento que, dentro del plan de industrialización que plantea el gobierno, se animen a a discutir, mano a mano, con los empresarios brasileños.
–Ese liderazgo debería resultar, también, en una discusión mano a mano con las grandes empresas.
–No cabe duda. Es fundamental que esa discusión se dé desde el punto de vista corporativo. En muchos casos, el único mercado de las pymes son las grandes empresas, que tienen un gran poder oligopólico para fijar condiciones.
- De cara al futuro -
–¿Cómo se revierte la dependencia que exhiben las pymes?
–El Estado debe acompañar el proceso de recuperación, sobre todo por la vía del financiamiento. Pero los empresarios también deben buscar alianzas estratégicas, por ejemplo con Brasil, para salir a capturar mercados.
–La discusión, más allá de los aspectos comerciales, vuelve siempre sobre la cuestión del crédito. Hoy, en el caso de las pymes, sigue muy atado a la utilidad de cada empresa.
–Se trata de una dinámica negativa que tiende a la concentración. Brasil no podría tener la burguesía industrial que tiene si no fuera por el financiamiento que ofrece el Bnades que con sus créditos subsidiados compensa la desventaja cambiaria que tiene Brasil, por ejemplo, con nuestro país. Obviamente, debe haber una política sistemática. Acá venimos de un genocidio de la burguesía nacional, pero lo más patético es que buena parte de esa burguesía, porque importante es decirlo, acompañó el proceso de la dictadura militar. Si no aceptamos el dato estaríamos manejándonos con una ficción. La dictadura llegó para disciplinar a los trabajadores, y eso fue visto con entusiasmo por muchos empresarios.
–Hay muchos claroscuros en la historia…
–Sin duda. Por eso digo que es necesario que el sector comprenda quienes son sus aliados naturales, que no son otros que el Estado y la clase trabajadora. Su función es correr el riesgo de invertir y producir para un crecimiento equitativo de la sociedad.
–¿Las misiones comerciales encabezadas por el Estado Nacional son una opción?
–Entiendo que sí, en la medida en que sean sistemáticas. En general, los empresarios con los que he dialogado vuelven muy entusiasmados.
–¿Qué otras estrategias se deberían adoptar?
–En los años cincuenta, muchas empresas consiguieron licencias de compañías extranjeras para fabricar sus productos en el mercado local. Esto se podría realizar sin grandes complicaciones, por ejemplo, en el caso de los componentes para la industria automotriz. Lo esencial es que los empresarios entiendan que deben apoyarse en un mercado interno muy dinámico. Para eso deben pagar salarios dignos y no deben remarcar en forma alocada sus precios.
- Inversión y liderazgo -
–¿Qué nivel de inversión, en términos de producto, debería alcanzar el país para descomprimir la demanda?
–Le podría responder que alrededor del 26% del PBI. Pero más importante que eso es la calidad y los sectores receptores de esa inversión.Lo ideal sería un shock de inversión privada, donde la producción de maquinarias y equipos locales fueran los principales objetivos. Si la inversión se concentra en la construcción de barrios cerrados o torres para personas de alto poder adquisitivo el impacto, aunque existe, es menor. Tampoco es bueno que toda la carga caiga sobre las espaldas del Estado nacional.
–¿Dónde ubica el factor más dinámico del empresariado nacional?
–Seguro que no está en la Unión Industrial Argentina. Si tengo que buscarlo, lo haría en muchos parques industriales que hay en la región bonaerense, o en algunas provincias del interior.
La verdad es que no sé cuantos de los popes que integran la Unión Industrial se levantan a la mañana, van a la fábrica y están empapados de la realidad que viven sus empleados. Hoy, son mucho más dinámicas y representativas de la realidad productiva del país las cámaras sectoriales. Allí hay que apostar para que aparezcan nuevos liderazgos.
LOS CUADROS DEL ESTADO
Además de las cuestiones estrictamente económicas, la posibilidad de consolidar una burguesía industrial de origen local depende, en buena medida, “de la existencia de cuadros técnicos en las áreas clave del Estado Nacional para garantizar la continuidad, en sus líneas generales, de la actual orientación económica”, asegura Héctor Valle.
La desarticulación de los equipos que se formaron durante la etapa de sustitución de importaciones fue una de las preocupaciones centrales de la dictadura, un proceso que perfeccionó Domingo Cavallo durante su paso por el Ministerio de Economía y la Cancillería.
“Como veterano que soy en estas cuestiones, puedo afirmar que en diferentes niveles del Estado están apareciendo profesionales capacitados. Lo que les falta, tal vez, es un mayor contacto con la realidad y un mayor conocimiento de los hechos históricos, dos aspectos donde la universidad demuestra algunas falencias”, señala Valle. Según su visión, los gobiernos, en todos sus niveles, deben apuntar sus esfuerzos en esa dirección.
“El sostenimiento del mercado interno, el tipo de cambio competitivo y el uso de las reservas del Banco Central son temas esenciales. Obviamente que hay que avanzar mucho más, dándole sintonía fina al modelo, pero es mucho más fácil hacerlo si uno tiene en claro, al menos, lo que no quiere. Se trata, en definitiva, de cuestiones políticas, más que índole técnica. Por eso insisto en que la formación política de los cuadros de la burocracia estatal es un tema central para darle continuidad a la actual modelo que se inició en 2003”, finalizó Valle.
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[i]Los ganadores del modelo neoliberal
Gabriel Bencivengo [/i]
El complejo entramado de empresas nacionales, compañías extranjeras, bancos locales y entidades financieras internacionales que impulsaron el endeudamiento público durante los años de plomo consolidaron una burguesía transnacional, cuyo costo pagó el conjunto de la sociedad. Fueron los ganadores del modelo que arrancó con la Ley de Entidades Financieras y que tuvo otro hito fundamental el 15 de julio del ’77 con la Ley 21.599, que disolvió la Confederación General Económica (CGE). En el núcleo de ese grupo estaban las familias Pérez Compac, Rocca, Macri, Soldatti y Roggio; además de la tradicional oligarquía asociada al complejo agroexportador encabezado por firmas como Cargill y Bunge & Born.
Los grupos en cuestión mantuvieron vínculos privilegiados con el Estado y estrechas relaciones con el sistema financiero. El primer factor les concedió la protección para operar en condiciones oligopólicas, fijando precios y acrecentando ganancias. El segundo, los proveyó de la liquidez que les permitió explotar las diferencias entre las bajas tasas de interés internacionales y las altas tasas locales. Además, la diversificación les posibilitó reorientar sus inversiones hacia actividades más rentables, según las necesidades del momento. La evolución de esos conglomerados constituyó la contracara de las pequeñas y medianas empresas, arrasadas por la apertura comercial indiscriminada y el achicamiento del mercado interno. Los seguros de cambio y la socialización de la deuda les garantizaron la irreversibilidad de los hechos. Ya en democracia, como capitanes de la industria, presionarían para conseguir la impunidad.
Pocos marcos jurídicos son los que subsisten sin grandes modificaciones desde la época de la dictadura. Sin embargo, dos siguen en pie. La influencia de ambos condiciona las decisiones económicas y el rol del Estado. Ambos institutos legales constituyeron el eje principal sobre el cual José Alfredo Martínez de Hoz y sus colaboradores construyeron el andamiaje legal que habilitó la apertura financiera y comercial que, en los años noventa, ya bajo el Consenso de Washington, profundizó y perfeccionó el gobierno de Carlos Menem. Se trata de dos piezas claves. Una es de ellas es Ley de Entidades Financieras. La otra: la Ley de Inversiones Extranjeras. Dos hermanas nacidas al amparo del golpe de marzo del ’76.
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[i]Tres países, un solo objetivo
Gabriel Bencivengo[/i]
La gira tiene un fuerte acento en las relaciones económicas, ya que está compuesta por una nutrida misión comercial de carácter multilateral que trabajará en la búsqueda de nuevos mercados y en la captación de inversiones para el país”, aseguró a Miradas al Sur Luis María Kreckler, secretario de Comercio y Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería. En los hechos, más de un centenar de empresas de diferentes rubros seguirán, desde hoy, los pasos de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner por Kuwait, Qatar y Turquía, tres destinos que se inscriben en los esfuerzos sistemáticos del Gobierno Nacional para fortalecer la inserción argentina en el mundo.
Las escalas de la gira. La primera visita comenzará hoy, en Kuwait, donde el emir Sabah Al Ahmad Al-Jaber Al-Sabah recibirá a la Presidenta. El país, con el que la Argentina mantuvo un saldo comercial favorable por unos U$S 42 millones anuales durante 2009, registró un crecimiento explosivo en el último lustro. Su PBI asciende a U$S 160 mil millones y su producto per cápita, en constante expansión, ronda los 46 mil dólares anuales. Además, la elevada liquidez, consecuencia de sus exportaciones petroleras, le permiten sostener un fondo soberano de U$S 100 mil millones –el Found Economy Development–, que las autoridades destinan a fondear proyectos y realizar inversiones financieras.
La segunda etapa será Qatar, emirato que gobierna desde principios del siglo XIX la familia Al-Thani. Ex protectorado británico, tras convertirse en nación independiente, Doha, su capital, se transformó en una referencia a nivel internacional; en especial luego de que su actual jefe de Estado, el emir Hamad bin Khalifa Al-Thani, derrocara a su padre en 1995 y revirtiera el desvío de fondos al exterior que su progenitor puso en práctica durante casi dos décadas. Con un PBI de U$S 82 mil millones, y una renta por habitante de 68 mil dólares anuales, sus exportaciones petroleras le permitieron constituir –igual que en el caso de Kuwait– un fondo estatal que asciende a U$S 200 mil millones –el Found Investment Autority– y que concreta inversiones financieras y productivas en todo el mundo.
La escala final será menos exótica. Se trata de Turquía. El país mantiene un comercio bilateral con la Argentina que ronda los U$S 270 millones anuales y que arrojó un saldo favorable para nuestro país por unos U$S 180 millones, según las últimas estadísticas consolidadas. En este caso, el igual que en las escalas previas, Cristina Fernández de Kirchner será recibida por las máximas autoridades del país. En Ankara se entrevistará con el presidente Abdullah Gül.
Sin duda, un capítulo importante desde el punto de vista comercial, pero también político. Con 120 millones de habitantes, Turquía integra el G-20 y comparte con la Argentina varias iniciativas a nivel internacional en diversos foros, entre ellos la modificación de las actuales estructuras del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. Además de sintonizar con la reformas propuestas por el Gobierno Nacional en el seno de las Naciones Unidas, entre ellas las del Consejo de Seguridad del organismo. En la Cancillería destacan que “Turquía aspira a tener un rol importante en el panel de Medio Oriente” y que “no dudó en los últimos tiempos en fortalecer sus lazos con los países islámicos”.
La cuestión despertó la atención de la comunidad armenia en nuestro país y también de sus autoridades. En los hechos, el genocicio de la población armenia durante la etapa fundacional del estado turco, que encabezó Kemal Atatturk, fue uno de los temas que estuvieron en la agenda de la reciente visita que realizó a Buenos Aires el cancillerEdward Nalbandyan. Según lo previsto, la presidenta ofrecerá una ofrenda al mausoleo de Attaturk, considerado por sus compatriotas como el padrre de la turquía moderna y secular. Un tema delicado.
La misión comercial. “La gira es muy importante porque Qatar y Kuwait son países centrales en lo comercial, pero también como plataformas logísticas para la distribución de productos, ya que cuentan con excelentes infraestructuras portuarias y aerocomerciales. La Argentina debe abrirse el mundo árabe. Es un universo con el que debemos interactuar, y ésta es una buena oportunidad para que la Presidenta visite esos países”, destacó el canciller Héctor Timerman antes de partir.
La movida, similar a la que lideró la presidenta en China y que resultó en importantes acuerdos bilaterales para el sector agroalimentario, se constituye en una nueva oportunidad para el empresariado nacional. Al igual que en Bejing, la comitiva oficial, además del canciller Timerman, la integra un puñado de funcionarios, entre ellos los ministros de Planificación, Julio De Vido, y de Agricultura, Julián Domínguez. Pero también un nutrido y heterogéneo grupo de empresas pequeñas y medianas, además de tradicionales referentes de la Unión Industrial Argentina –Federico Nicholson (Ledesma) y Eduardo Elsztain (Irsa)–, de la Cámara Argentina de Comercio –Eduardo Eurnekián (Aeropuertos 2000)– y del sector petrolero, como Carlos Bulgheroni (Bridas).
Entre los empresarios que viajaron por cuenta propia y que participarán de las reuniones y seminarios que organizó la Cancillería los hay de sectores tan diversos como los productores de equipos de gas natural comprimido, alimentos, energía, frutas secas, granos, carnes, software, calzado, cosméticos, golosinas, medicamentos y vehículos, además de fabricantes de bienes intermedios, laboratorios y compañías dedicadas a la biotecnología. En la Cancillería destacan también la amplitud geográfica de las compañías. “Entre los sectores que participan, el más numeroso es el productor de alimentos”, destacó Kreckler. Lo siguen las farmacéuticas, las metalúrgicas, las petroleras y las textiles.
Una mirada global. Quienes conocen el tablero de Medio Oriente, y en forma más general el funcionamiento de los países islámicos, destacan el peso que los Estados tienen en las economías de los países de la región. “Para hacer negocios es esencial tener una buena relación política con sus gobiernos”, señaló a Miradas al Sur un funcionario de Cancillería. Su visión aporta un dato clave: “Durante los últimos años, la política exterior ha sido muy consistente hacia Medio Oriente y los países del Magreb”, subrayó el diplomático. En pocas palabras: el viaje apunta a replicar el vínculo comercial que la Argentina mantiene con Egipto, Marruecos y Argelia. Todos importantes compradores de carnes, cereales y leche en polvo.
En los primeros nueves meses del año pasado, las exportaciones argentinas a Turquía, Kuwait y Qatar superaron los U$S 2.800 millones anuales, al tiempo que las importaciones apenas alcanzaron U$S 184 millones. Lo que arroja un importante superávit.
Sin embargo, no todo se reduce a ganancias y pérdidas en el corto plazo. Según Kreckler, una mirada global muestra que “el intercambio recíproco con los países árabes ha crecido en forma sostenida desde 2003 hasta 2008, año en que alcanzó un récord de 4.000 millones de dólares a favor de nuestro país”, precisó el funcionario. A raíz de la crisis financiera internacional, los volúmenes cayeron. No obstante, las perspectivas y los informes que maneja el área económica de la Cancillería sugieren que se puede recuperar terreno y hasta sobrepasar los niveles previos a la crisis.
• LAS CLAVES ECONÓMICAS. DOS PARAÍSOS PETROLEROS
No son muchas las diferencias que existen entre las economías de Kuwait y Qatar. Pequeños, ricos y abiertos, ambos aprovecharon al máximo las coyunturas favorables que les abrieron las diferentes crisis energéticas mundiales y las inversiones especulativas que dispararon los precios del petróleo en los mercados internacionales, en especial hasta la recesión global de 2009. La situación se tradujo en elevados índices de crecimiento. Sin embargo, no pudieron escapar a la dependencia del “oro negro”.
En el caso de Kuwait, el petróleo representa el 53% de su PBI y el 95% de sus exportaciones. Una situación similar registra Qatar. En su caso, el sector ronda el 50% del PBI, el 85% de las exportaciones y representa el 70% de los ingresos fiscales.
Semejante vulnerabilidad no pasó inadcertida a sus gobiernos, que durante los últimos años desarrollaron esfuerzos sostenidos para diversificar sus matrices productivas.
Sin embargo, la creciente demanda de energía en el nivel global les permitió exhibir enormes saldos comerciales. El de Kuwait llegó a los U$S 62.000 millones en 2009. Sus yacimientos de gas natural constituyen el 1% de las reservas mundiales, y sus refinerías y petroquímicas, muchas de ellas multinacionales, procesan un alto porcentaje del crudo que se extrae en la región.
Qatar pasó de ser un pobre protectorado inglés a uno de los países de ingresos per cápita más altos del mundo apoyado en sus reservas de petróleo y gas –14% del total mundial–. Su balanza comercial arrojó durante el año pasado un saldo de U$S 18.000 millones. Los U$S 5.500 millones que el gobierno lleva invertidos en el aeropuerto de Doha, o los U$S 2.000 millones que dedicó a la construcción de un puente con la vecina Bahrein son ejemplos de la bonanzas que vive el emirato. Otro dato para destacar: que las importaciones conjuntas de Qatar y Kuwait totalizan U$S 47 mil millones. Una oportunidad para las empresas nacionales.
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