Alberto González Arzac, amigo y compañero
Su vocación patriótica.
Alberto González Arzac llevaba en la sangre la defensa de la Patria. Su antepasado Buenaventura Arzac actuó como hombre de acción durante la Revolución de Mayo de 1810, favorecido por su corpulencia y gran estatura. Se lo cita como integrante del “grupo de patriotas de la primera hora: Saavedra, evidentemente en primer lugar, y con él Belgrano, Castelli, Grela, French, Arzac, Beruti y otros” (Guillermo Furlong S.J.). Era seguidor de French, al que Mitre califica como “el agente popular de Belgrano”.
Pasaron varias generaciones y el padre de Alberto González Arzac, el capitán de fragata Rodolfo González Arzac, fue protagonista en la incorporación de los primeros submarinos a la Armada Argentina. Supervisó la construcción del submarino Salta en los astilleros de Tarento, Italia (la quilla se colocó en 1928 y llegó a la Argentina en 1933) y fue su capitán. También fue el primer jefe de la base de submarinos de Mar del Plata.
Continuando con la vocación patriótica familiar, Alberto González Arzac, en 1974 dirigió la parte regional del Plan Trienal, como secretario general del Consejo Federal de Inversiones. Después, en 1991, como inspector de Justicia, impugnó la privatización de la Empresa Nacional de Telecomunicaciones (Entel) y de Aerolíneas Argentinas, y como el gobierno de entonces insistió en esa política, la denunció públicamente y renunció a su cargo. Cuando murió, integraba el Consejo de Vigilancia de Papel Prensa en representación del Estado Nacional; fue el autor del Informe sobre la apropiación de las acciones de Papel Prensa durante la última dictadura, en el que se basa la denuncia judicial por crímenes de lesa humanidad planteada por la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación.
Su vocación política.
La vocación patriótica de Alberto González Arzac se volcó en la acción política desde muy joven. En la década de 1950 fue dirigente de la juventud del radicalismo intransigente de La Plata; y a mediados de la década de 1960 ingresó al peronismo, que estaba proscripto, movimiento en el que militó desde entonces.
Fue secretario general de la Gobernación de Buenos Aires (1962-1963), secretario general del Consejo Federal de Inversiones (1973-1976) e inspector general de Justicia de la Nación (1989-1990). En el ámbito gremial, tuvo una militancia en el sindicato de empleados judiciales de La Plata y asesoró al movimiento obrero en múltiples casos. En todos los casos, defendió invariablemente los intereses nacionales y populares.
Su vocación jurídica.
Alberto González Arzac fue uno de los más versados y lúcidos constitucionalistas argentinos. Tuvo como maestro a Arturo Enrique Sampay, cuya obra continuó y comentó en varios de sus libros. En su Filosofía Constitucional Argentina (2008) reúne tres conferencias referidas al pensamiento filosófico de Pedro de Angelis, Coriolano Alberini y Arturo E. Sampay. En sus libros analizó la Constitución Nacional de 1949: La Constitución de 1949 (1971), La Constitución Justicialista (1973), La Constitución Peronista (1974), Sampay, la Constitución del Futuro (1982) y Pensamiento Constitucional de Arturo E. Sampay (2007). En su libro Constitución y factores de poder (2012) expone los conceptos básicos de las Constituciones y la realidad de su aplicación. Demuestra que los factores de poder determinan la orientación y la estructura de las Constituciones. Relata la forma cómo se reflejó en el sistema constitucional –por acción o por omisión– la presión de los diferentes factores de poder; y cómo expandieron su influencia económica al plano político, según fueran las circunstancias. A través del documentado relato de González Arzac se entienden mejor las distintas etapas de nuestra historia y la correlación entre lo económico y lo político. En el plano práctico, participó en la redacción de Constituciones de provincias, como es el caso de Salta.
Fue profesor en las Universidades de Buenos Aires, Lomas de Zamora y John F. Kennedy.
Su vocación histórica.
Sus vocaciones patriótica y política debían necesariamente llevarlo al estudio de la historia. Alberto González Arzac publicó libros importantes sobre la historia argentina. Entre otros: La esclavitud en la Argentina (1973), Federalismo y Justicialismo (1984), Caudillos y Constituciones (1994), Pablo Ramella, un jurista en el Parlamento (1999), El gigante de Mayo(sobre Buenaventura Arzac, 2000) y La época de Rosas (2011). Profundizó el estudio de la obra de Pedro de Angelis y publicó De Angelis y las Malvinas (2008) y De Angelis y la Constitución (2012). En la actualidad era presidente del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Juan Manuel de Rosas y miembro del Instituto Nacional Yrigoyeneano (ambos Academias Nacionales). La Legislatura de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires lo declaró, por ley, Personalidad Destacada de la Cultura de la Ciudad (2012).
Siempre tuvo un agudo sentido del humor, que reflejó en escritos satíricos –como El papelón de Manuel Quintana (1974) y La torta menguante (1981)– y en sus caricaturas, que son también expresión de una crítica histórica. En libros y revistas figuran dibujos suyos con la firma ARGA, como el Manual de Zoología Presidencial (2004) y la Historieta de los golpes de Estado (2011); en sus dibujos iban juntos la descripción y la ironía.
Libros, militancia y calidad humana.
Los libros de Alberto González Arzac son una fiesta para el espíritu y para la inteligencia. Surgen del análisis riguroso de temas importantes; y se concretan en lúcidos trabajos de doctrina e investigación, expresados en muy buena prosa. Por eso no sólo ilustran, sino que da gusto leerlos y además, no envejecen. Muchos de sus trabajos fueron escritos hace varios años –cuando no decenios– y sin embargo son de estricta actualidad; eso sólo lo logran quienes van al fondo de los problemas, escriben sobre la fundamental y relegan lo accesorio.
A su vez, su militancia política resulta de una trayectoria personal y política intachable, y de una defensa consecuente de los intereses nacionales y populares.
El recuerdo de Alberto González Arzac debe ir acompañado por el agradecimiento por su excepcional calidad humana. Su inteligencia, su bondad, su generosidad, su cultura, su solidaridad con los demás, su indeclinable militancia política, su honestidad y su excepcional sentido del humor, constituyeron su estilo de vida. Este modo de ser se refleja en sus acciones y en su obra. Siempre vivió de acuerdo con sus principios morales y sus ideales políticos; dijo lo que pensaba y actuó en consecuencia. Existió una absoluta correspondencia entre su modo de vida y sus ideas.
Para quienes estuvimos cerca de Alberto, uno de los mejores regalos de la vida fue su amistad.
Miradas al Sur - 8 de junio de 2014