“Hay un nuevo paradigma golpista pseudoinstitucional”
Es ella quien comienza con las preguntas. Está interesada en saber que pasa en Argentina, quiere conocer detalles sobre los festejos del bicentenario de la Independencia, la visita del rey de España, el aumento de las tarifas de energía. Escucha con atención y luego indaga sobre YPF, Vaca Muerta, jueces y Mauricio Macri. Cuenta que espera poder viajar “en algún momento a La Plata” para recibir el premio Rodolofo Walsh de la Facultad de Periodismo.
Antes del inicio de la entrevista de 72 minutos la presidenta, suspendida del cargo mientras se lleva adelante el “impeachemnt”, repasa informalmente algunas anécdotas diplomáticas. Recuerda una cumbre del G-20 donde al ex premier británico David Camerón “se lo veía algo asustado” y evitaba pasar cerca de Cristina Fernandez, temiendo que ella volviera a plantearla su reclamo sobre Malvinas “que Brasil siempre apoyó”.
Ya es casi mediodía, el sol domina por completo la “Sala del Estado” avivando los rojos y amarillos de un tapiz del artista chileno Kennedy Bahia. ¿Podemos empezar a grabar, Presidenta? “Sí, adelante”, responde y autoriza que ingrese el equipo de documentalistas que la sigue a sol y sombra para registrar su pelea para restablecer la normalidad democrática quebrada con “este golpe organizado por un corrupto pertinaz como es el señor Eduardo Cunha (ex jefe de diputados) , que es la persona que realmente manda en el gobierno interino de (Michel) Temer”.
Rousseff habla sobre el golpe en gestación contra su gobierno y lo sitúa en el arenero de una América Latina en la que vislumbra estallidos sociales y democracias degradadas. “Considero importante estudiar las raíces de esta nueva forma de golpe que ocurren en América Latina. Lo primero que vemos es el comportamiento de las elites formando alianzas amplias para derrocar a los gobiernos populares a fin de impedir que continúen con sus programas sociales y de impulso al desarrollo. Vemos también que cambió el patrón del golpe. En los años 60 y 70 era el paradigma del golpe militar, con las oligarquías utilizando a las fuerzas armadas para separar del poder a los gobiernos legítimos.
Lo que resulta muy extraño es que este nuevo paradigma golpista procura mantener una apariencia institucional. Estoy hablando de esa modalidad que surgió en Honduras cuando derrocaron al presidente Manuel Zelaya (2009), después vino Paraguay con la caída de Fernando Lugo (2012) y ahora llegó a Brasil, aunque todavía este proceso está en curso. Sin olvidar los intentos desestabilización contra los presidentes Evo Morales y Rafael Correa.”
–Pero los ataques a los líderes populares no son patrimonio de los golpistas, es una modalidad que también aplican los gobiernos conservadores.
–Es cierto, no sé en detalle lo que está ocurriendo en todos los países de América Latina, pero me parece que existe un modelo de ataque a los líderes populares donde se combina un cierto tipo de periodismo de guerra, las filtraciones selectivas de procesos judiciales, jueces que investigan de una forma severa a unos y a otros no. Yo quedé escandalizada al saber que un periodista argentino recientemente dijo que durante el gobierno de Cristina se hizo un “periodismo de guerra”, eso se parece mucho a lo que sucedió contra mi gobierno. Ese ese tipo de periodismo es la antítesis de la democracia. Son casos con varias similitudes los que vemos en Brasil y Argentina. Vemos como se usa el combate a la corrupción como un instrumento de acción ideológico y político. Acá vemos como se ataca permanentemente al presidente Lula, atribuyéndole cosas, acusaciones, que no corresponden con la realidad, y posiblemente esté ocurriendo lo mismo en Argentina con la presidenta Cristina, por quien tengo un gran respeto, creo que ella es una mujer de garra, ella dejó una gran contribución para América Latina y por su puesto para Argentina. Yo fui testigo de las relaciones de solidaridad que ella estableció con todos los países de continente, de su trabajo a favor de Unasur, del Mercosur y la Celac.
–Funcionarios del gobierno interino compararon las manifestaciones con “guerrilla urbana”. ¿Teme represión contra las manifestaciones convocadas durante las Olimpíadas?
–Sería grave si el Ministerio de Justicia o cualquier otro ministerio quisiera criminalizar a las manifestaciones . Yo lamento inmensamente que el ministro de Justicia interino (Alexandre de Moraes) iguale las manifestaciones a una forma de guerrilla urbana, eso compromete a la democracia. Es típico que los procesos golpistas quieran callar las manifestaciones, que los gobiernos que no tienen votos sean intolerantes, los golpistas siempre quieren el silencio. En cambio nosotros jamás criminalizamos las manifestaciones por el impeachment, porque la legitimidad que tiene un gobierno elegido permite escuchar todas las voces y permitir las manifestaciones.
–¿Imagina explosiones en cadena en la región?
– Creo que quienes están apostando en estos golpes en América Latina corren el riesgo de causar una desestabilización profunda. Estos procesos golpistas pueden traer consecuencias imprevisibles donde es probable que haya explosiones sociales, me parece que ni los propios golpistas saben lo que podrá desencadenarse en el futuro, lamentablemente el precio a pagar será muy alto. Usted puede esconder las cosas, pero al final un golpe es un golpe, nadie puede creer que alguien da un golpe y todo queda como estaba, nadie puede suponer que estos procesos ilegítimos no dejarán marcas.
–Un paisaje regional sombrío en un mapa global incierto.
–Vea, lo que está ocurriendo en el mundo con esta globalización que benefició a las grandes empresas oligopólicas mientras originó un retroceso para el conjunto de la población que está padeciendo las consecuencias sin que nadie le ofrezca ninguna compensación.
En Estados Unidos tenemos ciudades inmensas que están hundidas en la decadencia y la pobreza. Es un cuadro tan grave que hasta la propia prensa neoliberal reconoce que es un problema grave que haya una la desigualdad creciente y la concentración llegue al punto donde el 0, 01% de la población que detenta casi el 40 % de la renta. Si las ganancias aumentan por encima del 300% y el salario crece un 10 o 12% durante un período muy largo es algo que nos llevará a conflictos, es inexorable que haya consecuencias graves en un sistema donde la mayoría pierde sus derechos básicos. Estos procesos que se prestan al surgimiento de soluciones raras permiten que aparezcan fenómenos como el de Donald Trump.
–Los salvadores de la patria.
–Lo que ya sabemos es que en todas partes los salvadores de la patria en realidad no hacen más que comprometer la suerte del salvado.
Y no tengo dudas que si todo este proceso de exclusión causa semejante impacto en la economía más desarrollada del mundo que es la de Estados Unidos, estamos frente a un fenómeno que también repercutirá en Brasil, y esa repercusión económica se verá agravada por la crisis política e institucional que tenemos por el golpe.
–¿Estados Unidos avaló el golpe?
–Yo creo que en estos golpes no existen esas interferencias externas tan claras como en los golpes militares, ahora son las propias fuerzas internas las grandes responsables. Las elites de nuestros países no requieren de Estados Unidos.
–¿No hubo ninguna interferencia externa?
–Ahora, si usted me pregunta quienes se benefician con el golpe, le digo que hay varios beneficiarios en diversos grados. Entonces se podría decir que a favor del golpe están aquellos grupos interesados en acceder al control de Petrobras con sus inmensas reservas en el área de pre-sal (aguas ultraprofundas). A favor del golpe pueden estar aquellos que no quieren tener la competencia en el mercado internacional de las grandes empresas constructoras brasileñas. Tenemos que recordar que en los últimos años tuvimos empresas brasileñas que estaban internacionalizándose a un ritmo muy significativo y conquistando espacios. Estoy refiriéndome a la constructora Odebrecht, que participó en la obra de (en el puerto cubano) Mariel, pero también a Odebrecht actuando en Miami, Odebrecht actuando en México, y hay otras empresas con presencia internacional fuerte como podría ser el caso de Andrade Gutiérrez, podemos mencionar empresas brasileñas actuando en en Ecuador. En fin, son varias empresas participando en varias áreas con éxito y esto afecta intereses. Uno puede suponer que algunas competidoras de esas empresas brasileñas que le cité tienen peso político en nuestro país , y podría ser (que tengan participación en el golpe).
Banalidad del mal
Pasaron 13 años desde que Luiz Inácio Lula da Silva llegó al Palacio de Alvorada, la residencia oficial, el 1º de enero de 2003 donde permaneció, reelección mediante, hasta el 31 de diciembre de 2010 cuando fue sucedido por su compañera. Al “Poder”, el que se escribe con mayúsculas y sobrevive a las administraciones presidenciales, siempre le resultó inaceptable tener que soportar la presencia del PT al frente del Estado.
El 12 de mayo pasado, poco después de llegar al Palacio Planalto, sede de la Presidencia, el mandatario interino Michel Temer suprimió las imágenes publicitarias y los esloganes de la era petista para establecer como nuevo lema oficial, el antiguo “Brasil, Orden y Progreso”, que evoca la simbología militar. Y paulatinamente fue desalojando toda la iconografía de la era petista, incluso despidió al mozo que durante años le sirvió café a Dilma y a Lula .
Tal vez Temer todavía no haya quitado los cuadros de mujeres laboriosas del pintor modernista Emiliano di Cavalcanti que Dilma hizo colocar cerca de su despacho, en el tercer piso del Planalto, pero posiblemente lo hará si finalmente es confirmado en el cargo para el que no fue electo.
En su última trinchera, la residencia de Alvorada, Dilma habla de “seguir peleando todos los días con el mismo optimismo” y de su admiración por la pintora surrealista española Remedios Varo, “una luchadora”.
Enciende su tableta para mostrarme pinturas de Varo. “Adoro sus obras, fue una artista ma-ra-vi-llo-sa que peleó por la República en España y después tuvo que asilarse en México, cuando vuelva a México quiero ir alguna de sus exposiciones”.
La conversación retoma lo político, y el impeachment que se tramita en el Senado integrado por 81 legisladores mayoritariamente opositores a la presidenta electa y el PT. Para ser absuelta y volver a su cargo Rousseff necesita contar con el apoyo de 27 congresistas, un número que parece improbable.
–¿Aún es posible vencer en el Senado?
–Creo que acá cabe citar a Antonio Gramsci, que nos decía que tenemos que ser pesimistas desde la razón y optimistas desde la voluntad. Yo soy muy optimista en mi voluntad porque creo que esta lucha es fundamental para Brasil y América Latina y al mismo tiempo hago un análisis realista sobre los pros y los contra de la realidad de cada día.
–¿Está hablando con senadores?
–Sin dudas que hablo con ellos habitualmente, pero no voy a decirle a usted el número de los senadores que hoy por hoy nos apoyan (riendo).
–Políticos y medios de comunicación intentan imponer la idea de que todo ocurre dentro de la ley. ¿Brasil vive una cotidianidad anómala?
–Voy a tomar prestada su definición para describir el momento que vivimos en Brasil, es verdad estamos ante una cotidianeidad anómala donde los que dieron el golpe quieren esconderlo detrás del proceso de impeachment, de la tramitación formal en el Senado y del aparato institucional, con todo su ritual. Lo que estamos viviendo es un cuadro de tranquilidad aparente que tarde o temprano acabará por estallar porque no se puede sostener indefinidamente ese ocultamiento de lo real, y lo real es el golpe. Quien mejor trató de este tipo de fenómenos fue la filósofa Hanna Arendt a través de la idea de la “banalidad del mal”.
No quiero ser exagerada en las comparaciones, pero cuando uno ve como se está encubriendo la realidad con tanta alevosía esto me recuerda otras situaciones más extremas como las que trata Arendt cuando escribe sobre el proceso contra el criminal de guerra nazi Adolf Eichmann . Allí ella nos enseñó como es posible que el mal conviva tranqulamente con lo cotidiano, como el mal se esconde debajo del aspecto neutro de un burócrata de la muerte. Como Eichmann era capaz de llegar a su casa y besar a sus hijos como si no pasara nada en los campos de concentración.
Página/12 - 24 de julio de 2016