“Hay un proceso claro de colonización del Estado que hoy está quebrado”

La presentación del libro Restricción eterna: el poder económico durante el kirchnerismo, recorre los alcances de las transformaciones de la última década. Nosotros compartimos una visión un tanto crítica y en algún caso un poco pesimista respecto de pensar que con estos actores dominantes la Argentina puede sentar las bases para un proceso de desarrollo, y por eso esta idea de la restricción eterna como una cuestión por lo menos para problematizar”, abrió el debate el sociólogo Martín Schorr al dar inicio a la presentación de Restricción eterna: el poder económico durante el kirchnerismo, libro que escribió junto a Alejandro Gaggero y Andrés Wainer.

La actividad estuvo organizada por el Idaes, que depende de la Unsam, y contó con la participación de Alberto Bonnet, Ricardo Arosnkind y Ana Castellani, quienes valoraron como un aporte fundamental la publicación de Restricción eterna.

El libro es una radiografía del poder económico de la última década y su énfasis está puesto en marcar las continuidades y rupturas con los años ’90. Según la visión de los autores, las tendencias a la extranjerización y concentración del capital no sólo no se revirtieron en los años kirchneristas sino que se consolidaron y profundizaron.

Alberto Bonnet, después de señalar que “el trabajo da un paso más allá porque contiene problemas que ocurrieron en estos últimos años, como las restricciones externas que se intensificaron a partir del 2011”, agregó que la reestructuración capitalista “es un proceso de largo aliento que no viene de ahora ni de los ’90”.

Bonnet acompañó el análisis e incorporó el concepto de dualización: “Dentro de la propia cúpula del poder económico, hay un sector moderno del capital, inserto en el mercado internacional, y otro que vive gracias a las protecciones del Estado”. El problema es que no hay un sector que lidere un proceso de modernización que arrastre al conjunto: “La cúpula crece hasta cierto punto y después no vuelve a reinvertir sus ganancias. Pasado un cierto nivel, fuga y remite utilidades”.

Ricardo Aronskind, por su parte, festejó que el libro abre debates fundamentales y enseguida resaltó: “En la introducción claramente aparece la pregunta sobre el desarrollo y una gran inquietud porque la sensación es que tenemos un problema muy serio de actores”. Sobre la posibilidad de invertir las relaciones de fuerza entre clases y fracciones de clase, recordó que “con las retenciones en 2008 tuvimos un mapa muy complicado de en qué anda la sociedad argentina”.

Ricardo destacó que coincide con algunas críticas a este gobierno, por ejemplo la demora “extraordinaria” en la transformación del andamiaje neoliberal institucional-normativo, pero también repasó algunos cuadros y gráficos del libro y expuso que, con las mismas cifras, saca conclusiones totalmente opuestas. Si bien fueron varios los números desplegados, básicamente la crítica fue que contrastando los promedios de ambas décadas se dejan afuera matices de procesos sociales complejos: “En muchas variables las tendencias dramáticamente extranjerizantes y concentradoras se frenan”. Entre otros, el economista puntualizó en el gráfico 2, que muestra la evolución del grado de concentración de las exportaciones: “Allí, la conclusión es que se han concentrado, pero yo veo una tendencia ascendente hasta el año 2005-06, cuando se quiebra la tendencia y claramente es declinante”. En el 2005-06 la concentración es del 78,5 y en el 2012, de un 63,3%.

Ana Castellani recuperó la pregunta de quién debe ser el motor del desarrollo y dijo que el libro vuelve a reintroducir el debate que en los ’60 fue tan fuerte sobre la relación entre capital extranjero y capital nacional. Indicó que estos años 2000 sí son muy distintos a los ’90 y desarrolló la gran exasperación de la conflictividad empresarial con el Gobierno, que no se podría entender si las continuidades fueran las señaladas: “Hay un proceso claro de colonización del aparato estatal por parte de miembros de la elite económica que en estos últimos años está básicamente quebrado”.

El tema de la autonomía del Estado fue compartido por todos los participantes. “El disciplinamiento de la burguesía no sólo requiere eficiencia estatal, como pueden señalar algunos politólogos o institucionalistas; la cuestión clave es el poder político que puede llegar a legitimar y a sostener ese accionar estatal, que estoy absolutamente convencida es duramente resistido por el poder económico en la Argentina”, finalizó Ana.

Miradas al Sur - 26 de septiembre de 2014

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