A 20 años del estallido
En los días 19 y 20 de diciembre de 2001, eclosionó la más grave crisis social y política de toda la posguerra en la Argentina.
La crisis institucional se evidenció en el repudio de buena parte de la sociedad a la clase política; “que se vayan todos” fue la consigna más escuchada por esos días. Ello llevó a la renuncia de un presidente votado por el pueblo, y a la elección por la vía excepcional del Congreso de la Nación (Artículo 88 de la Constitución Nacional) de dos presidentes, uno de ellos de duración efímera.
Esta crisis materializó la caída más pronunciada de la actividad económica que haya vivido la Argentina en su historia moderna. Y, por sobre todas las cosas, se cobró un saldo de 39 muertes; fue el episodio político más luctuoso desde el retorno de la democracia en 1983.
No es necesario apelar al derrumbe de la Convertibilidad en los aciagos días de diciembre de 2001, para condenar a las reformas neoliberales de los años ’90. Fue durante su vigencia donde más se vieron sus efectos destructivos. Las reformas no cumplieron su promesa de generar inversiones masivas, de la mano de un sector privado libre de supuestas ataduras. La tasa de inversión sobre el Producto Interno Bruto fue decepcionante. Se profundizó la desindustrialización. Se desnacionalizó la economía. Se multiplicó la deuda externa. Se destruyó un elevado número de empleos, sobre todo formales. El esquema cambiario y monetario adoptado fue procíclico, y solamente podía mantenerse sobre la base de una entrada ininterrumpida y creciente de capitales externos. Como resultado, se instaló la idea de que la Argentina es un país irremediablemente dual en su estructura social; esto, de la mano de un elevado desempleo, que superó el 10% durante largos años.
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Cátedra Abierta Plan Fénix - diciembre de 2021