Al odio no se lo lleva el viento
¿Cómo puede alguien gatillar en el rostro de la vicepresidenta de una nación? ¿Qué condiciones histórico-sociales, políticas, pueden explicarlo? Descartadas las hipótesis del “lobo suelto” y la reducción psicopatológica, quedan las razones sociales, la explicación sociológica que, sin perder el asombro ante un acontecimiento completamente disruptivo, sea capaz de inscribir este hecho en una situación de crisis cada vez más aguda de las instituciones de nuestra democracia.
Que tengan miedo de ser kirchneristas
Se conocieron en encuentros libertarios del conurbano. Cansados de la militancia virtual, decidieron “conquistar la calle”. Convocaron a manifestaciones en las que participaron otros grupos radicalizados como el de Los Copitos (al que pertenecían Sabag Montiel y Brenda Uliarte). Instalaron en Plaza de Mayo una guillotina con el cartel: “Todxs presos, muertos o exiliados”. Unas semanas antes, uno de sus fundadores le habría facturado más de un millón y medio de pesos a la empresa de Nicolás Caputo. “Es uno de mis clientes”, admite. Radiografía de Revolución Federal, el grupo de la ultraderecha liberal que propone "cárcel o bala" para los kirchneristas.
Los discursos de odio no son ajenos a la discusión económica
No es casual que un amigo del agresor de CFK diga que el asesinato habría significado una baja de impuestos. No es casual que los nuevos espacios políticos desde los que se promueven los discursos de odio estén encabezados por economistas, como Javier Milei y José Luis Espert.
El asesinato político como estrategia del poder económico y la respuesta social
Alejandro Rofman (Especial para sitio IADE-RE) | El fracasado intento de asesinato de la Vice Presidenta de la Nación, la compañera Cristina Fernández, marca el hecho político más impactante luego de la recuperación democrática de 1983.
De qué está hecha una bala
Los límites de aquello que puede ser dicho se delinean en cada momento histórico. En la Argentina de hoy, un fantasma recorre las redes sociales: los enunciados que incitan a eliminar al adversario. Es posible hablar de balas, de ajusticiar y matar. ¿Cómo es ese gris en el que la palabra enunciada todavía no se vuelve acto? ¿Qué condiciones históricas e ideológicas determinan lo decible?