Banco Mundial. Llegó la hora de bajar la cortina…

El Banco Mundial atraviesa el peor período de su historia. Más débil que nunca, rechazado por un número creciente de movimientos sociales, desacreditado por el nepotismo descarado de su presidente Paul Wolfowitz, sufre, al mismo tiempo, los ataques de varios gobiernos de Latinoamérica que actualmente están organizando la construcción de un Banco del Sur, con una ideología radicalmente diferente. ¿Y si el golpe de gracia estuviera cerca? Autores: [b][color=336600]Damien Millet- Eric Toussaint[/b][/color] [size=xx-small][b]Artículos relacionados:[/b] .Banco Mundial: historias de hipocresía, corrupción y desprestigio / Naomi Klein .Banco Mundial. Una mirada a México / John Saxe-Fernández[/size]

La desestabilización del Banco Mundial está producida por el fracaso de su actuación desde hace 60 años, pero también el Banco debe rendir cuentas sobre muchas cuestiones, de las cuales he aquí una lista no exhaustiva:

Durante la guerra fría, el Banco Mundial utilizó el endeudamiento con un objetivo geopolítico y además sostuvo, sistemáticamente, a los aliados del bloque occidental, en particular a los regímenes dictatoriales de Somoza en Nicaragua, Pinochet en Chile, Mobutu en el Zaire, Suharto en Indonesia, Videla en Argentina, Marcos en la Filipinas, el régimen de apartheid en Sudáfrica, etc. Regímenes que violaron los derechos humanos y robaron sumas considerables. Y esta política continúa ya que el Banco apoya actualmente a regímenes como los de Deby en el Chad, Sassou Nguesso en el Congo, Biya en Camerún, Musharraf en Pakistán.

El Banco Mundial, a finales de los años sesenta, transfirió a numerosos países africanos que acababan de independizarse, como Mauritania, Gabón, Congo-Kinshasa, Nigeria, Kenya, Zambia, entre otros, las deudas contraídas por las ex metrópolis para sus planes colonizadores, en total violación del derecho internacional.

Después de la crisis de la deuda de 1982, el Banco Mundial sostuvo las políticas de ajuste estructural promovidas por las grandes potencias y el FMI, que condujeron a una drástica reducción de los presupuestos sociales, a la supresión de subvenciones a los productos básicos, a las privatizaciones masivas, a una fiscalidad que agrava las desigualdades, a una “liberalización” forzada de la economía. Además de poner a los productores locales en una situación de competencia totalmente desleal por parte de las grandes multinacionales. Todas estas medidas deterioraron terriblemente las condiciones de vida de las poblaciones y conllevan una verdadera colonización económica.

El Banco Mundial sigue una política que reproduce la pobreza y la exclusión en lugar de combatirla. Los países que aplicaron al pie de la letra sus pretendidos remedios se hundieron en la miseria. En África, la cantidad de personas que deben sobrevivir con menos de 1 dólar por día se duplicó desde 1981, más de 200 millones de personas padecen hambre y en 20 países africanos la esperanza de vida está por debajo de los 45 años.

A pesar de sus aparatosos anuncios, el problema de la deuda de los países del Tercer Mundo se mantiene exactamente igual, ya que, lejos de promover una anulación total, el Banco Mundial se contenta con condonar una parte de la deuda de algunos países dóciles sin tocar el mecanismo de la misma. En lugar de representar el final de una dominación implacable, el alivio de la deuda es sólo una cortina de humo que disimula en contrapartida unas reformas económicas draconianas, en la misma línea que el ajuste estructural.

En estas condiciones, la situación se ha vuelto explosiva. Y lo que acaba de pasar puede encender la mecha. El actual presidente del Banco, Paul Wolfowitz, ha reconocido haber intervenido personalmente en la concesión a su compañera de un fuerte aumento salarial (¡del 45 %!). Se lo dijo a un comité ad hoc del Banco Mundial en el marco de una investigación por violación de las normas internas.

Las declaraciones que piden su dimisión se multiplican: la asociación del personal y de los ex ejecutivos del Banco Mundial; uno de los dos directores ejecutivos (el numero 2 del BM después de Wolfowitz), el neozelandés Graeme Wheeler; altos responsables del partido demócrata de Estados Unidos, como John Kerry; redes internacionales, como el CADTM; el Parlamento Europeo, etc. Sin embargo el gobierno estadounidense lo continúa apoyando, a toda costa, y de esta forma, pegándose a su silla, Wolfowitz une su destino al del propio Banco Mundial.

Un mes después de estas revelaciones, todavía no se ha encontrado ninguna solución. El pasivo del Banco es realmente muy grande para que se pueda aceptar el statu quo. Por lo tanto, sólo se puede pensar en una única salida: la disolución del Banco Mundial y su reemplazo, enmarcado en una nueva arquitectura institucional internacional. Un fondo mundial de desarrollo, en el sistema de las Naciones Unidas, podría estar relacionado con Bancos regionales de desarrollo del Sur, dirigidos directamente por los gobiernos del Sur, con un funcionamiento democrático y transparente.

El camino está trazado y ya se han arrojado algunas piedras a las tranquilas aguas del pantano neoliberal. Venezuela anunció el 30 de abril que abandonará el FMI y el Banco Mundial. Unos días antes, Ecuador había decidido la expulsión del representante permanente del Banco Mundial, Eduardo Somensatto. Y es que el presidente ecuatoriano, Rafael Correa, tiene memoria: en abril de 2005, siendo ministro de Economía, había querido reformar el uso de los recursos petroleros para que una parte de ellos, en vez de ser destinados al servicio de la deuda, sirvieran para aumentar los gastos sociales, especialmente para las poblaciones indígenas. Como represalia, el Banco Mundial bloqueó un préstamo de 100 millones de dólares, y las presiones de Washington forzaron la dimisión de Correa. Ofendido, éste declaró que «nadie tiene derecho a castigar a un país que cambie sus leyes».

Rafael Correa fue elegido, en forma democrática, presidente de Ecuador en noviembre de 2006 y acaba de ganar ampliamente el referéndum para la convocatoria de una asamblea constituyente. Al expulsar al representante del Banco Mundial, quiere reafirmar la dignidad y la soberanía de su país frente a una institución que se permite violar sistemáticamente sus estatutos, que le prohíben cualquier interferencia en los asuntos políticos interiores de un Estado miembro.

Varios países latinoamericanos (Argentina, Bolivia, Brasil, Ecuador, Paraguay, Venezuela) están en vías de sentar las bases de dos instituciones fundamentalmente nuevas: un Fondo Monetario del Sur y un Banco del Sur. Diferentes expertos, entre ellos varios miembros del CADTM, participan en las discusiones que apuntan a una verdadera modificación de las relaciones de fuerza mundiales, sobre los escombros del Banco Mundial.

Fuente: [color=336600]CADTM.org / 02.05.2007 - Traducción: Griselda Piñero[/color]

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