BRIC: La nueva geopolítica mundial

Mario Calderón Rivera*
En Ekhaterimburgo, una ciudad a más de 1.500 kilómetros al oriente de Moscú, en la ladera oriental de los Montes Urales, con un gran poderío industrial y casi millón y medio de habitantes, se sembró durante la semana que termina uno de los hitos más significativos de la Geopolítica Mundial en esta primera década del siglo XXI. El grupo del BRIC (Brasil, Rusia, India y China) emerge como la nueva realidad geopolítica del Siglo XXI.

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En Ekhaterimburgo, una ciudad a más de 1.500 kilómetros al oriente de Moscú, en la ladera oriental de los Montes Urales, con un gran poderío industrial y casi millón y medio de habitantes, se sembró durante la semana que termina uno de los hitos más significativos de la Geopolítica Mundial en esta primera década del siglo XXI. Los jefes de Estado que integran el grupo BRIC (Brasil, Rusia, India y China) se reunieron durante no más de cinco horas para notificarle al mundo su decisión de emerger como actores de primer plano en un mundo que apenas se repone del sacudimiento telúrico que representó la crisis financiera global.

Y no podía ser para menos. Porque los cuatro países, cuya sigla está en el diccionario de Geopolítica hace varios años, para agrupar a cuatro países de grandes indicadores pero de notorios contrastes entre ellos mismos, han ingresado con gran fuerza a una economía globalizada. Sólo con su peso específico sumado adquieren un poder decisorio que desafía todas las siglas convencionales que, como la del G8 o la del G20, van a ser prontamente superadas por la unidad -así parezca sólo de conveniencia- que las cuatro potencias emergentes encarnan.

En un documento muy divulgado por estos días -preparado por Jim O'Neill, economista global en Goldman Sachs- se plantea la hipótesis de que el potencial económico combinado de Brasil, Rusia, India y China, definirá el equilibrio mundial en 2050. Con una población actual que representa el 41,6% de población mundial y con un territorio dotado de inmensos recursos naturales, superior a 40.000.000 de Km2 (22% de la superficie continental), su ritmo de crecimiento, sus indicadores económicos, sus reservas internacionales y las cifras de su intercambio comercial, son suficientes para condicionar el propio comportamiento de todas las potencias convencionales sumadas. Para O'Neill, la economía de China va a superar a la de Estados Unidos en el año 2027, poniendo al BRIC por encima del G8. Según él, se llegará a esa situación 10 años antes de lo que se pensaba.

Aunque es claro que, en términos del índice de Desarrollo Humano, según la metodología de Naciones Unidas, los cuatro países están notoriamente retrasados, según cifras del Banco Mundial, ese grupo genera hoy el 27% del PBI mundial. Sin embargo, de acuerdo con el analista citado, para el año 2050, en casi cada escala serán las entidades más grandes en la escena global.

La gran paradoja es que viniendo de vertientes culturales ideológicas abiertamente distintas, los cuatro miembros del BRIC han llegado a convergir en el llamado capitalismo global, que nada tiene que ver hoy con las formas originales del capitalismo de mercado y que, curiosamente se aproxima más a un claro capitalismo de Estado. El colapso reciente del sistema financiero y las propias fórmulas para enfrentarlo -aún en la Meca norteamericana- muestran no solamente un regreso a regulaciones que parecían superadas e innecesarias, sino a un regreso casi sin restricciones a inyecciones de capital público en los gigantes de la empresa privada. Y aunque se trate de guardar las apariencias, es evidente que volver a los esquemas corporativos anteriores sólo podrá darse por la vía de códigos de ética y de autorregulación en que el Estado no dejará de estar presente.

Según la visión de O’Neill, China e India, respectivamente, serán los proveedores globales dominantes de tecnología y de servicios mientras que el Brasil y Rusia llegarán a ser los principales proveedores de materias primas, aunque todos cuentan ya con estructuras industriales de enorme dimensión. De hecho, Brasil y Rusia son hoy los grandes abastecedores mundiales de materias primas y de alimentos. Brasil tiene, por sí solo, la condición de ser la mayor reserva de biodiversidad en el mundo, igual que de hierro y de otras materias primas estratégicas. Por su parte, Rusia se presenta con gigantescas reservas de gas y de petróleo.

Resulta clara la relación entre el sacudimiento profundo por el que está pasando el mundo y el protagonismo del BRIC. Y, desde luego, lo que más lo estimula para su protagonismo está no sólo en las condiciones intrínsecas de sus economías, sino en la forma como ellas han podido cruzar las turbulencias de la crisis global. Los principales análisis coinciden en que el BRIC parece ser, precisamente, la punta de lanza de la recuperación global, por el repunte de sus mercados bursátiles en los últimos tres meses. La bolsa india ha registrado en ese período un alza del 60%, y la china y la brasileña del 35%. Es más que lo que han logrado recuperarse, por ejemplo, las plazas de Nueva York y de Londres. Y lo más importante de todo, a pesar de todos los pronósticos, el crecimiento de la economía China se sigue manteniendo por encima del 8%, mientras que en los cuatro países el consumo de miles de millones de personas se recupera por encima del promedio de los países industriales.

Como si fuera poco, después de un pasado lleno de relaciones accidentadas como deudores del Fondo Monetario Internacional, China, Brasil y Rusia, aparecen ahora nada menos que como acreedores de este organismo. Una situación que hasta hace poco pudo parecer una ficción. Brasil y Rusia anunciaron préstamos de US$10.000 millones cada uno al FMI, mientras China se mostró dispuesta a comprar US$50.000 millones en bonos del organismo multilateral. El propio presidente Lula, respaldado en un intercambio en crecimiento de Brasil con China que ya superó los 40.000 millones, reiteró el contenido del manifiesto conjunto emanado de la cumbre de Ekhaterimburgo, reclamando “un sistema de divisas estable, predecible y más diversificado". Algo que antes de la crisis parecía difícil de digerir para la economía mundial.

*Abogado y economista de la Universidad Javeriana, Colombia. De amplia formación humanista, y desempeños distinguidos nacionales e internacionales en la banca, en campos del desarrollo y en la diplomacia. Fue integrante del grupo internacional de expertos que en 1987 realizó análisis de la nueva política de vivienda y desarrollo urbano en la República Popular China. Miembro y presidente del capítulo colombiano del Club de Roma; miembro de la junta directiva de la Fundación Santillana para Iberoamérica. Ha publicado, entre otros, los siguientes trabajos: "Un nuevo municipio, un nuevo país. Variaciones alrededor del desarrollo regional y urbano" (1981); "China o la revolución del pragmatismo: la ruta sorprendente de Deng Xiao-Ping" (Ed. Tercer Mundo, Bogotá 1988); "La urbanización del café" (1985; "Biopolítica y desarrollo sostenible" (1997); "La Universidad inconclusa" (1999). Columnista de diarios como "El Tiempo", "La Patria", etc..

[color=336600]Fuente: Diario La Patria / Colombia - 21.06.2009[/color]

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