Capitalismo y método. Alternativas de la coproducción investigativa
"Por cuerpo entiendo todo aquello que puede llenar un espacio, de tal manera que cualquier otro cuerpo quede excluido de él. DESCARTES. ...Por fulminante disposición presidencial quedaron suspendidos los carnavales y la Prisión Modelo se llenó de máscaras. Y hubo aullidos y estertores, y garrotes apretados, ...y palos y latigazos, y sexos taconeados, y hombres colgados por los tobillos y muñecas, y gentes paradas durante días..., y mujeres desnudas,... y hubo también aquellos que, metidos en grandes cajas rectangulares, fueron recubiertos de cemento, en tal forma que los bloques acabaron por alinearse al aire libre, a un costado de la cárcel, tan numerosos que pensaron los vecinos que se trataba de materiales de cantería destinados a futuras ampliaciones del edificio... (Y transcurrieron muchos años antes de que se llegase a saber que cada uno de esos bloques encerraba un cuerpo disfrazado y enmascarado, moldeado por la dura materia que lo envolvía -perfecta inscripción de una estructura humana dentro de un sólido.)"
Alejo Carpentier, El Recurso del Método, 1974.
Nota inicial
Este artículo se postula a modo de ensayo para reflexionar sobre cuestiones que consideramos se encuentran en la frontera de la producción investigativa. Estas cuestiones son fronterizas al menos en dos sentidos, una dirigida a comprender los estratos subyacentes de los procesos sociales de trabajo en la producción de conocimiento1 y otra acerca de los planteos sociológicos sobre la praxis colectiva cognoscitiva. Solamente tomando estas dos cuestiones ya se desarrollan una cuantiosa serie de interrogaciones y tensiones teóricas, empíricas y epistemológicas.
Luego de intensas experiencias de exploración en estos bordes2 nos hemos decidido a colocar en intercambio y debate algunas consideraciones que por una parte nos permitan avanzar sobre estas fronteras y por el otro impulsen a aportar, si emergiera de ello consenso científico, nuevos instrumentos para afrontarlos.
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Asimismo al plantearlos para este breve artículo hemos descubierto sólo una serie de senderos para interrogarnos dialógicamente, han quedado pendientes otras series equivalentes que ameritan sin duda mayor extensión espacial y temporal, así hemos enunciado este desarrollo como Parte I, de otras secuencias que le seguirán. Debe comprenderse así que este texto no intenta abarcar toda la problemática enunciada en sus contenidos sino constituir un inicio de ensayo, que permita con extrema libertad, abrir interrogaciones y descubrir prácticas.
La tarea emprendida abarca diversidad de facetas y se desarrolla, como hemos dicho, por medio de la instalación de senderos (trilhas) que guían las interrogaciones, hipótesis y contenidos puestos en juego, que abren pequeñas y frágiles picadas entre la intrincada, rica y extensa floresta de la acumulación en ciencias sociales y humanas. De ahí que los senderos que se abren, se esparcen, se estrechan y confluyen, como arroyos, para volver a abrirse. Y en este recorrido nosotros, ese actor colectivo que interroga, recoge destacados interlocutores, elección siempre incompleta del extenso listado, para acompañarnos y para dialogar por trechos.
Así desearíamos encontrarnos con el lector y disculparnos de antemano de esta por momentos abrupta navegación, guardando por nuestra parte la expectativa de contribuir al encuentro productivo. El texto se compone de tres partes. En la primera la interrogación gira en torno a la comparación con el descubrimiento de la cooperación fabril como clave para comprender el desarrollo del capitalismo, la convergencia de la producción del saber, científico y del general intellect y para introducirse en la homologación colectiva y productiva de estos dos campos convergentes, imágenes isomórficas que intentan descubrir la subterraneidad de los procesos colectivos de trabajo que no alcanzan totalmente a explicitarse en las formas instituidas del método.
En una segunda parte se colocan en diálogo aserciones, que aunque fragmentarias se consideran claves, de fundadores en el modo de concebir lo sociológico de los colectivos y del modo metódico de captarlos o comprenderlos, para contrastarlos luego con lecturas contemporáneas y sus propios límites ante la interrogación de los desafíos en que los coloca su crítica a lo acumulado en razón de la creatividad de lo colectivo y el encuentro de discursos. Finalmente se aborda el ensayo propiamente dicho para postular la posibilidad alternativa, no necesariamente sustitutiva, acerca de una metodología de coproducción investigativa, ejemplificando con alguno de sus componentes procesuales tales como el encuentro discursivo y el pensamiento colectivo como así su materialización a través de dispositivos de trabajo que privilegien la investigación coproductiva, dejando abiertas, en las conclusiones inconclusas, las hipótesis que al subrayar lo expuesto abren nuevas trilhas para explorar.
a. Paralelos y especulaciones
Nuestro motivo es la producción de conocimientos, más específicamente, la producción de conocimientos vista desde los aportes de la sociología y la sociología laboral. Caben aquí muchas preguntas si consideramos que las reflexiones sociológicas giran más frecuentemente en torno de contenidos y protagonismos sociales que acerca de su propia base metodológica, bajo determinados supuestos epistemológicos del producir.
Nuestra mirada, entonces, se posa aquí en el propio proceso productivo del hacer de los productores, sus métodos y procesos de trabajo.
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Pero antes de llegar al meollo de la cuestión cabe preguntarse primero acerca de las distancias y acercamientos de la producción de estos productores "homo academicus" (Bourdieu y Wacquant, 1992) y si es diferente a la del productor general. "Junto a ese árbol se abría un pasadizo abovedado, tan estrecho, tan bajo, que me pareció imposible meter la curiara por ahí. Y, sin embargo, nuestra embarcación se introdujo en ese angosto túnel, con tan poco espacio para deslizarse que las bordas rasparon duramente unas raíces retorcidas. Con los remos, con las manos, había que apartar obstáculos y barreras para llevar adelante esa navegación increíble, en medio de la maleza anegada..." Alejo Carpentier, Los pasos perdidos, 1953.
Trilha 13
Cuando el productor de conocimiento social labora desde un punto de vista podría afirmarse que trabaja en una actividad creadora, transformadora de lo otro, de otros, y autotransformadora de sí recursivamente. Ello nos aloja en una definición necesaria sobre el trabajar social en general, que suspende por un momento algunos significados del conocimiento relacionados con sus teleologías.
Trabajo, desde un punto de vista sociológico, no puede sino formularse en su diferenciación con las actividades en general, trabajo en la historia del trabajo es el campo donde se desarrolla una tensión por las luchas de apropiación de los recursos, de la sobrevivencia, de la energía.
Trabajo significa, más allá de una actividad particular, un campo de apropiación del sobretrabajo (Deleuze y Guattari, 2002; Bialakowsky y Antunes, 2005), trabajo es plustrabajo.
El significado de la sociología del trabajo no remite a una simple relación creativa sino a un espacio de luchas y tensiones en derredor de esta (a)expropiación. La alienación como punto de partida no es más que el camino inverso para comprender su recorrido histórico (Marx, 1844). Quizás la propia interrogación sobre el trabajo no es más que una inducción a la interrogación sobre los conflictos sociales, las luchas entre clases.
Trilha 2
Ahora bien, qué distingue al capitalismo como sistema productivo de otros sistemas apropiadores de trabajo, de los valores que produce la fuerza de trabajo. Marx aporta una de las claves fundamentales para su comprensión. Lo que distingue al capitalismo de otros sistemas es la modulación colectiva de la fuerza de trabajo que él (re)define como cooperación4. Contrario sensu a su uso más difundido, la cooperación no es una actividad que enlaza solidariamente a los hombres, sino un instrumento que los aloja en el proceso productivo como un arte mecánica maquínica (Gaudemar, 1978) superior que la distingue de otros procesos de producción social.
La cooperación en este contexto teórico remite a la cooperación despótica la cual se expresa con dos significados: la imposición de un orden militarizado productivo, y la mutación del saber individual en saber colectivo pasible de ser expropiado por ese otro distinguible del productor.
La calidad del descubrimiento de este concepto es enorme pues revela que la cooperación no se encuentra como resultado voluntario de los productores sino por iniciativa del capitalista. Claro está que no se trata, como hemos aprendido (Foucault, 1976a), de un método encapsulado, vertical, sino que produce más allá de sí mismo en lo social y en lo subjetivo.
El resultado de este método es alcanzar una productividad inalcanzable individualmente, un plusvalor colectivo. Además, el encuentro forzado va más allá de su formulación metódica, de encuentro colectivo, para multiplicar la fuerza productiva la cual igualmente se escapa por sus líneas de fuga en la construcción de oposición, de resistencia (Holloway, 2004).
El descubrimiento capitalista del significado de la cooperación productiva es excepcional, no por cuanto toda obra de trabajo colectivo ya lo había demostrado históricamente desde Egipto a Tikal, sino porque la capacidad de modular y producir un plusvalor, surplus proviene tanto del sobre-esfuerzo de la fuerza productiva como, y especialmente, de su interacción productiva a través de su método organizativo (Coriat, 1979).
De ahí que las luchas no sólo se hayan librado por la distribución del producto (plusvalía) sino en torno a la apropiación de los colectivos. La posesión de lo micro y macro colectivo es un instrumento extendido del capitalismo. Este descubrimiento puede verse claramente en los análisis de los procesos organizativos del trabajo y sus modalidades que han asumido nominaciones homologando las etapas industriales en sus segmentos tayloristas, fordistas, neofordistas, postfordistas (Coriat, 1979; Linhart, 1996; Boyer y Saillard, 1998; Neffa, 1998).
La cooperación social, en sentido macro, también ha sido reinstalada como instrumento clave para comprender la etapa actual (Hardt y Negri, 2002), es una cooperación social que se extiende en la totalidad del sistema, implicando en sí a la propia reproducción de la vida, al punto que quedan imbricados sistema productivo y reproductivo. Interesa aquí establecer un paralelo entre las formas fabriles de la cooperación despótica y la producción de conocimientos.
Para ello debe reconocerse que existe no sólo una producción individual, sino que dicha producción, en apariencia segmentada, conduce finalmente a una producción social del excedente que es acumulado, concentrado y expropiado. No es necesario -pensamos- detenernos sobre los caracteres de concentración científico tecnológica y sus actuales consecuencias depredadoras. Cabe sí dirigirnos, en esta oportunidad, a comprender el núcleo productivo que sobre bases homólogas mantendrían tres ejes básicos: división del trabajo, extracción del surplus colectivo e instalación de la competencia entre los productores. Esta comprensión, como veremos, puede resultar bidireccional: por una parte, dirigida a la comprensión de la organización de colectivos productores y, por otra, al sujeto social al cual se destina la producción de conocimientos.
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Así, de manera isomórfica a la producción fabril, puede afirmarse que la producción de conocimientos asienta su base material en el trabajo asalariado de los productores. Aquí las homologías con el mundo fabril emergen para registrarse una profundización de la competencia entre productores. Se produce un múltiple juego que secundariza el destino social que podrían alcanzar si obraran conjuntamente. Los sistemas institucionales y sus entramados sociales y subjetivos enfatizan el control sobre los (in)dividuos, produciéndose así rasgos entrópicos en la capacidad de apropiación del surplus colectivo para la transformación social y se reduciéndose la capacidad del colectivo para autoproducirse como colectivo productor. El tema es desbrozar sociológicamente cuál es su significado.
Se trata de sostener posturas éticas y epistemológicas dialógicas y críticas (Maliandi, 2000) necesarias en la producción del conocimiento y, al mismo tiempo, discurrir acerca de las potencialidades en la utilización de la producción y el pensamiento colectivo, el encuentro discursivo y la coproducción de conocimientos. Las claves de la cooperación en este sentido -estimamos- aguardan ser redescubiertas. Hasta aquí hemos debatido la producción colectiva dentro del marco de la producción científica o del pensamiento intelectual. Corresponde desplazarnos a campos más amplios, por un lado hacia los actores sociales y, por el otro, hacia un espacio aún más amplio como es el general intellect. Como punto de partida a estos interrogantes, puede afirmarse que nos encontraríamos fuera del conflicto acerca de polarizar el conocer y transformar lo social por fuera o por dentro de los actores sociales. Sin disputar la centralidad de una u otra estrategia -objetivismo o comprensivismo-, convendría establecer una nueva posibilidad de investigar con el sujeto investigado.
No se trata de un afuera sino de inclusión coproductiva. En estos casos se tiende a difuminar varios obstáculos no superados hasta el presente en las metodologías usuales, a saber: a. la manipulación o apropiación del saber del otro, b. el monopolio de la interpretación de los datos, c. la concentración del conocimiento, d. la necesidad de la traducción. La división entre investigador-investigado sin duda tiene sentido o bien se justifica por diversidad de motivos: universo, oposición, distanciamiento, etc. Aquí destacamos la posibilidad de converger dialógicamente sobre el mundo investigado y promover una forma de conocimiento más directamente apropiable por el actor social como productor de conocimiento. En esta línea, comprendiendo un círculo más amplio en la producción colectiva del conocimiento, puede hacerse referencia al general intellect.
Así tempranamente Marx5, como otros autores contemporáneamente6 (Virno, 2003; Hardt y Negri, 2002), han señalado sus potencialidades. Sin embargo, en la situación actual la producción y modulación social del generall intellect resulta extraña a los individuos, situándolos en una posición ajena en relación a la legitima(da) producción de conocimiento: "Importa el carácter exterior, social, colectivo que compete a la actividad intelectual una vez que ella deviene, según Marx, el verdadero resorte de la producción de riqueza (…) A excepción de estas páginas de Marx, al intelecto siempre le han sido atribuidas las características de la reserva y de la amenidad en relación a la esfera pública" (Virno, 2003: 29). Esta producción social, de manera homóloga al trabajo colectivo fabril en el sistema capitalista, se ha tornado apropiable.
Así el lenguaje, como los discursos científico-tecnológicos y su distribución genérica (en un common land social) está siendo privatizado y concentrado con efectos hegemónicos. La pregunta que puede hacerse aquí es cómo resistir a este proceso de concentración sin establecer una modulación totalitaria y, al mismo tiempo, aprovechar estos descubrimientos. No tenemos una respuesta para este gran desafío pero intentamos introducir interrogantes sobre algunas cuestiones necesarias para tener en cuenta: a. hegemonías epistémicas, b. distribución del conocimiento en la sociedad del conocimiento, c. potenciación de la producción colectiva.
b. Intercambios dis-cursivos
En esta segunda parte del ensayo transitaremos por el sendero (trilha) de autores clásicos y contemporáneos. Reconocemos en él múltiples recorridos, paradas, miradas, sin embargo, nos detendremos sólo allí donde consideramos que los elementos y reflexiones postuladas por los diferentes autores abonan a nuestra discusión acerca de la producción de conocimiento, el hacer de los productores, sus métodos y procesos de trabajo. En este sentido, resulta perentorio aclarar que no es nuestro objetivo presentar un estudio exhaustivo de la obra de los mismos sino colocar en diálogo, en intercambio dis-cursivo sus consideraciones tendiendo de esta manera un puente con nuestros interrogantes.
Trilha 1
En relación con la producción de conocimiento puede detectarse desde los autores clásicos que los aspectos metodológicos legitimadores de la disciplina científica conducen como posibilidad a una expropiación y concentración del conocimiento. En los programas del positivismo y el iluminismo, corrientes con gran influencia histórica, puede sintetizarse esta separación entre un saber consagrado y la base social que participa de la construcción del mismo. Estamos hablando de la utilización en ciencias sociales del saber acumulado, de la experiencia o de los efectos de lugar (Bourdieu, 1999), en la posibilidad de producción de conocimiento.
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A. Comte como fundador del positivismo entendía que la metodología de indagación de la ciencia debía subordinar la imaginación a la observación y la razón o especulación a los hechos. El orden intelectual para el autor devendría en orden social. Desde estos comienzos ciencia y orden social se encuentran entrelazados. "El verdadero espíritu positivo consiste, ante todo, en ver para prever, en estudiar lo que es, a fin de concluir de lo que será, según el dogma general de la invariabilidad de las leyes naturales" (Comte, 1844: 32).
El iluminismo, por su parte, deposita en la razón humana las bases para el desarrollo de la ciencia y el progreso poniendo énfasis en la individualidad como esfera de razón, autonomía y libertad (Lagorio, 2001). Sobre estos conceptos que van a ser cuestionados a partir de la primera y segunda posguerra interesa retomar el cuestionamiento realizado por la Escuela de Frankfurt.
Los aportes de Adorno y Horkheimer invitan a reflexionar sobre la autonomía proclamada por esta manera de razonar iluminista, ligando la producción de conocimiento con las condiciones técnicas que la posibilitan y con el plusvalor social para la reproducción del sistema. "El saber, que es poder, no conoce límites, ni en la esclavización de las criaturas ni en su fácil aquiescencia a los señores del mundo. Se halla a disposición tanto de todos los fines de la economía burguesa, en la fábrica y en el campo de batalla, como de todos los que quieran manipularlo, sin distinción de sus orígenes (…) La técnica es la esencia de tal saber. Dicho saber no tiende -sea en Oriente como en Occidentea los conceptos y a las imágenes, a la felicidad del conocimiento, sino al método, a la explotación del trabajo, al capital privado o estatal" (Horkheimer y Adorno, 1987: 16).
Entre los autores clásicos de la sociología puede tomarse, como lo hacemos aquí, fragmentos indicativos en la producción de Durkheim. Este autor no ignora los aspectos colectivos del pensamiento, la reflexión y la producción intelectual. Por un lado considera a las representaciones sociales como una fuente de conocimiento diseminada en la sociedad y encarnadas en los individuos, de este modo las categorías del pensamiento se construyen a través de la cooperación y comunión de los individuos: "Las representaciones colectivas son producto de una inmensa cooperación que se extiende no sólo en el espacio, sino también en el tiempo (…) para construirlas, una inmensa multitud de espíritus diferentes ha asociado, mezclado y combinado sus ideas y sus sentimientos; largas series de generaciones han acumulado allí su saber. Una intelectualidad muy especial más rica y más compleja que la del individuo, se encuentra allí concentrada" (Durkheim, 1912: 48).
A su vez Durkheim reconocería, tanto en las representaciones colectivas como en las elaboraciones conceptuales en la ciencia social, capacidad de producir verdad en su adecuación con la realidad; distinguiría sin embargo entre ambas la elaboración de validez metódica privativa del conocimiento científico. "Tenemos tendencia a pensar que, si el concepto es colectivo, es porque tiende a ser verdadero. Pero solamente los conceptos científicos revisten ese carácter. Los otros son elaborados sin método (…) Se puede contestar no obstante que las representaciones colectivas no están fuera de la verdad lógica. Su generalidad y su fijeza serían imposibles si fueran totalmente inadecuadas a la verdad. El control se hace mutuamente: las experiencias de todos los individuos se critican entre ellas. Los conceptos elaborados por la masa y los que elaboran los sabios no son de naturaleza esencialmente diferente" (Durkheim, 1955: 156-157).
En esta perspectiva entonces la cooperación se encuentra presente en estos dos niveles de producción social, lo que resulta inasible es el intercambio entre los mismos o la transferencia entre ellos. Esta separación es argumentada en la obra del autor a partir de "las reglas del método sociológico" que se fundamentan en una epistemología positivista. "Los fenómenos son cosas y deben ser tratados como tales (…) Basta considerar que son el único 'datum´ de que puede echar mano el sociólogo. En efecto es cosa todo lo que es dado, todo lo que se ofrece, o mejor, lo que se impone a la observación. Tratar los fenómenos como cosas es tratarlos como 'datos´" (Durkheim, 1894: 54-55).
Por un lado Durkheim plantea a partir de sus premisas metodológicas la aprehensión del dato por medio de la transformación de lo social en coseidad, por otro, entiende que resulta necesaria la realización de una transferencia del cientista a las masas, y la manera que propone para propiciar dicho encuentro es por medio de instrumentos pedagógicos y de divulgación7.
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El reconocimiento del valor del saber del otro queda entonces fraguado en la formulación de estas reglas y se complementa con una noción unilateral para la producción de la transferencia. Estas nociones epistemológicas son en cierta medida cuestionadas por Max Weber, otro autor en el que recalamos en este sendero. Por un lado, Weber establece un distanciamiento de la epistemología positivista: destaca la complejidad de la vida social y la multicausalidad de los fenómenos socioculturales, propone una perspectiva que complemente la explicación causal con la comprensión de los sentidos de la acción social y reconoce la subjetividad del investigador puesta en juego en la producción de conocimiento.
La metodología que propone se basa en la conformación de tipos ideales entendidos como construcciones que el investigador ensaya para comprobar conexiones causales. "Respecto de la investigación, el concepto típico ideal pretende guiar el juicio de imputación: no es una "hipótesis", pero quiere señalar una orientación a la formación de hipótesis. No constituye una exposición de la realidad, pero quiere representar medios de expresión unívocos para representarla (…) Se obtiene mediante el realce unilateral de uno o de varios puntos de vista y la reunión de una multitud de fenómenos singulares, difusos y discretos, que se presentan en mayor medida en unas partes que en otras o que aparecen de manera esporádica, fenómenos que encajan en aquellos puntos de vista, escogidos unilateralmente, en un cuadro conceptual en sí unitario" (Weber, 1968: 79).
Weber continua indicando que paralelamente a la estrategia de construcción de tipos ideales, el investigador debe abocarse a la labor historiográfica y contrastar en qué medida los casos analizados se acercan o se alejan de los tipos conformados. En estas recomendaciones estos casos son aprehendidos mediante la noción de individuos históricos. Naishtat define de la siguiente manera este abordaje que fuera categorizado como individualismo metodológico: "Se entiende por individualismo metodológico la siguiente regla referida al método de las ciencias sociales: que el explanans de toda explicación social se limite a conceptos de primer orden, es decir, de individuos humanos, incluyendo sus orientaciones subjetivas en la acción -sus esperanzas, temores, creencias, deseos, y valores respectivos-, como así mismo sus expectativas referidas a las acciones de otros individuos" (Naishtat, 1998: 61).
Puede decirse que en esta metodología subyace una influencia iluminista o bien un solipsismo metodológico en tanto no se proponen metodologías colectivas o participativas de aprehensión del sentido de la acción de los sujetos sociales, al parecer la comprensión propuesta por Weber queda truncada por la función del interpretador, traductor del sentido de la acción de otros que corresponde al investigador8.
Por otra parte el saber de los sujetos es apreciado en tanto conocimiento para sí, es decir, a partir de la valoración que demuestran en los motivos de acción pero no en tanto aportantes a la interpretación propuesta en la producción de conocimiento científico9.
Trilha 2
Los interrogantes que hemos abierto con la revisión de las propuestas epistemo-metodológicas de autores clásicos, nos invitan a retomar las cuestiones referentes a los diversos obstáculos y limitaciones identificados en las prácticas y métodos de investigación que continúan vigentes. No se trata aquí de invalidar los métodos clásicos, si no de analizar críticamente por medio de reflexiones que permitan repensarlos y generar nuevas alternativas. Así, al revisar la tradición clásica, Gouldner (1970) advierte que el conocimiento es concebido, desde el positivismo, como el producto de la elaboración de registros sobre la realidad contemplada como un hecho exterior -lo que es-, aprehensible mediante la puesta en práctica del dualismo metodológico.
De este modo la instrumentación del conocimiento como tecnología de control reifica al otro, cuyo saber, inquietudes o competencias sobre lo social, no sólo es negado, sino que, en tanto la información comporta un atributo cultural, puede obtenerse en forma despersonalizada, prescindiendo de los interrogantes y necesidades de los individuos como tales. Al analizar críticamente el dualismo metodológico -esto es, el divorcio entre sujeto y objeto de estudio, como canon sine qua non de rigurosidad científica-, lo que Gouldner intenta evidenciar es la función que éste cumple respecto al método que subyace al funcionamiento institucional e institucionalizado de la sociología, por cuanto, al estar inserta en un sistema social donde prima la distribución desigual de recompensas en forma selectiva como dispositivo central de control, no se encuentra exenta de su lógica. "Una elite hegemónica no busca ni utiliza solamente el poder, sino también una autoridad enraizada en la disposición de los demás a creer en sus buenas intenciones, a cesar sus disputas cuando aquella anuncia sus decisiones, a aceptar su concepción de la realidad y a rechazar las alternativas que diverjan del statu quo. La estrategia más eficaz con que cuenta cualquier sistema social estable y sus elites hegemónicas para inducir a esa conformidad es hacerla beneficiosa" (Gouldner, 1970: 451).
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A partir de esto, por lo tanto, es posible pensar que mediante la instalación del un fetichismo metodológico en las ciencias sociales, se opera la instauración de ficciones que ocultarían mecanismos de control sobre ellas, los fines reales a los que tributan y al poder hegemónico que absorbe del conocimiento producido como información. Sin embargo, al detenernos en las propuestas de la sociología reflexiva, puede observarse que su planteo se encuentra atravesado por las mismas dificultades que denuncia ya que, si bien reconoce la imposición externa de un orden competitivo en las prácticas productivas al interior de la sociología, al acotarlas al cientista social como sujeto de conocimiento, ignora tanto la cooperación despótica como el carácter colectivo y, por lo tanto, aquello que es apropiable, es decir el surplus cognoscitivo, con lo cual se trunca parcialmente la posibilidad de plantear alternativas necesarias frente a la crisis de la sociología occidental.
Así plantea finalmente una solución individual a un problema que compromete al colectivo cooperante y con ello se reproduce la -ilusoria- segmentación al interior de la producción de conocimiento. "La misión histórica de una sociología reflexiva tal como yo la concibo sería (…) transformar al sociólogo, penetrar profundamente en su vida y su labor diaria, enriquecerlo con nuevas sensibilidades y elevar su conciencia a un nuevo nivel histórico" (Gouldner, 1970: 444) "Como programa para una sociología reflexiva (…) lo que se necesita es nueva praxis que transforme a la persona del sociólogo (…) el objetivo final de una sociología reflexiva es profundizar la propia conciencia del sociólogo, acerca de quién es y lo que es (…) y de cómo su rol social y su praxis personal afectan su obra como sociólogo (…) ahondar la autoconciencia del sociólogo y su capacidad de elaborar elementos de información válidos y confiables acerca del mundo social de otros (…) exige una persistente adhesión al valor de esa conciencia que se expresa a través de todas las etapas de trabajo (…)" (Gouldner, 1970: 448)
Por otra parte, la ruptura con el dualismo metodológico, en los términos que el autor la propone -aceptación de la semejanza con el otro, su habilidad, competencia y talento en la comprensión de lo social, así como su consideración en instancias ejecutivas- puede ser considerada como un punto inicial en la búsqueda de formas diferenciadoras, de reducción de la asimetría y convergencia en la relación entre el cientista social y los otros. Empero, la parcialidad dada a la primacía que otorga a la reflexividad del sujeto científico en la relación para con los otros, sin formular prácticas especificas en la relación reflexiva con estos, tiende más a la objetivización del propio observador que a la asunción de la subjetividad de los observados (Callejo, 1998: 40).
La tradición clásica representa, según Wright Mills, una promesa que no será cumplida hasta tanto no aceptemos sus limitaciones actuales10. Dicha empresa, requiere de la reformulación de prácticas investigativas, sus usos culturales y sentido político teniendo en cuenta aquello que diferencia al técnico del sociólogo: su imaginación creadora y creativa. La imaginación sociológica no es privativa de la comunidad intelectual, aunque esta se sienta inclinada por su propio interés a desarrollarla. Los "individuos corrientes" (Wright Mills, 1977: 23) tienen inquietudes personales y es justamente la imaginación sociológica la que permite comprender el escenario más amplio en el cual tiene lugar la experiencia individual, la intersección entre historia y biografía.
Aceptar la sustitución de los métodos por la metodología, que generalmente se opera, implica anular la imaginación sociológica y relegar su actividad y producción al ámbito técnico-ingenieril, dejando de lado la creación artesanal de nuevas alternativas que se adapten a los desafíos que enfrentamos en la actualidad.
Sin embargo, W. Mills nos coloca en el borde del dilema, ya que sin variar el encuadre investigadorinvestigado, la crítica sobre la utilización incuestionada de una metodología postulada como única opción científicamente válida para la producción de conocimiento queda sesgada. A pesar de la apertura plasmada en las críticas de estos autores, el anclaje en torno a lo externo o interno en la investigación sociológica clásica continúa ocupando centralidad, con lo cual se retroalimentan -pensamos- las dificultades para imaginar una ruptura en dirección de una metodología más abarcativa, por ello la imaginación sociológica nos incita aún a abrir nuevos senderos.
Trilha 3
Si bien las perspectivas puestas en diálogo en las trilhas anteriores resultan un punto de partida en el análisis, nuestra hipótesis señala que en la evolución de las prácticas de investigación las fisuras mencionadas se heredan, se reproducen, se mantienen latentes en el proceso de trabajo del investigador. Esta afirmación no desconoce las reflexiones que diversos autores contemporáneos han realizado en derredor del tema, problematizando y enunciando las fallas que emergen del proceso de trabajo, de la naturaleza de la relación que se establece entre el investigador social y su objeto de estudio, de la transferencia de los productos o acerca de la distribución del saber. Sobre estos puntos continuamos este diálogo imaginario con los autores.
Una aproximación al modus operandi de la sociología de Pierre Bourdieu nos brinda algunos elementos para reflexionar acerca del método en la producción de conocimientos. A. Gutiérrez ha expresado en una fórmula las reglas que este intelectual propone para comprender las prácticas de los agentes sociales así como las propias prácticas del investigador: "Conocimiento de los mecanismos y de los sentidos + autosocioanálisis asistido + autosocioanálisis propio (objetivación del sujeto objetivante) = posibilidad de actuar y obligación de hacerlo..." (Gutiérrez, 2000: 19).
Así, Bourdieu señala un camino a transitar al proponer un punto de encuentro entre sujeto y sujeto-objeto de conocimiento a través del autosocioanálisis asistido, inaugurando un proceso interactivo y dialógico entre el investigador y los sujetos de investigación en el proceso de producción de conocimiento. Sin embargo, nos deja abiertos al menos dos interrogantes: el primero, vinculado con la relación asimétrica que subyace al método -el investigador actúa como guía a la vez que reside en él la posibilidad de acción-; el segundo, relativo a la apropiación del conocimiento, es decir, la disputa por la autoridad científica como capacidad de hablar y de actuar legítimamente en materia de ciencia.
Por otra parte, en una de sus últimas conferencias, P. Bourdieu ha avanzado en la crítica a las prácticas del investigador, en especial en lo que respecta a la cuestión de la neutralidad a partir del reconocimiento de una creciente dominación del capital cultural por el capital económico, a la cuestión del distanciamiento, en virtud de las nuevas necesidades sociales y, finalmente, a la necesidad de romper con la actual organización del trabajo y la preeminencia de la producción individual en post de adecuarse a las exigencias de competitividad en el campo académico. "(...) Me parece necesario, para concluir, llamar a los investigadores a movilizarse para defender su autonomía y para imponer los valores ligados a su oficio.
Diciendo esto tengo conciencia de exponerme a chocar con aquellos que, eligiendo las facilidades virtuosas del encierro en su torre de marfil, ven en la intervención fuera de la esfera académica una peligrosa falta a la famosa 'neutralidad axiológica' identificada con razón o sin ella, a la neutralidad científica. (...) es que sólo esta suerte de intelectual colectivo me parece capaz, hoy de inventar y de imponer, en lazos con sindicatos, las asociaciones, y todos los grupos en lucha, una Realpolitik de la razón, una política de intervención en el mundo social que obedezca, tanto como sea posible, a las reglas en vigor en el campo científico; capaz, también, de hacer entrar en el debate público, donde están trágicamente ausentes, las conquistas más avanzadas de la ciencia... (...) Quisiera para terminar, decir que mi primera contribución a la empresa colectiva que requiero con deseo, podría ser, no la de proponer aunque más no fuese el esbozo de un programa de acción, sino la de apelar y la de trabajar en la invención de la organización del trabajo que es necesaria para producir el intelectual colectivo interdisciplinario e internacional, que será capaz de producir tal programa.
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En otros términos, la tarea más urgente es la de encontrar los medios materiales, económicos y también intelectuales, en primer lugar, para incitar a todos los investigadores competente y de buena voluntad a aceptar entrar en el juego de la investigación colectiva, y unir sus esfuerzos para proponer, discutir, elaborar e imponer colectivamente un conjunto de problemas y posiciones progresistas que hoy no existen sino en el estado virtual de pensamientos privados y aislados..." (Bourdieu, 2000: 34-37).
Esta reflexión nos invita a redescubrir tanto el plusvalor de la cooperación en el proceso de trabajo del investigador como la necesidad de crear puentes entre las ciencias sociales, la política, la ciudadanía. Y en este sentido, el desafío que se impone a futuro indudablemente es romper con el aislamiento que impone la división del trabajo, la especialización y los métodos positivos de investigación.
Asimismo, el recorrido por este sendero de autores contemporáneos conduce a introducir las palabras de M. Foucault, tributario de las ciencias sociales, quien abona a la discusión a partir de su crítica a las disciplinas: "las disciplinas tienen su discurso. Son (...) creadoras de aparatos de saber y de múltiples dominaciones de conocimiento. Son extraordinariamente inventivas en el orden de los aparatos que forman saber y conocimientos. (...) las disciplinas conllevarán un discurso que será el de la regla, no el de la regla jurídica derivada de la soberanía, sino el de la regla natural, es decir, el de la norma. Definirán un código que no será el de la ley sino el de la normalización, se referirán a un horizonte teórico que no serán las construcciones del derecho, sino el campo de las ciencias humanas, y su jurisprudencia será la de un saber clínico" (Foucault, 1976b: 159). En nuestra perspectiva, este análisis interpela acerca de la posibilidad de pensar las ciencias humanas no ya como mecanismos de dominación, sino como discursos capaces de dialogar, de aceptar las diferencias, de coproducir códigos.
Por otra parte, M. Foucault contribuye a la discusión central de este ensayo referente al hacer de los productores, sus métodos y procesos de trabajo a partir de su reflexión acerca de la relación entre los intelectuales, la sociedad, el saber y el poder: "(...) los intelectuales han descubierto, después de las recientes luchas, que las masas no los necesitan para saber; ellas saben perfectamente, claramente, mucho mejor que ellos; y además lo dicen muy bien. Sin embargo, existe un sistema de poder que intercepta, prohibe, invalida ese discurso y ese saber. Poder que no está tan solo en las instancias superiores de la censura, sino que penetra de un modo profundo, muy sutilmente, en toda la red de la sociedad. Ellos mismos, los intelectuales, forman parte de ese sistema de poder, la propia idea de que son los agentes de la 'conciencia' y del discurso forma parte de ese sistema.
El papel del intelectual ya no consiste en colocarse 'un poco adelante o al lado' para decir la verdad muda de todos; más bien consiste en luchar contra las formas de poder allí donde es a la vez su objeto e instrumento: en el orden del 'saber', de la 'verdad', de la 'conciencia', del 'discurso'" (Deleuze y Foucault, 1972: 9). Y luego también dirá: "El intelectual no puede seguir desempeñando el papel de dar consejos. El proceso, las tácticas, los objetivos deben proporcionárselos aquellos que luchan y forcejean para encontrarlos. Lo que el intelectual puede hacer es dar instrumentos de análisis, y en la actualidad este es esencialmente el papel del historiador" (Foucault, 1975: 117).
La microfísica del poder, penetra el método de producción de conocimientos, y nos presenta un esquema explicativo complejo acerca de la distribución del saber -o de su falta-, de la revalorización de la función iluminista de los intelectuales, de la dificultad, una vez más, de establecer nexos entre el saber científico y el saber popular. Estas proclamas, estos enunciados acerca de la necesidad de un investigador colectivo, del diseño de un nuevo rol para el cientista social nos presentan, simultáneamente, una pregunta y un desafío, así nos interrogamos acerca de cuál será el método que estos autores piensan para esa práctica, a la vez que nos planteamos el desafío de la empresa colectiva y del saber coproductivo.
c. Coproducir, significados, lógicas y prácticas investigativas
Antes de avanzar, conviene reiterar nuestra convicción en dos cuestiones, una es que al referirnos a la coproducción investigativa se reconocen antecedentes privilegiados tanto en las propuestas transdisciplinarias e interdisciplinarias complejas (Morin, 1990; García, 1994), como en la pedagogía de la pregunta freireana, como en el desarrollo pionero de la investigación acción participativa (Fals Borda, 198711) y otra cuestión básica es que esta metodología no intenta sustituir las más difundidas cuanti-cualitativas en la sociología y las ciencias sociales, en muchos puntos se torna complementaria, en otros como pensamos se constituye en una alternativa teórico-práctica.
Ello no oculta que, coincidiendo con Irene Vasilachis postulemos, como investigadores, participar de paradigmas emergentes12 donde el conocimiento del sujeto a investigar quede en posibilidad de participar críticamente. Para referirnos a la acción de la coproducción investigativa debemos distinguir entonces dos planos que permanentemente hemos tratado de sugerir, una latencia colectiva en todo tipo de producción de conocimientos y un plano dirigido a la apropiación del producto de ese proceso colectivo, ya sea molecular ya sea molar13. En este campo se distinguen a su vez tres atributos, el pensamiento colectivo, la producción política del saber y el proceso de trabajo.
Podríamos partir de una afirmación: el pensamiento no ocurre en soledad14. Desde un punto de vista epistemológico Ricardo Maliandi expresa: "Sostener la dialogicidad de la razón obliga a abandonar la vieja creencia de que nuestros razonamientos se desarrollan dentro de nuestras cabezas individuales, aunque haya o no comunicación dialógica con otras cabezas individuales. Esa creencia junto con su correspondiente actitud, es considerada hoy como `solipsismo metódico´, y en ella se da por supuesto que desde nuestro `yo´ pensante, en soledad (es decir, al margen de nuestra inserción en una comunidad de comunicación), podemos razonar y hallar todo tipo de verdades.
Se incurre en el mencionado solipsismo cuando no se advierte que el sentido y la validez de lo que pensamos dependen del intercambio comunicativo con interlocutores reales o potenciales. Se lo evita, en cambio, cuando se admite que cada uno de nosotros vehiculiza pensamientos o razonamientos elaborados por un medio comunitario, y, en definitiva, por la humanidad" (2000: 68- 69).
Esta cita le otorga un elemento radical a esta cuestión fundante, como también lo expresa Nancy precediendo al texto Communitas de Esposito: "Es evidente que nosotros somos juntos (de otro modo no habría nadie para leer esto, que tampoco sería escrito, menos aún publicado y, por ende, comunicado). Es evidente que nosotros existimos indisociables de nuestra sociedad, si se entiende por ello no nuestras organizaciones ni nuestras instituciones, sino nuestra sociación, la cual es mucho más que una asociación y algo muy distinto de ella (...), es una condición coexistente que nos es co-esencial." (2003:13).
Estimamos que no es necesario extremar sobre entidades polarizadas ya que el pensamiento subjetivo y el pensamiento colectivo se suponen inescindibles, bastaría reconocer que el pensamiento colectivo subsiste y podría ser incorporado como alternativa complementaria en la acción investigativa. El aspecto político que citábamos como zona a explorar, se entiende aquí que nos referimos a las cuestiones del poder orientados por el enfoque foucaultiano, trata de comprender que la investigación pone en juego el poder tanto en su exterioridad como en su interioridad. Lo que importa aquí, además de repensar el destino y la transferencia de conocimientos para la sociedad, imaginario social siempre incompleto e imposible, comentar que su producción y distribución se encuentra sesgada, escotomizada, por un lado.
Por otro que la utilización del saber deberá ser traducido, aún cuando su destino constituya ese para de aplicación científica, nuevamente una representación imposible. Así en ese interior se enfrentan dos trabajadores, el investigador y el trabajador investigado, en la medida que el método impone la invisibilización del investigado, se produce una succión de conocimiento por una parte y una pérdida de plusvalor por la otra, que la cooperación (asimétrica) impone. Poder y saber, se reflejan en el interior no dicho del proceso de trabajo que dispone el método "neutral" y objetivo. Cabe entonces interrogarse acerca de los efectos políticos de la apropiación: "El general intellect, o intelecto público, si no devienen república, esfera pública, comunidad política, multiplica localmente las formas de la sumisión" (Virno, 2003: 33).
El interrogante acerca de la productividad creativa, producción y apropiación del general intellect abarca entonces un sentido semántico amplio que difumina los límites prescriptivos de la metodología, otorgando complejidad a los procesos de reconocimiento y producción del pensamiento colectivo.
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La coproducción investigativa se propone entonces mover, un poco al menos, estas barreras del pensamiento en soledad, el poder asimétrico sobre el investigado (encuestado, entrevistado, caso, dato, etc.) y revertir en el proceso de trabajo investigativo la cooperación despótica, multiplicando, por hipótesis, la potencialidad de la cooperación en su carácter esencial de producir plusvalor del trabajo colectivo. Lo que importa es rescatar (recuperar) metodológicamente esta potencialidad del con que puede reemplazar alternativamente al para.
d. Acerca del juego de verdad y el método como discurso
"65 mineros atrapados: El gobierno mexicano espera hacer contacto este miércoles con los mineros atrapados desde el domingo en una mina a 150 metros bajo tierra, dijo en entrevista radiofónica el secretario de Trabajo: 'Estamos más cerca que nunca y hoy están modificando la concentración de gases para poder avanzar más rápido, están inyectando aire, o sea que con mucha probabilidad hoy a medio día ya podamos ´ hacer contacto con los mineros, incomunicados tras la explosión en la mina Pasta de Conchos, ubicada en San Juan de Sabinas, Coahuila, norte de México, dijo. (...)
Para enfrentar la tragedia, había dicho que los primeros contactos con los mineros se lograrían el pasado martes, sin embargo otro derrumbe hizo necesario volver a cavar con picos y palas, debido a la amenaza que representa la maquinaria pesada ante la presencia de gas en el ambiente." (Página 12, 22-2-06). "El trágico fin de los mineros mexicanos: Mientras los 65 mineros morían (quien sabe si en el momento de la explosión o posteriormente en atroz tortura, lo que sólo podría saberse si continuara la cara, peligrosa y quizás inútil búsqueda) (...) hoy tiene(n) interés en tapar 'el pozo´ cuanto antes para que no se investiguen (...) condiciones que provocaron la tragedia de los mineros mexicanos." (Red Voltairenet.org, 8-3-06).
Qué es el saber, dónde debe colocarse la interrogación, cuál es el método, quién es el sujeto de interrogación. El problema es permanente y está bien que así lo sea: el saber se acumula, el saber se distribuye, el conocimiento es provisorio, siempre ha constituido un juego de verdad (Foucault, 1986), un consenso entre determinados sujetos que acuerdan un paradigma de comprensión y prueba (Kuhn, 1962; Sousa Santos, 2003), una asimilación del escotoma.
Pero en cualquier caso constituye una fuerza. La observación de Horkheimer (1932) ha sido significativa al respecto, la ciencia participa de la vida social y constituye por sobre todo una fuerza y un medio de producción: "La ciencia, en la teoría de la sociedad sostenida por Marx, figura entre las fuerzas productivas del hombre.
La ciencia hace posible el sistema industrial moderno, ya como condición de carácter dinámico del pensamiento -carácter que, en los últimos siglos, se ha desarrollado con ella-, ya como configuración de conocimientos simples acerca de la naturaleza y del mundo humano -conocimientos que, en los países adelantados, están al alcance incluso de los miembros de los estratos sociales más bajos-, y no menos como componente de la capacidad espiritual del investigador, cuyos descubrimientos contribuyen a determinar, en modo decisivo, la forma de vida social.
En la medida en que la ciencia existe como medio para la producción de valores sociales, es decir, se halla formulada según métodos de producción, ella también tiene el papel de un medio de producción" (Horkheimer, 1974: 15).
Los mineros de Coahuila, u otros casos paradigmáticos pueden (deben) constituir iconos de reflexión; en las tragedias laborales se trata, nos preguntamos, de una carencia de conocimientos o quizás de una forma determinada de producir la distribución de saberes. La distribución de las formas que asume el trabajo no son ajenas al avance científico y a sus modos de apropiación15. Hallamos al respecto una estructura muy densa en el planteo de Horkheimer, que retoma el acervo clásico, ya que si la fuerza productiva del saber queda integrada a la fuerza productiva del trabajo material, cabe preguntarse cómo se constituye hasta hoy el método de producción científica que no puede (como forma de poder) prever su destino escindente (alienado) en la distribución, participando entonces de una combinación de territorios vedados (Gouldner, 1970).
Conviene ya sin más abocarnos a la praxis, praxis como hacer político y proceso de trabajo que hemos colocado en diálogo imaginario. No se trata de instalar un nuevo contrapunto (Durkheim-Guiddens16) acerca de las reglas del método sino de criterios que podrían fundar una práctica coproductiva y sus potencialidades. Así distinguimos dos procesos como puntos iniciales, el encuentro discursivo y la centralidad del proceso de interrogación.
El proceso investigativo parte de supuestos, no siempre explicitados, acerca de la existencia de dos tipos de asimetría: el poder científico acumulado y el saber sobre el objeto de interrogación que posee el propio sujeto investigado. Uno y otro saber se presentan necesarios y complementarios, sin duda especialmente en la ciencia social aplicada y empírica. Ahora bien el método positivista inhibe al investigado para desplegar su saber más allá de la métrica experimental o censal aplicada a él, el investigador queda inhibido a su vez de explicitar el encuentro discursivo.
El dato no tiene existencia sin esta dialéctica real (García, 1994), sobre la cual se asienta la ficción de unilateralidad del investigador sobre esa bilateralidad material. Cabe entonces aquí fijar una práctica de profundización que aprehendiera por un lado la cooperación entre investigadores y por la otro al poseedor del saber interrogado, transformándolos metodológicamente en coproductores. Las asimetrías quizás no serán nunca superables, pero puede operarse sobre ellas éticamente para reducir el extrañamiento que supone la práctica investigativa, especialmente en los estudios sociales cuya teleología está destinada a los actores investigados.
De ahí se deduce lógicamente que se trata de iniciar un largo proceso que de ningún modo puede superarse con las técnicas de consulta, se trata de poner en marcha un (largo) proceso coproductivo por medio de un colectivo productor de conocimientos, que requerirá nuevos diseños técnicos17. Se sigue que al proceso del encuentro discursivo, en el marco de una lógica y una ética convergente (Maliandi, 2000), la argumentación cumple un rol relevante, pero ella no puede instalarse más que como punto de partida El juego de verdad ya no constituye un producto final sino una dinámica permanente, la argumentación debe admitir la posibilidad de la crítica; los productores se encuentran asociados en cualquier caso, lo que cabe es que su conexión se amplifique.
El investigador en este caso al reconocer las mutuas asimetrías, cede paso a una cuestión metodológica al propulsar la capacidad de mutua interrogación, la regla -si existiera- debería iniciarse en este hueco y la diversidad conceptual, teórica y metodológica debería provocar ante todo la pregunta (García, 1994). La producción (creación) de conocimientos en esta línea no es una presentación argumentativa apriorística sino un trayecto de descubrimiento, codescubrimiento. Ahora bien, tenemos los dos procesos: encuentro e interrogación, cabe agregar en el diseño de este primer segmento metódico, parte esencial de su sustancia: el proceso social de trabajo que lo materializa. En este sentido reconocemos avances en las propuestas ya sea interdisciplinarias, transdisciplinarias, como en la investigación acción participativa.
La condición que se subraya aquí es la constitución material encarnada en colectivos de cotrabajo de mediano y largo plazo, los colectivos así instituyen dispositivos coproductivos. El dispositivo no coproduce en un trayecto lineal, se formula y reformula permanentemente, instala en la práctica cotidiana un ejercicio de deconstrucción y reconstrucción a partir de la crítica del material que investiga. El dispositivo que tiene como objetivo dinamizar los procesos antedichos se aloja en el lugar (Bourdieu, 1999) mismo, intenta de este modo acortar la distancia entre procesos productivos y laboratorio de análisis social.
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El dispositivo debe soportar el rigor del encuentro discursivo y la interrogación como propulsoras de motivaciones, pero al mismo tiempo de gran complejidad entre las tensiones-producciones de lo colectivo y subjetivo, de lo instituido e instituyente, de lo inmediato e histórico, de los contenidos y de sus lógicas subyacentes. El encuentro posee densidad en volumen (profundidad) y proyecciones temporales. De modo que siempre se juega la verdad y la práctica, la cotidianidad y la trascendencia, tanto como una situación hologramática acerca de las representaciones sociales como porque se ponen en juego dentro del dispositivo ensayos moleculares de fragmentos de una utopía acerca de la democratización del descubrimiento.
e. Conclusiones inconclusas
El objetivo de este ensayo se ha dirigido a profundizar el debate acerca de la producción de conocimiento sociológico desde la perspectiva de los procesos de trabajo. Para ello hemos iniciado la elaboración produciendo imágenes especulares desde las clásicas interpretaciones de las organizaciones productivas que distinguen al capitalismo como sistema, para pasar a reflexionar sobre los posibles isomorfismos de la producción intelectual. De este modo descubrimos sus caracteres homólogos referidos a la división del trabajo, asalarización y cooperación.
En este sentido los interrogantes que se abren ya no sólo se refieren a la neutralidad política de los conocimientos sino también a la necesidad de explorar la materialidad de los procesos de trabajo que subyacen a todo el proceso de descubrimiento e intento de transformación de la realidad social18. Así pareció oportuno colocar en diálogo, en intercambio discursivo, elementos básicos de consideración que postularon fundadores acerca de lo colectivo, de los métodos o reglas de investigación social y acerca de su práctica. Hemos tendido así un puente entre concepciones y criterios metodológicos y las situaciones de borde que plantean autores contemporáneos.
Nuestra primera conclusión es que en determinadas posturas clásicas la noción de colectivo y producción de pensamiento colectivo están presentes, sin embargo en el desarrollo de las reglas o su aplicación práctica se abre una fisura, que pasa de lo social al solipsismo metodológico (Maliandi, 2000). Esta fisura queda opacada junto con los procesos de trabajo que materializan la acción del conocer sociológico, se produce así un vacío, que más que una carencia se torna una producción activa. Así pensamos estableciendo un diálogo con otros autores, que señalan este borde al poner en crítica el saber disciplinario y sus relaciones con el poder y el juego de verdad, como así la necesidad de crear redes de productores colectivos de conocimiento. Este es el desafío frente al riesgo de la fragmentación de conocimientos, frente a las limitaciones del cambio social, frente a la imposibilidad de dar respuestas unilaterales.
Queda demostrado que el "pensamiento no ocurre en soledad", sino que ocurre en el diálogo, metafóricamente entre cobebedores que participan en el symposium (Marí, 2001). Ahora bien, nos interrogamos si es posible traducir este antecedente implícito y necesario en la acción del conocimiento en una acción metodológica, no se trata de ningún modo de sustituir el descubrimiento subjetivo, sino por el contrario de potenciarlo y abrir alternativas complementarias de investigaciones coproductivas.
Notas
1 Al respecto Eliseo Verón afirmaba: "El modo de producción de conocimientos en que se ha articulado, durante el período de su formación en nuestros países, la práctica de la sociología 'moderna´, puede ser descripto como heterónomo o dependiente. ¿Qué entendemos por dependencia o heteronomía? Debemos definirla en términos de las relaciones entre componentes del sistema de producción de conocimientos. Estas relaciones se manifiestan en el proceso de investigación que no es otra cosa que el núcleo de la praxis científica: un proceso de trabajo." (Verón, 1974: 181).
2 Estas experiencias se refieren al desarrollo de dispositivos de coproducción investigativa en las áreas de salud mental, laboral, tutelar y comunitario en el marco del proyecto UBACyT S015: "Exclusión - extinción social y procesos de trabajo institucionales. Dispositivos de intervención transdisciplinarios" (IIGG-FCS-UBA) que a la vez ha dado la continuidad a una sucesión de proyectos UBACYT (CS008; TS05; S008) iniciados en el año 1998. Al respecto consúltese entre otras publicaciones: Bialakowsky, A. L.; Reynals, C.; Zagami, M.; Crudi, R.; Costa, M. I. y Haimovici, N. M. (2004), "Procesos sociales de exclusión-extinción. Comprender y coproducir en las prácticas institucionales en Núcleos Urbanos Segregados", en Mota Díaz, L. y Cattani, A. D. (coord.), Desigualdad, pobreza, exclusión y vulnerabilidad en América Latina. Nuevas perspectivas analíticas, Editorial Cigome S.A., México. Al respecto véase complementariamente la crítica realizada por Susana Murillo, sobre esta propuesta y sus fundamentos epistemológicos en: "Reseña: Los nuevos rostros de la vieja cuestión social. Efectos humanos, debates en ciencias sociales y en políticas públicas" en Convergencia, Año 12, Número 38, mayo-agosto de 2005.
3 Por trilha puede entenderse: vereda, senda, trilla, trillo, carril, en la Amazonia este vocablo se utiliza para hacer referencia a los senderos o picadas abiertos en la floresta (selva), en castellano trilla remite al proceso de agricultura que permite separar el grano. Aquí metafóricamente se le otorga el énfasis asignado como sendero.
4 El proceso de trabajo desde esta perspectiva implica la cooperación que genera "la forma de trabajo de muchos que, en el mismo lugar y en equipo, trabajan planificadamente" (Marx, 1867; 395) Así, "el trabajo individual de cada uno como parte del trabajo colectivo represente fases diversas del proceso laboral mismo, recorridas con más rapidez por el objeto de trabajo gracias a la cooperación" (Marx, 1867; 397). "Por lo demás, la cooperación entre los asalariados no es nada más que un efecto del capital que los emplea simultáneamente. La conexión entre sus funciones, su unidad como cuerpo productivo global, radica fuera de ellos, en el capital, que lo reúne y los mantiene cohesionados" (Marx, 1867; 403). De este modo el trabajo se les presenta a los trabajadores como un plan ajeno y despótico (Marx, 1867).
5 "(Las máquinas) Son órganos del cerebro humano creados por la mano humana; fuerza objetivada del conocimiento. El desarrollo del capital fixe revela hasta qué punto el conocimiento o knowledge (saber) social general se ha convertido en fuerza productiva inmediata, y, por lo tanto, hasta qué punto las condiciones del proceso de vida social misma ha entrado bajo los controles del general intellect (intelecto colectivo) y remodeladas conforme al mismo. Hasta qué punto las fuerzas productivas sociales son traducidas no sólo en la forma del conocimiento, sino como órganos inmediatos de la práctica social, del proceso vital real." (Marx, 1972, V. 2: 230).
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6 Al respecto Virno, por ejemplo, propone una actualización conceptual: "El general intellect es el saber social devenido principal fuerza productiva; es el conjunto de los paradigmas epistémicos, lenguajes artificiales, constelaciones conceptuales que rigen la comunicación social y las formas de vida" (Virno, 95: 2003). Así, en esta concepción el general intellect en tanto fuerza productiva no se hallaría fundamentalmente plasmada en fuerza de trabajo acumulada (maquinaria) sino en el trabajo vivo, en la interacción comunicativa: "…en forma de paradigmas epistémicos, performances dialógicas, juegos lingüísticos. Dicho en otros términos, el intelecto público se identifica con la cooperación, con el actuar concertadamente del trabajo vivo, con la competencia comunicativa de los individuos" (Virno, 65: 2003).
7 "Es sobre todo, desde mi punto de vista, por medio del libro, la conferencia, las obras de educación popular que debe ejercerse nuestra acción. Debemos ser, antes que nada, consejeros, educadores. Estamos hechos para ayudar a nuestros contemporáneos a reconocerse en sus ideas y en sus sentimientos antes que para gobernarles" (Durkheim, 1950: 302).
8 A propósito a su vez Naishtat recoge una cita de Weber en la que el autor reconoce: "Si, en definitiva, me hice sociólogo -como lo indica el decretote mi nombramiento- ha sido esencialmente con objeto de poner término a esos ejercicios a base de conceptos colectivos, cuyo espectro no cesa de merodear. En otras palabras, tampoco la sociología puede proceder sino de las acciones de uno, de algunos o de numerosos individuos separados. Por eso se encuentra obligada a encontrar métodos estrictamente individualistas" (Weber, citado en Naishtat, 1998: 62-63: Mommsen, 1965: 25).
9 Resulta interesante recoger dos rastros en las huellas del discurso weberiano, así Weber sostendrá respecto de la educación e investigación en las Universidades: " (...) siguiendo patrones americanos. Los grandes institutos Institutos de Medicina y de Ciencias se han convertido en empresas de 'capitalismo de Estado´, No pueden realizar su labor sin medios de gran envergadura y con esto se produce en ellos la misma situación que en todos aquellos lugares en los que interviene la empresa capitalista: la 'separación del trabajador y de los medios de producción´. (...) Su situación es frecuentemente tan precaria como cualquier otra existencia 'proletaroide´, como le ocurre también al assistant de la Universidad americana. (En páginas siguientes afirma) (...) la democracia está bien dentro de su propio ámbito, pero la educación científica, por tradición, hemos de procurar en las Universidades.-
Fuente: Laboratorio Online / año VII . número 19 . Otoño / Invierno 2006
ISSN : 1515-6370 Instituto de Investigaciones "Gino Germani" Facultad de Ciencias Sociales Universidad de Buenos Aires - Argentina
*Alberto L. Bialakowsky
Director del Proyecto UBACyT S015: "Exclusión - Extinción Social y Procesos de Trabajo Institucionales. Dispositivos de Intervención Transdisciplinarios", Instituto de Investigaciones Gino Germani, Fac. Ciencias Sociales, UBA
María I. Costa
Becaria CONICET e Integrante del Proyecto de Investigación UBACyT S015
M. Mercedes Patrouilleau
Becaria Doctoral (UBA) e Integrante del Proyecto de Investigación UBACyT S015
Rocío S. Martínez Schnaider
Cursante del Taller de Investigación: "Exclusión social, nuevos padecimientos y procesos de trabajo" (Cátedra: A. Bialakowsky), Carrera de Sociología, Fac. Ciencias Sociales, UBA
Ana L. López
Becaria Estímulo (UBA) e Integrante del Proyecto de Investigación UBACyT S015